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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Polarización es la palabra del año 2023, dentro de la propuesta de doce candidatas. Esta elección, realizada por undécima vez, corresponde a la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), impulsada por la Agencia EFE y la Real Academia Española. La palabra escogida resume una característica importante del año en curso. Basta recordar los tres últimos años para situar el escenario social: inteligencia artificial (2022), vacuna (2021) y confinamiento (2020). La palabra polarización se incorporó al diccionario de la RAE en 1884 con un significado reducido a la ciencia física. En los últimos años, se ha ido relacionando con la sociedad, la política, la opinión pública, las posturas en las redes sociales… incorporando la acepción siguiente: «orientar en dos direcciones contrapuestas».

La polarización implica el triunfo de los extremos y la pérdida de relevancia de las zonas intermedias. Blanco o negro. El gris se difumina hasta hacerse invisible. La radicalidad sustituye el matiz. Esta tensión de los extremos genera conflicto, que se agudiza por la práctica desaparición de las fuerzas que les sirven de puente. De este modo, la paz es un bien amenazado y frágil. Las guerras se suceden unas a otras. El extremo proporciona seguridad, situación harto cómoda para personalidades indecisas o sin consistencia. En un ambiente polarizado, como afirma el proverbio, los extremos se tocan, se necesitan, se retroalimentan, aunque con frecuencia un extremo surge antes que el otro y, a menudo, lo genera. Pero el precio social que se paga es extraordinariamente alto. La polarización anula el diálogo e imposibilita la negociación. Un extremo solo admite la rendición de su oponente, que deja de ser adversario para convertirse en enemigo.

Un refrán africano afirma que «cuando dos elefantes se pelean es la hierba la que sufre». Las luchas, los conflictos que están generando los extremos en nuestra sociedad, con especial protagonismo de la extrema derecha, son de alto voltaje. Los partidos en nuestro ámbito político se pelean como dos elefantes, a trompazo limpio. Se disputan el poder a mordiscos. Pugnan por situar a los suyos, como una auténtica oficina de colocación, para que dispongan de buenos empleos públicamente remunerados. La hierba es la que sufre. Es decir, las clases que están en la base se convierten en carne de cañón por las decisiones de los poderosos. Las crisis enriquecen a los ricos, y empobrecen a los pobres y a los de clase media. Resultado: una polarización más aguda, más insufrible y con un creciente número de víctimas.

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