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Catalunya Religió
Bisbe Sergi Gordo
Foto: Bisbe Sergi Gordo. Arquebisbat de Barcelona

Jordi Llisterri –CR Un buen nombramiento pero una sorpresa mayúscula. Este jueves a las 12 del mediodía la Santa Sede ha anunciado oficialmente el nombramiento de Sergi Gordo, hasta ahora obispo auxiliar de Barcelona, ​​como nuevo obispo de Tortosa. El obispo electo tomará posesión del cargo el sábado, 9 de septiembre de 2023.

Sorprendente porque se esperaba primero el nombramiento de Girona, que lleva dos años a la espera del nuevo obispo y con su sede vacante desde abril del año pasado por la muerte de Francesc Pardo. Tortosa, en cambio, sólo ha estado unos meses sin obispo después de la marcha de Enrique Benavent como arzobispo de Valencia el pasado octubre.

TORTOSA SÓLO HA ESTADO UNOS MESES SIN OBISPO DESPUÉS DE LA MARCHA DE ENRIQUE BENAVENT COMO ARZOBISPO DE VALENCIA

Y asombroso porque rompe el dibujo episcopal con tres obispos auxiliares en Barcelona que el cardenal Joan Josep Omella había presentado este febrero. El equipo de auxiliares formados por Sergi Gordo, Javier Vilanova y David Abadias apenas ha durado medio año. Gordo era el más veterano del equipo.

En todo este contexto, Sergi Gordo, obtiene un reconocimiento por su trabajo incansable y estima de la mayor parte del clero y del laicado en el arzobispado de Barcelona. De hecho, la diócesis pierde a uno de sus referentes. Fue trece años secretario general del Arzobispado de Barcelona con el cardenal Lluís Martínez Sistach y después fue confirmado en esta responsabilidad por el cardenal Omella, hasta que en el 2017 fue nombrado obispo auxiliar.

Promoción episcopal y vacío en Barcelona

Gordo es la persona que ha solucionado más problemas en la diócesis en los últimos veinte años. Ha estado en la sala de máquinas del arzobispado, con un conocimiento al por menor de una diócesis tan compleja como Barcelona. Muchos le echarán de menos, especialmente el cardenal Omella que con las múltiples responsabilidades en Roma y en Madrid le ha hecho confianza plena en los últimos años. En cualquier caso, Omella como miembro del Dicasterio para los Obispos donde se proponen los nombramientos episcopales, habría visto bien este movimiento.

GORDO ES LA PERSONA QUE HA SOLUCIONADO MÁS PROBLEMAS EN LA DIÓCESIS EN LOS ÚLTIMOS VEINTE AÑOS

También podría ser una promoción viendo un final de etapa y un posible relevo en Barcelona cuando en marzo Omella acabe el mandato como presidente de la Conferencia Episcopal Española. En cualquier caso, para un obispo auxiliar pasar a ser responsable de una diócesis siempre es ganar autonomía y capacidad.

Lo que no aclara este nombramiento es qué perfil episcopal dejará el pontificado del papa Francisco en Cataluña. Gordo, con 56 años, tiene por delante un largo recorrido que seguramente le llevará a nuevas responsabilidades con más de veinte años de trayectoria episcopal por delante. Pero este movimiento parece ser descartado como sucesor de Omella en Barcelona, ​​como ha ocurrido hace pocos días con el obispo auxiliar de Madrid, José Cobo, y en otras diócesis importantes. O también le descarta como candidato a la siempre complicada plaza de obispo de Urgell vinculada al coprincipado de Andorra. Son dos movimientos a corto plazo y es muy difícil que Sergi Gordo pudiera cambiar de nuevo de destino a dos o tres años vista.

EN UN PAR DE AÑOS DEBE PLANTEARSE LA RENOVACIÓN DE SEIS DE LOS DIEZ OBISPADOS CATALANES, EMPEZANDO POR BARCELONA

Asimismo, el nombramiento no da pistas sobre el perfil de los curas en el que se fijará la Santa Sede para ocupar próximamente la sede vacante de Girona; con el obispo de Lleida y Sant Feliu, Agustí Cortés y Salvador Giménez, que ya han cumplido los 75 años y esperan sucesor; con Omella que también lleva dos años superando los 75 años; y con el obispo de Urgell y de Terrassa, Joan-Enric Vives y Salvador Cristau, que llegan a la edad de jubilación en 2024 y 2025. Es decir, en un par de años debe plantearse la renovación de seis de los diez obispados catalanes, empezando por Barcelona. En cualquier caso, el perfil dialogante de Sergi Gordo, con plena sintonía el papa Francisco por convencimiento y no por circunstancias, y arraigado en Cataluña, marcan un buen precedente.

Gestión y pastoral

Sergi Gordo Rodríguez, nacido en Cornellà de Llobregat el 23 de marzo de 1967, ha hecho toda su vida pastoral en Barcelona. Iniciado en la fe por su familia de inmigrantes obreros en la parroquial en San Miguel Arcángel, a los catorce años entró en el seminario menor. Fue ordenado sacerdote en 1992. Empezó una carrera académica que compaginó con la vida parroquial y el acompañamiento de grupos y fue formador del Seminario Menor de 1992 a 2001. Su trayectoria pastoral está muy vinculada a los movimientos de Acción Católica como el Movimiento Cristiano de Pueblos en la etapa en Vilafranca del Penedès o cuyo Movimiento de Profesionales Católicos fue consiliario general y todavía era consiliario de algún grupo en Barcelona.

Fue profesor de Fenomenología de la Religión y de Filosofía de la Religión en la Facultad de Filosofía de la Universidad Ramon Llull y en otros centros académicos hasta que fue nombrado obispo auxiliar en 2017. Es experto en el pensamiento de Eusebi Colomer y amplió estudios en Alemania de 2001 a 2004.

En el 2004, cuando llevaba doce años cura, el arzobispo Lluís Martínez Sistach le llamó a la curia como secretario general del Arzobispado de Barcelona. Fue su mano derecha en la gestión de la diócesis y tuvo que gestionar la concreción de la división del arzobispado y un evento como la visita de Benedicto XVI a Barcelona. En 2009 fue nombrado canónigo y es miembro del patronato de la Basílica de la Sagrada Familia.

En abril de 2021 fue elegido secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal Tarraconense, en sustitución de Joan-Enric Vives, una labor de coordinación de los obispados catalanes que ahora continuará desde Tortosa.

¿Billete de vuelta?

No es ninguna novedad que un obispo auxiliar de Barcelona sea escogido obispo de otra sede catalana. Por ejemplo, en 2001 tres auxiliares fueron nombrados en pocos meses; en Urgell (Joan-Enric Vives), en Solsona (Jaume Traserra) y en Girona (Carles Soler Perdigó). La pregunta es si ese nombramiento en Tortosa abre ahora un ciclo inmediato que cierra las principales incógnitas del mapa episcopal catalán de los próximos años.

Tampoco sería ninguna novedad que en unos años un obispo de Tortosa acabe como cardenal arzobispo en Barcelona, ​​como ocurrió con Ricard Maria Carles en 1991 y con Lluís Martínez Sistach en el 2004. Pero vete a saber cuál será la línea de promoción episcopal de los próximos pontífices que garantice un billete de vuelta.

VETE A SABER CUÁL SERÁ LA LÍNEA DE PROMOCIÓN EPISCOPAL DE LOS PRÓXIMOS PONTÍFICES QUE GARANTICE UN BILLETE DE VUELTA

El nombramiento de Sergi Gordo también rompe la dinámica de casi cincuenta años con obispos valencianos en Tortosa, respondiendo a la realidad de una diócesis que tiene medio territorio en Cataluña y medio en la Comunidad Valenciana. De hecho, se esperaba más que fuera a Tortosa el obispo auxiliar Javier Vilanova, hijo de la misma diócesis.

Y en Girona siguen con la impresión de que a nadie le preocupa mucho que tarden dos años en enviarles un nuevo obispo. El “nunca le faltará pastor” que prometió a la Tarraconense en el año 259 el obispo Fructuoso yendo hacia el martirio, parece que no se aplica en Girona.

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