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Catalunya Religió
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RAMON BASSAS –CRCon un largo aplauso, como si estuviéramos en una noche memorable del Liceu, acabó la conferencia de Robert Baró “La Misa de las Santas: 175 años de un patrimonio cultural inmaterial de excepción” que se celebró el pasado miércoles en el salón de sesiones del ayuntamiento de la capital del Maresme. De hecho, el Liceu hacía justo un año que se había inaugurado cuando se estrenó esta pieza, al menos sus partes iniciales, por parte de un jovencísimo Manuel Blanch, sacerdote y maestro de capilla en Santa Maria de Mataró. "La única fiesta de estas características que todavía se celebra en el lugar de origen", dijo Baró.

"El Liceu, como lo había empezado a ser el Teatro Principal de Barcelona, ​​era el lugar donde la burguesía trasladaba la música después de siglos de no haber salido prácticamente de los muros de las iglesias". Y allí, jóvenes inquietos como Manuel Blanch iban a escuchar a la “música moderna”, el bel canto operístico, que después introducen en la música religiosa, recordó Robert Baró, doctor en historia y arqueología y director del Secretariado de Patrimonio Cultural del Arzobispado de Barcelona. Fue el invitado, este año, en “L'Estrena”, un acto ritual que desde hace varios años sirve para anunciar la proximidad de la fiesta mayor de Les Santes Juliana y Semproniana, que se celebra el 27 de julio y los días que le rodean. Antes de que el heraldo proclamara el encargo, el conferenciante emocionaba al público asistente, y ante el nuevo Consistorio que estrenaba algunas caras todavía algo desubicadas, contextualizaba esta pieza musical en su preciso momento histórico y destacando su valor cultural, religioso y cívico.

“Conocí la existencia de la Misa de Las Santas ya de mayor, cuando pasaba unos días en la casa de colonias de los escolapios en Pineta y había unos mataronenses que hablaban siempre. Cuando vine por primera vez a concelebrarla y comprobé que sólo el canto de Gloria duraba tres cuartos de hora pensé con estupor: ¿eso qué es?”, recordaba Baró. La amplitud de la basílica y el fervor de la gente también le hicieron pensar en el Liceu y vio que allí ocurría algo extraordinario. “Porque la fiesta es mucho más que el jolgorio, incluso más que la cohesión del grupo: La fiesta es un vínculo con los que nos rodean, con los que estaban y con los que vendrán. El éxito de una fiesta es la que alcanza la significatividad para la comunidad. Si la fiesta no dice nada significativo, se muere, y Las Santas son una gran fiesta mayor porque dice cosas. Muestran quienes somos y toda la ciudad se hace presente”, seguía Baró.

Los mártires nos protegen

Lo que también el canónigo de la catedral repasó es cuál es el origen y el significado de las fiestas patronales, desde que san Paulino de Nola, en el siglo IV, “más o menos coincidiendo con el esplendor de la antigua Iluro”, apuntó, “empieza a establecer una teología de vinculación con los mártires: cerca de los mártires”. Juliana y Semproniana, dice la leyenda, eran dos jóvenes patricias romanas martirizadas y arrojadas al mar. Sí, el mismo mar lleno de cadáveres también del siglo XXI.

En la fiesta confluyen los ejes temporal y espacial, "de ahí los toques de oficio, como también hizo en Mataró, o la centralidad del lugar donde están las reliquias que, es, de hecho, donde celebramos la Misa", apuntó. "Desde este núcleo, como una muñeca rusa, la fiesta va añadiendo capas".

"EN ALGUNOS PERÍODOS LA CONTINUIDAD DE LA MISA HA PELIGRADO EN VARIAS OCASIONES"

“Para entender mejor la Misa de Manuel Blanch cabe recordar que nace en un contexto histórico convulso. Treinta y tres años antes, el Congreso de Viena imponía el regreso del Antiguo Régimen ante el auge de las revoluciones liberales, la misma tensión que desencadena las guerras carlistas en Cataluña. La tecnología industrial se estaba desarrollando, lo que hizo que Mataró tuviera el primer tren de la península. Nacía la sociedad de clases y, en el mismo año de la Misa, Marx y Engels publicaban el Manifiesto Comunista. Y nacía el movimiento romántico: todo esto también está, en la Misa”, decía Baró.

“En algunos períodos la continuidad de la Misa ha peligrado en varias ocasiones. La última, hacia mediados de los sesenta del pasado siglo. Se grabó una versión en disco porque todo el mundo creía que desaparecería, con los nuevos tiempos, pero un estallido popular a principios de los setenta, a raíz de una llamada del pintor y músico Jordi Arenas , reavivó”, dice . “Ahora, el momento más crítico vino por Roma, por la decisión de Puis X de abolir lo que no consideraba propio de la música sacra. También la insistencia mataronense logró un privilegio papal en 1906”. Porque "el patrimonio cultural es querido: mientras los mataronenses quieran, la fiesta mayor se irá reinventando cada año, y la Misa de las Santas pervivirá".

Viernes 27, el gran día

De momento, después de un trabajo fantástico de la comisión organizadora, este año con 150 cantores, la orquesta y solistas, el gran evento singular de música y fe, de tradición y pasión, os espera el próximo viernes día 27 de julio a las 10 de la mañana en la Basílica de Santa María. El oficio de fiesta mayor, que retransmitirá TV Mataró (en directo a La Xarxa+), será presidido este año por el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas. Y después de una pequeña procesión de las reliquias (que el año pasado cumplió 250 años que una enorme fiesta barroca las llevó a la ciudad desde Sant Cugat del Vallès), los mataronenses os esperamos para cantar los gozos. Como le pasa a monseñor Baró, no lo olvidéis.

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