Pasar al contenido principal
Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Assoiffés [Sedientos] es una obra teatral de Wajdi Mouawad, nacido en El Líbano (1968), con una traducción excelente al catalán llevada a cabo por Ramon Vila. Mouawad es considerado como uno de los autores más relevantes de expresión francesa. El joven Murdoch, situado en el año 1991, comienza con un discurso disruptivo, lleno de ira y de palabrotas, con una mirada de desespero ante la realidad que le rodea: «No sé qué pasa, ni desde cuándo, ni por qué, ni por qué razón, pero todo el rato pienso en cosas extrañas, no hablables, no explicables, ni tal solo imaginables». No duda de que «el mundo está mal hecho y nunca nos hablan del mundo tal como es». No oculta su rabia: «Me he levantado con ganas de morder i os roeré hasta la médula del hueso». Tras dar un vistazo a la realidad, desde una óptica crítica aguda, afirma: «Quiero decir que esto no es vida» e insiste: «No, no callaré».

Boon tenía un hermano mayor, que era compañero de clase de Murdoch. Habitualmente escribía los trabajos escolares de su hermano mayor, que a menudo se escapaba de casa. Por ello, Boon llamaba a Murdoch para que la dijera qué tareas debía realizar para su hermano. La última fue: «Preguntad a gente de vuestro barrio para conocer su percepción de la belleza y sacad vuestras conclusiones en forma de teatro».

El 16 de febrero de 1991, Murdoch desapareció inesperadamente. Quince años más tarde, Boon ejercía de antropólogo forense y tuvo que llevar a cabo la identificación de dos cadáveres muy desfigurados que la policía pudo rescatar del fondo de las aguas de un río. Bonn descubrió que uno de ellos era Murdoch. En este proceso, fue recordando cómo hacía quince años afrontó la tarea de conocer la percepción de la belleza por la gente de su barrio. Entonces llegó a esta conclusión: «Todos amamos la vida y la belleza está al alcance de todos. Pero, si esta belleza no se alimenta, se transforma en algo horrible y esa cosa horrible me carcome por dentro. ¡Quiero entender que, cuanto más intentamos vivir sin belleza, la belleza que hay en nosotros se vuelve más fea!»

Los monólogos de Murdoch son descarnados, brutales, rabiosos. Apuntan a temas de fondo, de gran calado. La desesperanza y la indignación de los jóvenes no impide reconocer que todos amamos la vida, pero algo falla cuando el suicidio es un recurso de impotencia y supone una fuga. «La belleza salvará el mundo», escribió Dostoyevski en El idiota. Mouawad en esta obra de teatro propone alimentar la belleza, porque vivir sin ella nos afea la vida, nos aboca al sinsentido y nos destruye por dentro. La pregunta, difícil de responder, consiste en cómo alimentar la belleza. Para ello, construir y respetar una ecología espiritual es imprescindible. ¡Tantas cosas la dificultan y la afean!

Grupos

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.