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Por Catalunya Religió .
papa bisbes

Ya me perdonarán la metáfora. Supongamos que tu superior de una empresa u organización te dice: “Dentro de un mes, nos vemos en mi despacho”.

Supongamos que estamos hablando de una redacción periodística. Supongamos que, además, de esta convocatoria que no es habitual se enteran todos los compañeros de trabajo. Es evidente que pasarán cuatro semanas abiertas en las especulaciones.

Para el afectado, dando vueltas a lo que querrá exactamente tu superior. Repasando todo lo que quizás te había dicho en otra reunión y quedó pendiente. Poniendo orden y resolviendo temas de los que quizás te pide cuentas. Por si acaso. Y para los compañeros de trabajo, haciendo suposiciones sobre si te convoca para despedirte o para subirte el sueldo.

Cuando llega finalmente la reunión que se desarrolla de siguiente forma. Tu superior no te dice nada a favor o contra tu trabajo, ni te pide cuentas de lo que has hecho o dejado hacer. Pero realiza algunas reflexiones generales sobre la comunicación. Por ejemplo, que el periodismo hoy pide mucha implicación. O que la gente lo que busca es entretenimiento. No te ha hecho ningún reproche (ni elogio alguno) pero ya has entendido que debes implicarte más en el proyecto si quieres mantener el trabajo y que debes reorientar los contenidos.

Esto es más o menos lo que hizo este martes el papa Francisco con la Conferencia Episcopal Española. Anunciar semanas antes una reunión extraordinaria con todos los obispos en Roma para entregarles un informe que podía enviar por correo electrónico. Con esta excepcional convocatoria, quedaron abiertas las especulaciones y obligó a todos los convocados a revisar si habían hecho los deberes. Y no sólo sobre los semirarios, por si acaso.

Finalmente llega el dia y la presentación del informe se convierte en un "diálogo fraterno" con el Papa en el que "se ha puesto luz a diversos aspectos de la formación sacerdotal". En el que se remarca que es necesario formar hombres maduros, capaces de escuchar y discernir, en reforzar la dimensión comunitaria, en adaptarse a la nueva realidad social... Y ante el Papa se unge un joven obispo auxiliar de Madrid, Jesús Vidal, para que haga el seguimiento de las recomendaciones contenidas en el informe sobre los seminarios.

Pues ciertamente, no hay ningún "estirón de orejas". Pero como dice Mateo 13,9, el que tenga oídos, que oiga al Papa Francisco.

Es un furbo.

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