“Hay que valorar el monasterio de Montserrat porque lleva mil años sirviendo a la Iglesia y al país”

CR "Todo el que sube a Montserrat queda cautivado". Esta afirmación la hacía el arzobispo de Urgell y copríncipe de Andorra, Joan-Enric Vives, durante su homilía en el velatorio de Santa María de Montserrat de este viernes. Un velatorio que ha servido también para recordar los 125 años de la visita espiritual de Torras i Bages, el inicio de la Liga Espiritual de Nuestra Señora de Montserrat, y para hacer un reconocimiento público de la labor del monasterio de Montserrat que, ha recordado Vives, "lleva mil años de un continuo ir sirviendo a la Iglesia y al país, y eso no tiene precio".

Durante la homilía de la Vigilia de Montserrat, Vives también ha explicado cómo deberíamos "aprender de María y hacernos como ella visitadores de los hermanos". ¿Por qué venimos y amamos subir a Montserrat?, ha preguntado el arzobispo de Urgell. "Venimos para que nuestra madre escuche nuestras necesidades". Una peregrinación, lo que supone subir a Montserrat, "que transforma el Espíritu", por la montaña, pero también, ha reconocido Vives, "por los monjes, por el silencio que encontramos en muchos momentos, por el camarín, y por quien corona el nuestra peregrinación, la Virgen María”.

Vives también ha tenido momento durante la homilía para recordar cómo este año se celebran los ciento veinticinco años de la visita espiritual de Torras i Bages. "Unos jóvenes quisieron extender la unión entre fe y catalanismo partiendo del amor a la virgen y crearon la Liga Espiritual". Una efeméride que se suma, en breve, a la celebración del Milenario de la Abadía de Montserrat. "Mil años de servicio que necesitan ser recordados y valorados", ha añadido Vives.

La festividad de la Virgen de Montserrat ha continuado este sábado con la celebración de la Misa solemne de la Virgen de Montserrat en la que el cardenal y arzobispo de Barcelona, ​​Joan Josep Omella, ha presidido la Eucaristía. Una virgen, ha explicado Omella, "que comparte nuestras alegrías, pero también sufre con quienes sufren por diversas circunstancias". Omella ha rematcado cómo hoy en día son muchos los retos que afectan a nuestra sociedad.

“Unas elecciones en la esquina; un tiempo de sequía preocupante; el malestar en muchos sectores, como por ejemplo el agrícola; el 24% de la población catalana en riesgo de pobreza; guerras en muchos países del mundo, o una creciente polarización económica y social”. En nuestro mundo, ha explicado, "no nos faltan problemas y constatamos que también en muchos corazones falta el oxígeno de la esperanza".

También ha querido destacar cómo hay personas "que nunca pierden la esperanza, que se mantienen con ilusión en medio de las dificultades, eso nos gusta, pero nos cuesta vivirlo". La Virgen María, ha recordado el cardenal de Barcelona, ​​vivió la espanza "de manera excepcional mientras estuvo en esta tierra". "Ella es la madre de la esperanza", ha afirmado, y ha definido la esperanza fundamentada "en Dios, que no nos falla nunca". Los seres humanos, ha afirmado, "tarde o temprano, fallamos".

Omella ha relatado cómo desgraciadamente a menudo se tiende más a desconfiar que a confiar en los demás, a etiquetar a las personas y a no creer que puedan cambiar y ser mejores. “Muchas veces las apariencias nos hacen dudar y malpensar de alguien. Fácilmente ponemos muros entre nosotros, etiquetamos a las personas porque no piensan como nosotros y decimos cosas como que no son de los nuestros”. Qué más extraño, ha explicado, "si todos somos hijos de la misma familia, hijos de Dios".

La virgen, ha finalizado Omella, nos pide hoy "que confiemos más en las personas, y eso no es ingenuidad". No deberíamos vivir nuestra fe, ha cuestionado el cardenal, "con sencillez, pero sin amedrentarnos cómo hizo María?".