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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

En el cambio del segundo al tercer milenio me encontraba residiendo en Roma. Gozaba de la acreditación de la sala de prensa del Vaticano y pude observar con especial interés una decisión del papa san Juan Pablo II. Como preparación para este acontecimiento, el Papa había escrito seis años antes del año 2.000 la carta apostólica Tertio Millennio Adveniente. En ella, entiende el jubileo como un año de gracia, de perdón, de reconciliación y de conversión. En su mensaje a los indígenas del Continente Americano, pronunciado en Santo Domingo en 1992, había dejado claro este principio: «El mundo tiene siempre necesidad del perdón y de la reconciliación entre las personas y entre los pueblos. Solamente sobre estos fundamentos se podrá construir una sociedad más justa y fraterna.» Pedía a los indígenas «que «perdonéis a todos aquellos que durante estos quinientos años han sido causa de dolor y sufrimiento para vuestros antepasados y para vosotros.» Cuando llegó el año del jubileo, acentuó su petición del perdón histórico. Algunos altos prelados temían que esta actitud del Papa pudiera debilitar a la Iglesia. Juan Pablo II realizó numerosas peticiones de perdón. La humildad fortalece y reconoce al otro en su dignidad. Sin perdón, no hay reconciliación. Toda eucaristía comienza con una actitud penitencial y el signo de paz antes de la comunión simboliza la reconciliación de las personas y de los pueblos.

Traigo esto a colación respecto de la carta que el papa Francisco escribió al presidente de México con motivo del Bicentenario de la declaración de la Independencia. Antes de opinar sobre ella, la he leído, como es lógico. Un texto excelente con muchos matices. Algunas reacciones que se han producido en España por importantes políticos y sectores radicales han sido insultantes. Dudo que la hayan leído y, si lo han hecho, reflejan un fanatismo extremo. Esta carta encaja perfectamente con la respuesta del Papa en la entrevista concedida a la COPE sobre la necesidad de la reconciliación para construir un futuro fraterno en España. ¿Cómo llegar a reconciliarse si no hay capacidad para el perdón?

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