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Catalunya Religió
Anna M Rifa

RAMON BASSAS -CR Encuentro a Anna M. Rifà ultimando el contenido de un retiro de mindfulness que prepara, como otras veces, en Santa Elena de Solius, con Cristina Cama . Será los días 17 y 18 de septiembre. “Tanto en lo personal, como este retiro y otras formaciones que hago, como en el profesional, me dedico a acompañar”, resume Anna M. Rifà. Profesionalmente, ha diseñado y creado el programa 'Escuela atenta' por las escuelas Vedruna de Catalunya. “A mí” –sigue “me llena mucho acompañar a las personas en el andar por la vida, para que puedan encontrar paz, serenidad y descubrir quiénes son y qué están llamadas a ser”.

Pero tú te formaste en historia y arqueología clásica, ¿no?

—Después de centrarme en estos estudios, combinándolo siempre con la docencia en la escuela Vedruna Vall en Terrassa, donde ya había sido alumna, los he ido ampliando con postgrados, másters y otras formaciones para aprender y de conocer. Siento un gran amor por el conocimiento. Así, el estudio de lenguas clásicas y modernas me ha ayudado, me ha acompañado y me acompaña siempre.

¿Y cómo es que cogiste esta dirección?

—Desde muy pequeña, ya sentía las ganas de velar y ayudar a los demás, de compartir, y así los demás, menos afortunados, pudieran sentir en mí una muleta sobre la que sostenerse y poder avanzar sintiéndose acompañados. Desde entonces, siempre en constante aprendizaje, y en una constante búsqueda personal por el sentido de la vida y por el autoconocimiento, empecé hace años un camino de profundidad y plenitud. También hay que añadir mi educación cristiana y benedictina…

— ¿ Benedictina?

—Sí, para mí Montserrat siempre ha sido un referente. Me ayudó en la búsqueda de profundidad y plenitud vital. Mis grandes amigos el padre Miquel Estradé y el padre Cebrià Pifarré han formado parte de ese camino vital.

¿Y cómo te ha ido a ti personalmente?

—Pues mira, profundizar en el acompañamiento espiritual, y en otras herramientas para vivir en mayor presencia y atención desde el amor, la bondad, la amabilidad, la compasión, entre otros, me ha ayudado ayuda a vivir el día a día más agradecida.

Si tuvieras que elegir, mirando atrás, ¿cuál dirías que es el verano de tu vida?

—Me has hecho pensar, porque yo he tenido la suerte de haber disfrutado de muchos veranos. De pequeña y adolescente con mi familia en el Empordà, lugar de donde viene la familia materna, y en el Vall d'Aran, que mis padres descubrieron en los años sesenta. Yo he seguido yendo con mi familia. Mi corazón está también ahí. Pero…

¿Pero?

—Pero si tengo que elegir uno, te cuento uno de cuando era joven. Me fui a Siria, Jordania e Israel. Fue un regalo poder estar ahí. Hacer un recorrido por estos países llenos de cultura y restos arqueológicos de la mano de un gran biblista, mi amigo el padre Enric Cortès, gran conocedor de la arqueología cristiana; te aseguro no tiene precio. Yo dediqué varios veranos a realizar excavaciones arqueológicas. ¡Qué gran aprendizaje! Fue como sentir y vivir a los antepasados, llevando a la vida la memoria de los muertos. ¡Los amigos que hice, y los momentos vividos todavía están en mi corazón!

Pero de todos aquellos veranos, tú eliges el de ese año en Siria, Jordania e Israel. ¿Por qué?

—Pues porque, aparte de ver lo que cualquier turista puede visitar, yo tuve la gran suerte de acceder a ciertos lugares que no todo el mundo podía ni puede. ¡Y aprendí mucho! Fue un momento mágico, de descubrimiento. Pudimos visitar Palmira o Petra sin turistas. La sensación de estar sola allá tan lejos de casa, de contemplar tanta belleza, despertó en mí, aún más, las ganas de seguir aprendiendo. Me sentí tan llena y afortunada… ¡La vida me había regalado ese momento! Al año siguiente volvería a Tierra Santa.

— ¿ Ah sí?

—Sí. Después de ese viaje empecé a estudiar hebreo. Cada lengua nos acerca a una cultura, a una vida, a un pensamiento, a una forma de entender y de saber.

Y ahora, ¿cómo les pasas los veranos?

—Ahora, ya casada con Juan y con mis hijas Mariona y Laia, he tenido la gran suerte de seguir disfrutando con mi familia de muchos veranos. Y realmente me resulta difícil escoger uno. Ha habido tantos momentos llenos de felicidad, de amor, de vida, de plenitud… Han sido veranos de ver crecer a mis hijas, de disfrutar con ellas y sentirme siempre feliz.

Dime cuál sería el verano que te gustaría vivir que todavía no hayas vivido.

—Me haces una pregunta difícil de responder. Siempre pido salud para todos y para mí, para poder disfrutar de lo que llega con toda su grandeza. Tampoco me gusta planificarlo todo mucho, porque te puede llevar a no vivirlo como crees que sería. Las expectativas pueden llevar a vivir desengaños. Ahora bien...

Pero seguro que tienes alguno en la cabeza.

—Pues quizás una de las cosas que me gustaría hacer y vivir es el Camino de Santiago. Hace años que en casa hablamos y será que todavía no ha llegado el momento.

—Creo que no tardará mucho, ¿verdad?

—Estoy segura de que cuando sea , seguro que la vida se encargará de que lo viva si considera que debe ser así.

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