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Catalunya Religió

(CR) Una lectura rápida al nuevo documento del papa Francisco dirigido a los jóvenes. Christus Vivit es la Exhortación Apostólica que recoge las conclusiones del Sínodo sobre los jóvenes que se celebró el pasado octubre en Roma tras una extensa consulta mundial. El texto del papa Francisco se ha presentado este martes en el Vaticano. Resumimos las principales ideas y frases del Papa a través de las citas del documento.

Es el quinto documento de magisterio extenso que publica el papa Francisco tras el programático Evangelii Gaudium, de Laudato si' sobre la ecología, de Amoris Laetitia sobre la familia, i la Gaudete et Exsultate sobre la santidad.

Exhortación apostólica postsinodal Christus Vivit

Francisco a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios

2. Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamán­dote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza.

4. Mi palabra estará cargada de miles de voces de creyentes de todo el mundo que hicieron llegar sus opiniones al Sínodo. Aun los jóvenes no creyentes, que quisieron participar con sus reflexio­nes, han propuesto cuestiones que me plantearon nuevas preguntas.

Capítulo Primero

¿Qué dice la Palabra de Dios sobre los jóvenes?

9. La gloria de la juventud está en el corazón más que en la fuerza física o en la impresión que uno provoca en los demás.

13. Jesús, el eternamente joven, quiere regalar­nos un corazón siempre joven. [...] Esto significa que la verdadera juventud es tener un corazón capaz de amar.

15. Un joven no pue­de estar desanimado, lo suyo es soñar cosas grandes, buscar horizontes amplios, atreverse a más, querer co­merse el mundo, ser capaz de aceptar propuestas de­safiantes y desear aportar lo mejor de sí para construir algo mejor. Por eso insisto a los jóvenes que no se dejen robar la esperanza.

19. Uno puede pasar su juven­tud distraído, volando por la superficie de la vida, adormecido, incapaz de cultivar relaciones profun­das y de entrar en lo más hondo de la vida. De ese modo prepara un futuro pobre, sin substancia. O uno puede gastar su juventud para cultivar cosas bellas y grandes, y así prepara un futuro lleno de vida y de riqueza interior.

Capítulo segundo

Jesucristo siempre joven

La juventud de Jesús

23. Jesús dio su vida en una eta­pa que hoy se define como la de un adulto joven.

28. No hay que pensar que Jesús fuera un adolescente solitario o un jo­ven ensimismado. Su relación con la gente era la de un joven que compartía toda la vida de una familia bien integrada en el pueblo. [...] Nadie lo miraba como un joven raro o separado de los demás.

30. Nada de esto debería ser ignorado en la pastoral juvenil, para no crear proyectos que aís­len a los jóvenes de la familia y del mundo, o que los conviertan en una minoría selecta y preservada de todo contagio. Necesitamos más bien proyectos que los fortalezcan, los acompañen y los lancen al encuentro con los demás, al servicio generoso, a la misión.

Una Iglesia que se deja renovar

35. Pidamos al Señor que libere a la Iglesia de los que quieren avejentarla, esclerotizarla en el pa­sado, detenerla, volverla inmóvil. También pidamos que la libere de otra tentación: creer que es joven porque cede a todo lo que el mundo le ofrece, creer que se renueva porque esconde su mensaje y se mi­metiza con los demás. No. Es joven cuando es ella misma.

37. Son precisamente los jóvenes quienes pueden ayudar la Iglesia a mantenerse joven, a no caer en la corrupción, a no quedarse, a no enorgullecerse, a no convertirse en secta, a ser más pobre y testimonial, a estar cerca de los últi­mos y descartados, a luchar por la justicia, a dejarse interpelar con humildad.

Una Iglesia atenta a los signos de los tiempos

39. Es necesa­rio que la Iglesia no esté demasiado pendiente de sí misma, sino que refleje sobre todo a Jesucristo. Esto implica que reconozca con humildad que algunas cosas concretas deben cambiar, y para ello necesita también recoger la visión y aun las críticas de los jóvenes.

41. Si bien hay jóvenes que disfrutan cuando ven una Iglesia que se manifiesta humildemente se­gura de sus dones y también capaz de ejercer una crítica leal y fraterna, otros jóvenes reclaman una Iglesia que escuche más, que no se la pase conde­nando al mundo. No quieren ver a una Iglesia ca­llada y tímida, pero tampoco que esté siempre en guerra por dos o tres temas que la obsesionan. [...] Una Iglesia a la defensiva, que pierde la humildad, que deja de escuchar, que no permite que la cuestionen, pier­de la juventud y se convierte en un museo.

42. Una Iglesia viva puede reaccionar pres­tando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres que piden más justicia e igualdad. Puede recordar la historia y reconocer una larga trama de autoritarismo por parte de los varones, de someti­miento, de diversas formas de esclavitud, de abuso y de violencia machista. Con esta mirada será capaz de hacer suyos estos reclamos de derechos, y dará su aporte con convicción para una mayor reciprocidad entre varones y mujeres, aunque no esté de acuerdo con todo lo que propongan algunos grupos feminis­tas.

María, la muchacha de Nazaret

44. ¡María no compró un seguro de vida! ¡María se la jugó y por eso es fuerte, por eso es una influencer, es la in­fluencer de Dios!

Capítulo tercero

Ustedes son el ahora de Dios

64. Después de recorrer la Palabra de Dios, no podemos decir sólo que los jóvenes son el fu­turo del mundo. Son el presente, lo están enrique­ciendo con su aporte.

66. Hoy los adultos corremos el riesgo de ha­cer un listado de calamidades, de defectos de la ju­ventud actual. Algunos podrán aplaudirnos porque parecemos expertos en encontrar puntos negativos y peligros. ¿Pero cuál sería el resultado de esa acti­tud? Más y más distancia, menos cercanía, menos ayuda mutua.

Algunas cosas que les pasan a los jóvenes

71. La juventud no es algo que se pueda ana­lizar en abstracto. En realidad, “la juventud” no existe, existen los jóvenes con sus vidas concretas.

75. No seamos una Iglesia que no llora fren­te a estos dramas de sus hijos jóvenes. Nunca nos acostumbremos, porque quien no sabe llorar no es madre. [...] Lo peor que podemos hacer es aplicar la receta del espíritu mundano que consiste en anestesiar a los jóvenes con otras noticias, con otras distracciones, con ba­nalidades.

76. Los invito a que cada uno se pregunte: ¿Yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abandonado, un niño abusado, un niño usado por una sociedad como esclavo?

Deseos, heridas y búsquedas

82. En nuestro tiempo los avances de las ciencias y de las tecnologías biomédicas inciden so­bre la percepción del cuerpo, induciendo a la idea de que se puede modificar sin límite. [...] Pueden lle­varnos a olvidar que la vida es un don, y que somos seres creados y limitados, que fácilmente podemos ser instrumentalizados por quienes tienen el poder tecnológico.

84. En algunos jóvenes reconocemos un de­seo de Dios, aunque no tenga todos los contornos del Dios revelado. En otros podremos vislumbrar un sueño de fraternidad, que no es poco. [...] Se trata de verdaderos puntos de partida, fibras interiores que esperan con apertura una palabra de estímulo, de luz y de aliento.

El ambiente digital

86. Ya no se trata solamente de “usar” instrumen­tos de comunicación, sino de vivir en una cultura ampliamente digitalizada, que afecta de modo muy profundo la noción de tiempo y de espacio, la per­cepción de uno mismo, de los demás y del mundo, el modo de comunicar, de aprender, de informarse, de entrar en relación con los demás.

87. Por otro lado, el entorno digital es un contexto de participa­ción sociopolítica y de ciudadanía activa, y puede facilitar la circulación de información independien­te capaz de tutelar eficazmente a las personas más vulnerables poniendo de manifiesto las violaciones de sus derechos.

90. Los jóvenes de hoy son los primeros en hacer esta sín­tesis entre lo personal, lo propio de cada cultura, y lo global. Pero esto requiere que logren pasar del contacto virtual a una buena y sana comunicación.

Los migrantes como paradigma de nuestro tiempo

91. Los migrantes nos recuerdan la condición originaria de la fe, o sea la de ser “forasteros y peregrinos en la tierra” (Hb 11,13).

93. Las historias de los migrantes también son historias de encuentro entre personas y entre culturas: para las comunida­des y las sociedades a las que llegan son una opor­tunidad de enriquecimiento y de desarrollo huma­no integral de todos.

94. Pido especialmente a los jóvenes que no caigan en las redes de quienes quieren enfrentarlos a otros jóvenes que llegan a sus países, haciéndolos ver como seres peligrosos y como si no tuvieran la misma inalienable dignidad de todo ser humano.

Poner fin a todo tipo de abusos

96. La universalidad de la plaga de los abusos se­xuales a menores, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades, no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia, y en la justificada rabia de la gente la Iglesia ve el reflejo de la ira de Dios, traicionado y abofeteado.

97. Ya no hay que abandonar la decisión de aplicar las acciones y sanciones tan necesarias. Y todo esto con la gracia de Cristo. No hay vuelta atrás.

98. Existen diversos tipos de abuso: de po­der, económico, de conciencia, sexual. [...] Un espíritu clericalista expone a las personas consagradas a perder el respeto por el valor sagrado e inalienable de cada persona y de su libertad.

99. Quiero ex­presar con cariño y reconocimiento mi gratitud hacia quienes han tenido la valentía de denunciar el mal sufrido: ayudan a la Iglesia a tomar concien­cia de lo sucedido y de la necesidad de reaccionar con decisión. Pero también merece un especial reconocimiento el empeño sincero de innumera­bles laicos, sacerdotes, consagrados y obispos que cada día se entregan con honestidad y dedicación al servicio de los jóvenes.

101. La Iglesia camina como es, sin hacerse ciru­gías estéticas. No teme mostrar los pecados de sus miembros, que a veces algunos de ellos intentan di­simular, ante la luz ardiente de la Palabra del Evan­gelio que limpia y purifica.

Hay salida

110. Los jóvenes, ustedes, unidos tienen una fuerza admirable. Cuando se en­tusiasman por una vida comunitaria, son capaces de grandes sacrificios por los demás y por la comu­nidad. En cambio, el aislamiento los debilita y los expone a los peores males de nuestro tiempo.

Capítulo cuarto

El gran anuncio para todos los jóvenes

112. Ante todo quiero decirle a cada uno la primera verdad: “Dios te ama”. Si ya lo escuchas­te no importa, te lo quiero recordar: Dios te ama. Nunca lo dudes, más allá de lo que te suceda en la vida. En cualquier circunstancia, eres infinitamente amado.

115. Tienes que confiar en el recuerdo de Dios: su memoria no es un “disco duro” que registra y almacena todos nuestros datos, su memoria es un corazón tierno de compasión, que se regocija elimi­nando definitivamente cualquier vestigio del mal. No quiere llevar la cuenta de tus errores y, en todo caso, te ayudará a aprender algo también de tus caí­das. Porque te ama.

122. Jóvenes queridos, ustedes ¡No tienen precio! ¡No son piezas de subasta! Por fa­vor, no se dejen comprar, no se dejen seducir, no se dejen esclavizar por las colonizaciones ideológi­cas que nos meten ideas en la cabeza y al final nos volvemos esclavos, dependientes, fracasados en la vida. Ustedes no tienen precio: deben repetirlo siempre: no estoy en una subasta, no tengo precio. ¡Soy libre, soy libre! Enamórense de esta libertad, que es la que ofrece Jesús.

131. ¿Necesitas amor? No lo encontrarás en el desenfreno, usando a los demás, poseyendo a otros o dominándolos. Lo hallarás de una manera que verdaderamente te hará feliz ¿Buscas intensidad? No la vivirás acumulando objetos, gastando dinero, corriendo desesperado detrás de cosas de este mun­do. Llegará de una forma mucho más bella y satisfac­toria si te dejas impulsar por el Espíritu Santo.

Capítulo quinto

Caminos de juventud

135. Apreciar la juventud implica ver este tiempo de la vida como un momento valioso y no como una etapa de paso donde la gente joven se siente empujada hacia la edad adulta.

141. Pero en contra de los sueños que movi­lizan decisiones, siempre existe la amenaza del la­mento, de la resignación. Esto lo dejamos para aque­llos que siguen a la “diosa lamentación”.

142. Aún si te equivocas siempre podrás levantar la cabeza y volver a empezar, porque nadie tiene derecho a robarte la esperanza.

143. Jóvenes, no renuncien a lo mejor de su ju­ventud, no observen la vida desde un balcón. No confundan la felicidad con un diván ni vivan toda su vida detrás de una pantalla. Tampoco se conviertan en el triste espectáculo de un vehículo abandonado. No sean autos estacionados, mejor dejen brotar los sueños y tomen decisiones. Arriesguen, aunque se equivoquen. No sobrevivan con el alma anestesiada ni miren el mundo como si fueran turistas. ¡Hagan lío! [...] Por favor, no se jubilen antes de tiempo.

162. No serás santo y ple­no copiando a otros. Ni siquiera imitar a los santos significa copiar su forma de ser y de vivir la santidad. [...] Llegar a ser santo es llegar a ser más ple­namente tú mismo, a ser ese que Dios quiso soñar y crear, no una fotocopia. Tu vida debe ser un estímu­lo profético, que impulse a otros, que deje una marca en este mundo, esa marca única que sólo tú podrás dejar.

164. Siempre es mejor vivir la fe juntos y expresar nuestro amor en una vida comunitaria, compartiendo con otros jóvenes nuestro afecto, nuestro tiempo, nuestra fe y nues­tras inquietudes. La Iglesia ofrece muchos espacios diversos para vivir la fe en comunidad, porque todo es más fácil juntos.

174. A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. Sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas que se van plantean­do en diversas partes del mundo. [...] So­bre todo, de una manera o de otra, sean luchadores por el bien común, sean servidores de los pobres, sean protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, capaces de resistir las patologías del individualismo consumista y superficial.

176. Jóvenes, no dejen que el mundo los arrastre a compartir sólo las cosas malas o superficiales. Ustedes sean capa­ces de ir contracorriente y sepan compartir a Jesús, comuniquen la fe que Él les regaló.

178. La vida de ustedes no es un “mientras tanto”. Ustedes son el ahora de Dios, que los quiere fecundos. Porque es dando como se recibe.

Capítulo sexto

Jóvenes con raíces

Que no te arranquen de la tierra

186. Hoy vemos una tendencia a “homoge­neizar” a los jóvenes, a disolver las diferencias pro­pias de su lugar de origen, a convertirlos en seres manipulables hechos en serie. Así se produce una destrucción cultural, que es tan grave como la desa­parición de las especies animales y vegetales.

Tu relación con los ancianos

190. Un joven siempre de­bería tener un espíritu crítico. [...] Pero se trata simplemente de estar abiertos para recoger una sabiduría que se comunica de generación en ge­neración, que puede convivir con algunas miserias humanas, y que no tiene por qué desaparecer ante las novedades del consumo y del mercado.

191. Al mundo nunca le sirvió ni le servirá la ruptura entre generaciones. Son los cantos de sire­na de un futuro sin raíces, sin arraigo. Es la mentira que te hace creer que sólo lo nuevo es bueno y be­llo. La existencia de las relaciones intergeneracio­nales implica que en las comunidades se posea una memoria colectiva.

193. Si los jóvenes se arraigan en esos sueños de los ancianos logran ver el futuro, pueden tener visiones que les abren el horizonte y les muestran nuevos caminos. Pero si los ancianos no sueñan, los jóvenes ya no pueden mirar claramente el horizonte.

Capítulo séptimo

La pastoral de los jóvenes

202. La pastoral juvenil, tal como estábamos acostumbrados a llevarla adelante, ha sufrido el em­bate de los cambios sociales y culturales. Los jó­venes, en las estructuras habituales, muchas veces no encuentran respuestas a sus inquietudes, nece­sidades, problemáticas y heridas. [...] Se está creciendo en dos aspectos: la conciencia de que es toda la comunidad la que los evangeliza y la urgencia de que ellos tengan un pro­tagonismo mayor en las propuestas pastorales.

204. La pastoral juvenil necesita adquirir otra flexibilidad, y convocar a los jóvenes a eventos, a acontecimien­tos que cada tanto les ofrezcan un lugar donde no sólo reciban una formación, sino que también les permitan compartir la vida, celebrar, cantar, escu­char testimonios reales y experimentar el encuentro comunitario con el Dios vivo.

Una pastoral sinodal

205. Las metodologías no importa de qué color sean, si son “conservadoras o progresistas”, si son “de derecha o de izquierda”. Lo importante es que recojamos todo lo que haya dado buenos resultados y sea eficaz para comunicar la alegría del Evangelio.

Grandes líneas de acción

211. Es ne­cesario acercarse a los jóvenes con la gramática del amor, no con el proselitismo. El lenguaje que la gente joven entiende es el de aquellos que dan la vida, el de quien está allí por ellos y para ellos, y el de quienes, a pesar de sus límites y debilidades, tratan de vivir su fe con coherencia.

212. En algunos lugares ocurre que, después de haber provocado en los jó­venes una intensa experiencia de Dios, un encuentro con Jesús que tocó sus corazones, luego solamente les ofrecen encuentros de “formación” donde sólo se abordan cuestiones doctrinales y morales: sobre los males del mundo actual, sobre la Iglesia, sobre la Doctrina Social, sobre la castidad, sobre el ma­trimonio, sobre el control de la natalidad y sobre otros temas. […] Calmemos la obsesión por transmitir un cúmulo de conteni­dos doctrinales, y ante todo tratemos de suscitar y arraigar las grandes experiencias que sostienen la vida cristiana.

215. Cualquier plan de pastoral juvenil debe incorporar claramente medios y recur­sos variados para ayudar a los jóvenes a crecer en la fraternidad, a vivir como hermanos, a ayudarse mu­tuamente, a crear comunidad, a servir a los demás, a estar cerca de los pobres.

La pastoral de las instituciones educativas

221. La escuela necesita una urgente autocrítica si vemos los resultados que deja la pastoral de muchas de ellas, una pastoral concen­trada en la instrucción religiosa que a menudo es incapaz de provocar experiencias de fe perdurables. Además, hay algunos colegios católicos que pare­cen estar organizados sólo para la preservación. La fobia al cambio hace que no puedan tolerar la in­certidumbre y se replieguen ante los peligros, reales o imaginarios, que todo cambio trae consigo. La es­cuela convertida en un “búnker” que protege de los errores “de afuera”, es la expresión caricaturizada de esta tendencia. [...] En realidad, una de las alegrías más grandes de un educador se produce cuando puede ver a un estu­diante constituirse a sí mismo como una persona fuerte, integrada, protagonista y capaz de dar.

223. Por otra parte, no podemos separar la formación espiritual de la formación cultural. La Iglesia siempre quiso desarrollar para los jóvenes espacios para la mejor cultura. [...] El estudio sir­ve para hacerse preguntas, para no ser anestesiado por la banalidad, para buscar sentido en la vida.

Distintos ámbitos para desarrollos pastorales

224. No hay que menospreciar a los jóvenes como si fueran incapaces de abrirse a propuestas contem­plativas. Sólo hace falta encontrar los estilos y las modalidades adecuadas para ayudarlos a iniciarse en esta experiencia de tan alto valor.

228. En muchos adolescentes y jóvenes des­pierta especial atracción el contacto con la creación, y son sensibles hacia el cuidado del ambiente, como ocurre con los Scouts y con otros grupos. […] En el espíritu de san Francisco de Asís, son experiencias que pueden significar un camino para iniciarse en la escuela de la fraternidad universal y en la oración contemplativa.

Una pastoral popular juvenil

232. Especialmente con los jóvenes que no crecieron en familias o institucio­nes cristianas, y están en un camino de lenta madu­ración, tenemos que estimular el “bien posible” [...] A veces, por pre­tender una pastoral juvenil aséptica, pura, marcada por ideas abstractas, alejada del mundo y preser­vada de toda mancha, convertimos el Evangelio en una oferta desabrida, incomprensible, lejana, separada de las culturas juveniles y apta solamente para una élite juvenil cristiana que se siente diferen­te, pero que en realidad flota en un aislamiento sin vida ni fecundidad.

234. Somos una Iglesia de puertas abiertas. Ni siquiera hace falta que al­guien asuma completamente todas las enseñanzas de la Iglesia para que pueda participar de algunos de nuestros espacios para jóvenes. Basta una acti­tud abierta para todos los que tengan el deseo y la disposición de dejarse encontrar por la verdad revelada por Dios.

235. Todos los jóvenes, sin exclusión, están en el corazón de Dios y, por lo tanto, en el corazón de la Iglesia.

Siempre misioneros

241. Los jóvenes son capaces de crear nue­vas formas de misión, en los ámbitos más diversos. Por ejemplo, ya que se mueven tan bien en las redes sociales, hay que convocarlos para que las llenen de Dios, de fraternidad, de compromiso.

El acompañamiento de los adultos

246. Algunas veces, los mentores son pues­tos sobre un pedestal […]. Los mento­res no deberían llevar a los jóvenes a ser seguidores pasivos, sino más bien a caminar a su lado, dejándo­les ser los protagonistas de su propio camino. Deben respetar la libertad que el joven tiene en su proceso de discernimiento y ofrecerles herramientas para que lo hagan bien.

Capítulo octavo

La vocación

249. El Concilio Vaticano II nos ayudó a renovar la consciencia de este llamado dirigido a cada uno: « Todos los fieles, cristianos, tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfec­to el mismo Padre» (LG, 11).

Su llamado a la amistad con Él

252. La vida que Jesús nos regala es una historia de amor, una historia de vida que quiere mezclarse con la nuestra y echar raíces en la tierra de cada uno. Esa vida no es una salvación colga­da “en la nube” esperando ser descargada, ni una “aplicación” nueva a descubrir o un ejercicio men­tal fruto de técnicas de autosuperación. Tampoco la vida que Dios nos ofrece es un “tutorial” con el que aprender la última novedad. La salvación que Dios nos regala es una invitación a formar parte de una historia de amor.

Tu ser para los demás

257. En el discernimiento de una vocación es importante ver si uno reconoce en sí mismo las capacidades necesarias para ese servicio específico a la sociedad. [...] Tu vocación te orienta a sacar afuera lo mejor de ti para la gloria de Dios y para el bien de los demás. El asunto no es sólo hacer cosas, sino hacerlas con un sentido, con una orientación.

El amor y la familia

261. El verdadero amor es apasionado. El amor entre un hombre y una mujer, cuando es apa­sionado, te lleva a dar la vida para siempre. Siempre. Y a darla con cuerpo y alma.

263. Vale la pena apostar por la familia y que en ella encontrarán los mejores estímulos para ma­durar y las más bellas alegrías para compartir. No dejen que les roben el amor en serio.

264. Les pido que sean revo­lucionarios, les pido que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades, cree que ustedes no son capaces de amar verdaderamen­te. Yo sí tengo confianza en ustedes, y por eso los aliento a optar por el matrimonio.

El Trabajo

269. Ruego a los jóvenes que no esperen vi­vir sin trabajar, dependiendo de la ayuda de otros. Eso no hace bien, porque el trabajo es una ne­cesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal.

270/271. El mundo del tra­bajo es un ámbito donde los jóvenes experimen­tan formas de exclusión y marginación. [...] Es una cuestión muy delicada que la po­lítica debe considerar como un tema de primer or­den, particularmente hoy que la velocidad de los desarrollos tecnológicos, junto con la obsesión por reducir los costos laborales, puede llevar rápida­mente a reemplazar innumerables puestos de traba­jo por máquinas. Y se trata de un asunto fundamen­tal de la sociedad porque el trabajo para un joven no es sencillamente una tarea orientada a conseguir ingresos.

Vocaciones a una consagración especial

275. Si algunos sacerdotes no dan un buen testimonio, no por eso el Señor dejará de llamar. Al contrario, Él redobla la apuesta porque no deja de cuidar a su Iglesia amada.

276. En el discernimiento de una vocación no hay que descartar la posibilidad de consagrarse a Dios en el sacerdocio, en la vida religiosa o en otras formas de consagración. ¿Por qué excluirlo? Ten la certeza de que, si reconoces un llamado de Dios y lo sigues, eso será lo que te hará pleno.

Capítulo noveno

El discernimiento

279. Recuerdo que todos, pero especialmen­te los jóvenes, están expuestos a un zapping cons­tante. Es posible navegar en dos o tres pantallas simultáneamente e interactuar al mismo tiempo en diferentes escenarios virtuales. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del mo­mento.

286. Quiero recordar cuál es la gran pregunta: Muchas veces, en la vida, perdemos tiempo preguntándonos: “Pero, ¿quién soy yo?”. Y tú puedes preguntarte quién eres y pasar toda una vida buscando quién eres. Pero pregúntate: “¿Para quién soy yo?”. Eres para Dios, sin duda. Pero Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros.

287. Para discernir la propia vocación, hay que reconocer que esa vocación es el llamado de un amigo: Jesús. A los amigos, si se les regala algo, se les regala lo mejor

209. Queridos jóvenes, seré feliz viéndolos correr más rápido que los lentos y temerosos. Co­rran atraídos por ese Rostro tan amado, que ado­ramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano sufriente. El Espíritu Santo los empuje en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta! Y cuando lleguen donde nosotros to­davía no hemos llegado, tengan paciencia para es­perarnos.

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