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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

El diccionario define la autorrealización como «consecución satisfactoria de las aspiraciones personales por medios propios.» Numerosos libros de autoayuda se centran en este concepto como medio de alcanzar la plenitud personal. En cursos y seminarios, se insiste en la tarea de ser la mejor versión de sí mismo para lo cual hay que pagar el precio que haga falta. Quizás aciertan en la finalidad, pero se pierden en el cómo. De manera que, en muchos casos, los protagonistas del cambio acaban mirándose el ombligo y el trampolín se convierte en una fosa. Se centran tanto en sí mismos que pierden de vista a los demás, a quienes utilizan en exclusiva para su beneficio, incluso sin darse cuenta. Ante el altar del propio ego, revestido de autorrealización, sacrifican todo lo que sea, especialmente los compromisos y las responsabilidades cuando no coinciden con sus sueños. Quieren ser conscientes, ahondar en el conocimiento, integrarse en el grupo de privilegiados que están por encima de todos, esforzarse por la excelsitud de su proyecto personal, pero olvidan lo esencial, la misión.

Intentar satisfacer las aspiraciones propias, desarrollar las propias capacidades… no solo es deseable, sino en cierto modo imperativo. A pesar del afán de superación, casi todo el mundo tiene acumuladas algunas frustraciones en su biografía. No siempre resulta fácil convivir con ellas. Sueños que no se han podido realizar. Acaso por fallos propios, pero muchas veces también porque la vida es imprevisible y no hay posibilidad de llevarlos a cabo. ¡Cuántas personas conocemos que tienen esta espina clavada en su corazón! Otras, en cambio, dan prioridad a la misión que descubren en su vida: cuidar a un familiar enfermo, atender a un hijo con deficiencias profundas, sacrificar sus proyectos en beneficio ajeno… No destacan acaso por su vocabulario ni hacen alarde de sus conocimientos, pero su capacidad amorosa posee una densidad impresionante. Hace unas semanas, un buen amigo con una excelente dedicación profesional me contó las diversas situaciones que vivía en su familia: enfermedad de su pareja, tema de los hijos, senectud de sus padres y suegros, … Estas circunstancias podrían considerarse un freno para su autorrealización. Él, en cambio, me dijo que se centraba de corazón en acompañar a sus familiares de una manera sencilla, próxima, presente. Me quedé impresionado porque sabía integrar su propia aspiración con las necesidades de los demás, porque ponía sus sueños y su autorrealización al servicio de su misión en la vida. En lenguaje bíblico, el conocimiento está vinculado al amor, que es lo único capaz de fecundarlo. El conocimiento es muy importante, pero el amor es la prioridad.

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