Teología política

Con frecuencia, encuentro en la teología cristiana, así como en la Biblia, una fuente inagotable de criterios profundos que iluminan nuestra vida social, política y económica, altamente convulsa y deteriorada en extremo. Así lo expuse a un político de cierta relevancia sobre una situación concreta a través de la cita bíblica correspondiente a Mt 12,25, que se cumplió escasos años después. Pongo ahora y aquí tres ejemplos de teología política.

Primero: la plegaria del padrenuestro contiene esta expresión: «así en la tierra como en el cielo». Señala dos aspectos importantes: el cielo como referencia de la tierra y la unidad final de estas dos realidades. Desde otra perspectiva, el esoterismo hermético de la Tabla Esmeralda lo formula de este modo: «Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para consumar el milagro de la Unidad.». Un tema que abre un debate interesante de insospechado alcance.

Segundo: Jesús, ante la ambición de los hijos del Zebedeo, exclama: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo». Subvierte la idea de poder como dominio y opresión para convertirla en servicio y anticipa otra afirmación posterior de gran calado: «Todos vosotros sois hermanos». Las fobias, el odio, las guerras… no tienen cabida.

Tercero: la teología define la Trinidad como el misterio central de la fe y de la vida cristiana: «un solo Dios en tres personas distintas entre sí y relativas unas a otras». Es decir, la unidad en la diversidad. Creo que es uno de los desafíos seculares más urgentes e importantes para España, porque se empeña en conseguir la unidad a través de eliminar las diferencias lingüísticas, culturales, históricas, de autogobierno…, alimentando así la desafección y el enfrentamiento. Las consecuencias políticas de estos ejemplos, aplicadas con sabiduría, darían un giro copernicano, un giro de 180 grados a nuestra situación crónica y decepcionante.