Pasar al contenido principal
Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa
Jesús, tras pasar una noche de oración en la montaña, reúne a sus discípulos y escoge entre ellos a doce, a quienes da el nombre de apóstoles (Lc 6, 36-38). Con ellos, baja de la montaña a una planicie, donde encuentra a otros muchos discípulos suyos y a un gran gentío, que acude para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Se agolpan en torno a él para tocarlo y beneficiarse de su fuerza sanadora. Pronuncia un discurso largo, que empieza con la paradoja de las bienaventuranzas y de las malaventuranzas. Habla a continuación del amor a los enemigos y aconseja una serie de pautas de conducta, que cristalizan en el criterio: «Tal como midáis, seréis medidos.»

Este texto de Lucas se corresponde con uno de Mateo. Hay una frase, sin embargo, que presenta una notable diferencia. Mateo escribe: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (5,48). En cambio, en Lucas leemos: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.» Una errónea interpretación de la frase de Mateo ha ocasionado notables sufrimientos. La palabra en griego utilizada es τλειος y significa perfecto, sin mancha, definitivo, realizado. La perfección parece centrarse en sí mismo, en la preocupación por ajustarse a los cánones de lo normativo y de lo correcto, en la imposibilidad de admitir cualquier fallo ni mancha que aleje de la plenitud. Este ideal fácilmente se distorsiona y se vuelve obsesivo. El juicio sustituye a la aceptación. La ira a la serenidad. En cambio, Lucas utiliza el término griego οκτρμονες, que significa compasivo, misericordioso. Representa una mirada al otro desde el corazón y las entrañas propias, que genera una empatía con el dolor y el sufrimiento ajeno. Se trata de cercanía, de cordialidad, de acompañamiento. En este caso, la misericordia no se centra sobre uno mismo, sino en el otro. No es un autoreferente, sino que se nutre de una actitud amorosa. No hay juicio, sino acogida. Mateo habla del Padre celestial, porque la perfección tiene que ver con lo sublime. Lucas, en cambio, habla sólo del Padre, sin necesidad de adjetivarlo.

Posiblemente, para interpretar correctamente este versículo de Mateo, que nos invita a ser perfectos, hay que acudir al versículo de Lucas, que nos propone ser misericordiosos. ¿No será acaso que la perfección, lejos de los cánones rígidos de la norma y de la mirada sobre uno mismo, se lleva a cabo en el corazón misericordioso? La vida en Jesús, como reflejo del Padre, es amor, compasión, misericordia. La esencia de la vida cristiana es el amor, por ello san Juan de la Cruz afirma: «En el atardecer de la vida se nos juzgará sobre el amor.» Sombras, imperfecciones, fallos, errores, pecados... se relativizan cuando se impone el amor. Pedro Crespo, alcalde de Zalamea, dice en la famosa obra de Calderón de la Barca: «que errar lo menos no importa si acertó lo principal».
Grupos

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.