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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Jordi Évole, apuntando a un error de los asesores que aconsejan a los políticos que faciliten su aparición solo en medios afines, afirma: «Las entrevistas quedan mejor en campo contrario. Cuando tenemos un invitado que claramente se sabe que no es de nuestra línea editorial, despierta mucho interés». No deja de tener un riesgo para el protagonista, porque puede ser claramente manipulado, pero muchas veces, la audacia tiene premio. En 2019, entrevistó por primera vez al papa Francisco para el programa «Salvados». Algún medio católico se extrañó que el Papa accediera a la petición de este periodista.

Ahora, junto con Màrius Sánchez, ha dirigido el documental «Amén. Francisco responde». Se trata de una conversación en castellano con diez jóvenes, residentes en España (5), Senegal, Argentina, Estados Unidos, Perú y Colombia. Siete mujeres y tres hombres. Creyentes, agnósticos, ateos y un musulmán. Diversas orientaciones sexuales, incluida una persona no binaria. Cada uno con su historia y con su visión de la vida. La selección de los jóvenes para el documental lleva implícita, aunque de manera sutil, la selección de temas para confrontar la postura de la Iglesia. Al principio, las preguntas son más bien curiosidades sobre el personaje del Papa. Después se entra pronto en temas de calado, como el aborto, el abuso sexual, el feminismo, el acceso de la mujer al sacerdocio, el racismo, la pornografía, la pérdida de la fe, la acogida eclesial del colectivo LGTBI, la fe… El Papa no evita ninguna pregunta y sus respuestas tienen diversos matices en su argumentación. Unas son claras y precisas, como el tema del aborto. En otras, solo tiene tiempo de presentar una reflexión breve. Sobre el sacerdocio de la mujer, siendo definida su postura, no se acaba de entender su razonamiento a las primeras de cambio. Se omiten aquellos temas en los que la Iglesia hace una gran aportación social. No es el objetivo del periodista.

El título del documental con la inclusión de la palabra Amén agudiza la ambigüedad porque no se indica a qué se dice amén e implica cerrar la conversación. No se trata sobre todo de un debate ideológico sino de un profundo y sencillo acercamiento del Papa a las personas, para acogerlas en su realidad y ofrecerlas una rendija de trascendencia. Su gran mensaje es acoger y escuchar, con cariño y sin prejuicios.

Algunas personas de Iglesia podrán reaccionar como hicieron los discípulos cuando vieron que Jesús hablaba con una samaritana junto al pozo de Sicar: «Se extrañaron de que hablara con una mujer, pero ninguno de ellos le preguntó qué quería o por qué hablaba con ella.» El anuncio del Evangelio va dirigido a todos, sin excepción. Francisco lo tiene claro: todos.

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