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Mare de Déu dels Dolors de Badalona.

AINA ARGUETA -CR La imagen más tradicional de las cofradías y congregaciones es la de una virgen llorando llevada a los hombros de fieles un Jueves Santo. Pero detrás de estas procesiones hay mucha más actividad. El ejemplo lo encontramos en Badalona con la Congregación de la Virgen de los Dolores que este año celebra 300 años. Desde el año de su creación, en 1723, la entidad ha sido testigo de los cambios de la sociedad. "Las congregaciones que no se han adaptado a los nuevos tiempos han muerto", analiza Joan Rosàs, prior de la congregación. "En la Guerra Civil Española se siguió con el culto en la clandestinidad y así hemos llegado hasta la fecha", explica.

"Tenemos 300 años de historia porque nos hemos ido actualizando en cada momento", declara. En el pasado existían dos congregaciones distintas, la de hombres y la de mujeres. Algo que permitía a las mujeres que controlaran su propio dinero, una práctica poco habitual en la época. En la era moderna, ambas se unificaron en la actual Congregación de la Virgen de los Dolores.

Por otra parte, la congregación de Badalona posee una de las imágenes de la virgen más antiguas que se conservan, diseñada para hacer procesiones. La imagen representa el momento en que a la Virgen María le quitan Jesús muerto de los brazos, “por eso tiene ese parecido sorprendido mezclado con tristeza”, explica Rosàs. La figura se viste, todavía hoy, con un protocolo asociado a las reinas.

LA PROCESIÓN NOS DA UNA IMAGEN DEL SIGLO XVIII MUY BONITA Y FOLCLÓRICA Y DESPUÉS SE DAN CUENTA DE QUE HAY MUCHAS MÁS COSAS

Los congregantes mantienen las procesiones y tradiciones porque son parte del patrimonio cultural de la ciudad, pero no funcionan con “la mentalidad del siglo XVIII”, declara Rosàs. La entidad ha ido diversificando su actividad y actualmente son quienes organizan la oración para la unidad de los cristianos en la ciudad. El prior recuerda que, no hace tantos años, tener trato con herejes era muy mal visto y que la Iglesia ha avanzado mucho hacia el ecumenismo.

El escaparate principal de la entidad es la procesión. Rosàs explica que mucha gente quiere pertenecer a la congregación porque las ve en la calle. "Nuestro trabajo no es hacer procesiones, pero no deja de ser un camino de entrada", razona. Hacen tres al año, pero ser congregante es mucho más que salir el Viernes de Dolores, el Jueves Santo y el Domingo de Pascua en una procesión. "Nos da una imagen del siglo XVIII muy bonita y folclórica, pero después se dan cuenta de que hay muchas más cosas, es un gancho", concluye.

La actividad de la entidad es constante durante todo el año, con al menos un encuentro al mes. A partir de la fiesta de la Candelaria en febrero y hasta Semana Santa hay encuentros semanales. Pasada Cuaresma, los encuentros mensuales suelen ser de oración.

Devenir congregante

Para entrar en la congregación debe realizarse un año de noviciado. Al ser un orden tercero, no deben hacer votos, pero durante todo el año los futuros congregantes se forman con un maestro de novicios sobre la historia de la orden, realizan una revisión de la actividad y la regla de vida. “No es que nos hayamos juntado los buenos, más bien los malos”, bromea el prior. Los novicios realizan una formación de vida comunitaria y finalmente hacen un compromiso para seguir las actividades de trabajo de vida interior.

Una vez congregando, los compromisos son variados. "Ser congregante implica tener una regla de vida, es decir, una vivencia personal e íntima con unas obligaciones concretas en el ámbito privado", aclara Rosàs. Lo tradicional es rezar la corona de los Dolores cada día. El prior reconoce que duda "que la mayoría de los congregantes actualmente recen la corona todos los días". A su juicio, es una forma de piedad que no va de la mano con el talante y el ritmo de vida de la actualidad. Sin embargo, existe un compromiso de oración y de relación personal con Dios. "No es un 'yo hago mi vida y Dios está allí en otra esfera', es más que Dios está dentro de cada uno de nosotros si no tenemos el corazón cerrado", explica.

Las congregaciones como la de la Virgen de los Dolores son de orden seglar, de laicos, de una orden religiosa. Los frailes hacen voto de castidad, pobreza y obediencia. Los congregantes no los hacen, pero deben vivir una espiritualidad cercana a estos votos. "Más que una solución material de las cosas, es una actitud en la vida diaria", clarifica Rosàs.

Un futuro por delante

La espiritualidad se queda cada vez más en el ámbito privado. A diferencia de las cofradías que más han tendido al culto externo, la Congregación de Badalona siempre ha priorizado la actividad interna. "En este sentido, ya nos va bien la situación actual, es nuestro talante", anuncia Joan Rosàs.

PRETENDER QUE TODA LA SOCIEDAD SEA UN PARDO DE SAL, NO DEBE SER MUY EVANGÉLICO TAMPOCO

Históricamente, en Badalona había de 100 a 200 congregantes de media. “Ahora profesiones hacemos muy pocas y entierros hacemos muchos”, detalla el prior. Sin embargo, el año pasado se unió un joven de 20 años a la entidad. Joan Rosàs opina que no es un problema particular de la Congregación de los Dolores, es un problema general de la Iglesia. "Intentar volver a épocas pretéritas, no tiene sentido", dice.

“Dicen que los cristianos deben ser la sal de la tierra. Si tú una olla la llenas de sal, eso no te lo puedes comer. Allí debe haber patatas, verduras, pescadito y un poco de sal que le dé gusto. Pretender que toda la sociedad sea un pardo de sal, ¡no será muy evangélico tampoco!”, explica Rosàs. El prior asegura que se trata de hacer lo que deben hacer, hacerlo en serio y “no encaparrarse al ser una multitud de gente”.

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