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Catalunya Religió
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Fotografia: Agustí Codinach (Arquebisbat de Barcelona).
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CR "Las crisis nos hacen entender con perspectiva que la paz no es inmediata, lleva tiempo”. Pero en Tierra Santa ya son muchos meses y también años de conflicto y guerra. Lo sabe bien el Patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, que ha estado este fin de semana en Barcelona y que en el acto 'Sent la Creu', promovido por el Secretariado diocesano de pastoral con jóvenes del arzobispado de Barcelona, ​​ha remarcado que "el deseo de paz es también una responsabilidad por la paz permanente en el ámbito político y también religioso". La celebración de este domingo por la noche en la Sagrada Familia ha reunido a cerca de 2.000 personas que han rogado por la paz en Tierra Santa.

Pese a la terrible situación que se vive en Gaza, Pizzaballa ha querido ser optimista y dar un mensaje de esperanza a los asistentes a la basílica. "Hay gente que aunque viva el odio musulmán, judío y cristiano, quiere vivir otra vida", ha dicho. Ha hablado de gente que pone la vida en riesgo para ayudar a los demás a Gaza y Cisjordania para que "los demás puedan salvarse". Y ha subrayado: "Mientras haya alguien que dé la vida por los demás, quiere decir que no todo está perdido en Tierra Santa". El cardenal aseguró que hay mucha gente que cree en la paz. "Cuando todo esto acabe, los necesitaremos para revelar lo que ha sido destruido", ha dicho.

Sin embargo, ha remarcado la importancia de huir de "las soluciones temporales" y buscar "la paz permanente". "Queremos una solución que aborde los problemas de pura cepa", ha pedido. "Sabemos que tardaremos mucho tiempo, pero sabemos que, en este momento, es nuestra responsabilidad hacerlo y llevarlo a cabo", añadió.

“VOLVER A LA NORMALIDAD Y CURAR ESTAS HERIDAS SERÁ MUY DIFÍCIL Y PEDIRÁ MUCHO TIEMPO”

Si bien es cierto que la situación en Tierra Santa es complicada desde hace ya muchos años, el cardenal Pizzaballa se ha referido en los últimos meses como "un período de odio y revancha que nunca antes se había vivido". "Nadie ha quedado al margen del conflicto y todo el mundo se ha visto afectado e involucrado", aseguró. La situación es tan compleja que, incluso, es "prácticamente imposible" que los habitantes de Gaza reciban comida porque quienes ayudan "también están en peligro". "Cada día que pasa la cosa empeora y no se sabe cómo acabará esta situación", ha añadido. El cardenal ha recordado a la pequeña comunidad de 1.000 creyentes ortodoxos y católicos de Gaza: "Lo han perdido todo y sus vidas siguen en peligro".

Además de Palestina, Pizzaballa también ha dedicado unas palabras al ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre que hizo estallar de nuevo el conflicto en el territorio. "Para la sociedad israelí, ese terrible ataque, supuso un trauma", ha dicho.

"LA IGLESIA DEBE OFRECER UN LENGUAJE QUE ABRA HORIZONTES Y QUE NOS HAGA MIRAR MÁS ALLÁ DEL PRESENTE"

Por ello ha hablado de un "momento triste" porque cada comunidad está cerrada en sí misma y no hay conexión entre ellas. "Cada uno se ha encerrado en su propio dolor", ha explicado. Esto provoca que "todo el mundo pida empatía y comprensión para su situación, pero pedirla para los demás sea un problema". "El corazón de la gente está tan lleno de dolor que no le cabe ni un gramo de dolor por los demás", ha remarcado.

Se ha mostrado preocupado por las consecuencias que traerá la guerra una vez haya terminado: "Volver a la normalidad y curar estas heridas será muy difícil y pedirá mucho tiempo". "Es muy complicado vivir en un territorio tan dividido y tan polarizado", añadió.

"LA CRISIS EN TIERRA SANTA HA GENERADO UNA ESCISIÓN ENTRE JUDÍOS, MUSULMANES Y CRISTIANOS"

El cardenal Pizzaballa también ha hablado de otra violencia muy peligrosa en Tierra Santa además de las bombas y cohetes: el lenguaje. "Con las palabras de odio, dolor y revancha deshumanizamos al otro", ha dicho el Patriarca latino de Jerusalén. También se ha referido a los medios de comunicación y las redes sociales: "Vemos mucho odio en su lenguaje y esto genera una opinión que penetra y llega a las calles y a la gente". De ahí que, según el cardenal, la Iglesia debería ofrecer un lenguaje que "abras horizontes" y que "nos haga mirar más allá del presente".

En toda su intervención, el Patriarca latino de Jerusalén se ha referido al pasaje del Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto. Unas tentaciones que "ponen en riesgo la armonía y la destruyen". "Sabemos que escoger armonía significa escoger paz", ha dicho el cardenal que ha pedido "evitar utilizar atajos" que "suelen ser los caminos equivocados". Pizabbala también ha ilustrado la situación en Tierra Santa con el Evangelio: "Tenemos un desierto físico, pero no un desierto espiritual".

"La crisis en Tierra Santa ha generado una escisión entre judíos, musulmanes y cristianos". El cardenal ha terminado su homilía remarcan la falta de entendimiento de "las tres grandes religiones y culturas" que mantienen "una narrativa opuesta". Pidió que, al terminar la guerra, se encuentren y se reúnan. "Hay que hacerlo porque nos amamos unos a otros, amamos nuestras comunidades y queremos vivir juntos", dijo destacando que "amar no quiere decir estar de acuerdo". "Hay que querernos en nuestras diferencias", ha añadido.

Por último, el cardenal ha expresado su oración: "Que nos podamos volver a encontrar todos juntos el próximo año, pero en Jerusalén".

La celebración del Secretariado diocesano de pastoral con jóvenes del arzobispado de Barcelona ha estado presidida por el arzobispo de la diócesis, el cardenal Joan Josep Omella, que ha concelebrado junto con el obispo auxiliar David Abadías.

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