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Comentario a la segunda lectura del 3er domingo de Adviento A

En los primeros tiempos posteriores a la muerte de Jesús existía en las comunidades cristianas el convencimiento de que Jesús volvería muy pronto a instaurar el Reino de Dios de que, si bien ya había empezado antes de su muerte, llegaría a su glorioso y definitivo establecimiento público. Pero las cosas no fueron como muchos se imaginaban, el regreso se hizo esperar y entonces se impuso la necesidad de impartir pautas de conducta para la espera. Es es lo que hace el texto de la carta de Santiago (Stg 5,7-10) que leemos en la segunda lectura de este domingo.

La carta de Santiago es un conjunto de exhortaciones morales, normas y consejos de conducta, por ello en ella abundan los verbos en imperativo. Tuvo muchas dificultades para entrar en el canon del Nuevo Testamento. Lutero la tenía por una “epístola de paja” en contraposición a otras epístolas de mayor categoría como Romanos. El autor es posiblemente un judío convertido que se dirige a otros judeocreyentes esparcidos por donde se establecieron comunidades cristianas. Atribuir la autoría de la carta al apóstol Santiago responde a la pretensión de dar prestigio al escrito, recurso habitual en aquella época.

El autor se vale de la tradición judía, en el texto que nos ocupa se ve en los ejemplos morales de los profetas y de Job; se nota la influencia del helenismo con el uso del término paciencia y se vale de la tradición cristiana con la alusión al regreso de Jesús.

De los consejos que da sobresale la paciencia ( 4 veces en el texto). La paciencia popularmente se entiende como la capacidad de soportar pacíficamente serenamente las adversidades de la vida, en otro sentido es la virtud de saber esperar sin inquietarse un futuro que se desea o se sabe que un día u otro acontecerá.

En el Antiguo Testamento la paciencia aparece como un atributo de Dios vinculado con su misericordia. Dios es paciente sobre todo con los pecadores, no ejecuta su ira ni su castigo, sino que otorga al ser humano la oportunidad de convertirse y conseguir así la salvación. Esta idea llega al Nuevo Testamento, el autor de la segunda carta a Pedro (3,9) dice que Dios es paciente porque quiere que nadie se pierda sino que todo el mundo llegue a la conversión.

Éste, pero, no es el sentido que tiene en nuestro texto. Es necesario deducirlo de los ejemplos que aparecen expuestos por el autor de la carta. Paciencia es la del campesino que siembra un grano de mostaza esperando a que crezca y se haga mayor y llegue a ser un árbol (Mt 13,31); como los profetas que, resultado de su predicación, esperaban la conversión del pueblo (Is 6,11; Jr 20,7-11; Ez 2,3-7), como la paciencia de Job que, instado por su mujer a maldecir a Dios y abrumado por las desgracias que le han caído encima, se mantiene fiel a Dios y firme en su integridad. Cabe decir que la paciencia de Job es la del Job del prólogo y epílogo del libro (Jb 1-2; 42,7-17) que muestran el Job paciente y resignado, todo lo contrario del Job del grueso del libro que muestra un Job rebelde, exigente e indignado.

En nuestro texto la paciencia se muestra como una calidad típica del buen cristiano y así aparece en los catálogos de virtudes esparcidos por las cartas de Pablo y de su escuela. En 2 Co 6,6 la paciencia forma parte de las realidades positivas que contrarrestan las tribulaciones y contrariedades del ministerio apostólico; en Gl 5,22 la paciencia es un fruto de la acción del Espíritu; en Ef 4,2; Col 1,11; 3,12; 2Tm 3,10 la paciencia forma parte de las virtudes que debe tener el cristiano; a 1 Te 5,14 La paciencia debe practicarse en el trato con los demás, sobre todo con los más débiles; en 1Co 13,4 es una de las cualidades que define el amor.

La carta de Santiago no hace hincapié en la sorpresa o la incertidumbre del momento sino que quiere asegurar que el retorno – al igual que llegan las cosechas o la conversión se produce – antes o después se producirá mientras tanto lo más sensato es tener paciencia .

Domingo 3er de Adviento. 11 de Diciembre de 2022.

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