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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

En el Paseo de la Fama de Cannes, alrededor del Palacio de Festivales, se pueden ver las huellas de famosos, juntamente con su nombre. El material donde se estampan las huellas tiene que ser receptivo en el momento de hacerlo para que queden bien registradas. Posteriormente, se solidifica y permanece para la memoria. Cuanto más receptivo, más tierno, las huellas aparecen más profundas. Esta imagen me vino a la mente el pasado 10 de mayo con motivo de la celebración del 25 aniversario de la Llar d’Infants del colegio marista de Igualada. Un acto sencillo, entrañable, profundo. Atañe a niños y niñas que, a los pocos meses de nacer, son confiados por sus padres unas horas al día para que reciban en la Llar las atenciones adecuadas.

Cada edad requiere sus cuidados porque presenta necesidades diferentes que deben ser atendidas por los educadores. Todas las edades son importantes. No obstante, la intervención educativa no deja siempre la misma impronta. Cuanta más tierna es la persona, la huella puede ser más profunda. La trayectoria empieza ya en el seno materno. Una conducta inadecuada de la madre puede provocar, por ejemplo, un síndrome alcohólico fetal (SAF), con consecuencias negativas para la criatura. Conscientes de la influencia educativa en la edad temprana, los educadores que atienden a niños en esta franja de edad realizan una tarea inestimable. Se trata de educar en el amor, como el nutriente más esencial de la persona, y de proporcionar a cada a niño, a cada niña, la confianza básica en la vida. En los centros educativos, los que educan a los alumnos mayores suelen ser considerados más importantes. Indudablemente, tienen su relevancia, como la tienen todas las etapas. Sin embargo, las huellas más profundas, más determinantes, se producen en los primeros tiempos de la existencia. El amor y la confianza no tienen precio.

Alguien pudiera pensar que no hace falta ninguna preparación especial para llevar a cabo esta tarea en edades tempranas, porque a menudo se reduce la formación a contenido curricular. Craso error. Haber sido educado en el amor y en la confianza básica es uno de los mayores regalos que se pueden recibir. Las personas que los dan, más allá lógicamente de la propia familia, merecen nuestro más sincero reconocimiento y gratitud. La voz de tres mujeres jóvenes de 25 años, como primeras alumnas, la voz de una familia, la voz de las educadoras, la voz de los directivos… fueron una sinfonía coral, un canto al amor y a la confianza básica.

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