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Por Josep Gallifa .

El grupo de investigación Psicología, Persona y Contexto organizó hace unos días una mesa redonda, o mejor dicho una típica cuadrícula de caras vía Zoom, a la que ya nos vamos acostumbrando, pero que también va convirtiéndose en una forma de llegar a la gente. El tema fue los aprendizajes que podemos extraer de la situación que vivimos con la Covid-19. Moderó y condujo el debate la periodista y profesora universitaria Dra. Assumpta Sendra. Se recogen a continuación algunas de las interesantes aportaciones de cada ponente y unas reflexiones finales:

Daniel Arbós desde el entorno científico-sanitario, expuso los esfuerzos que se están haciendo desde los entornos sanitarios, expresando una cierta decepción porque la "receta" (aislamiento, mascarilla) ha sido la misma que hace 100 años. Dónde está decía- el beneficio del avance de la tecnología? Manifestó que desde la perspectiva de la prevención de contagios, a pesar de todo el conocimiento que tenemos, somos incapaces de detectar y aislar los casos. Aprendizajes positivos han sido el trabajo conjunto en el conocimiento compartido del virus para saber cómo tratar a los enfermos, por lo que la supervivencia ha mejorado mucho. Expuso también un sentimiento de reconciliación en la admiración por el desarrollo de las vacunas en menos de un año. Existe el reto de que las vacunas lleguen a todas partes. Esto nos hace ver que no podemos olvidar la investigación y recordar que en los hospitales no se puede afectar el tratamiento de otras enfermedades –dijo- así como también que hemos visto un auge de la anti-ciencia que nos debería hacer reflexionar como sociedad.

Sergi Corbella desde el ámbito psicológico, explicó que era una falsa ficción la "nueva normalidad", que no era normalidad si debe de haber distancia física, no poder abrazar, etc. En todo caso es normalidad alterada por las circunstancias. El primer impacto desde la psicología es una cierta cura de humildad. Nadie podía esperar que estuviéramos donde estamos. Hemos visto que se ha alargado y de ahí surge un concepto -decía el Dr. Corbella-: el ser humano tiene una gran capacidad adaptativa pero también cuando hay una amenaza con incertidumbre, esta incertidumbre se convierte en tóxica. Nos adaptamos a vivir con una amenaza constante, y esto tiene consecuencias emocionales y psicológicas. Hay quien se siente ansioso, deprimido, quien recurre al consumo de alguna sustancia,... Y se han dado una amplia cantidad de reacciones emocionales consecuencia de todo lo que hemos vivido. Cuando la incertidumbre, sensación amenaza, fragilidad, duran en el tiempo se ponen a prueba los recursos personales. Se puede prever pues que habrá una cuarta ola que no será de un virus sino de las consecuencias emocionales de lo que estamos viviendo. Hay una tarea de prevención a desarrollar lo antes posible, de aprender a cómo gestionar la incertidumbre, para generar serenidad. La mejor herramienta es el afecto de las personas que tenemos cerca, cuidando y estando cerca de los que amamos.

Anna Berga desde el ámbito sociológico, expuso que estamos inmersos en una crisis que marcará un antes y un después, tanto a nivel biográfico como socialmente. Pocas veces se tiene la oportunidad de vivir un momento socialmente histórico y que marca una generación. Además es el primer evento histórico que ha impactado a escala totalmente planetaria -dijo- y no saldremos de la misma manera. La Covid-19 ha puesto de manifiesto los efectos de la globalización, que ahora se han manifestado de manera descarnada, pues el virus se ha propagado por nuestro modo de vida. Constató que estamos interconectados y deberíamos sacar el aprendizaje que no es verdad que no vaya con nosotros lo que pasa en la otra punta del planeta. Insistió en la importancia de repensar los valores sociales: los valores de la solidaridad, del sentido de formar parte de un colectivo, la importancia de poder obedecer a reglas por el bien común,... Estamos a tiempo de tomar decisiones. A nivel de países los que salieron mejor parados, fueron los que antepusieron el bienestar de las personas y su salud a otras cuestiones, y en muchos casos las líderes políticas que estaban delante fueron mujeres: Aprendamos - concluyó- otra manera de hacer política. También ayuda a mitigar la incertidumbre que tengamos unos modelos de confianza social. Hay una crisis preocupante, es importante la generación de modelos en los que haya unos liderazgos en los que se pueda confiar, dijo la Dra. Berga.

Manuel Almendro desde una óptica de la psicología de la conciencia desarrolló la idea de que en la Modernidad hubo una ruptura entre la mente dual egoica y la conciencia. La mente dual instrumentaliza la naturaleza y otros seres vivos al servicio de uno, y de ahí -explicó- el origen de la destrucción del ecosistema. Estamos pues -se preguntó- ante la necesidad de superar esta mente dual? Esto sería un cambio de civilización. De la conciencia de lo insondable, universal, unitaria, mística, la supra-conciencia, que está más allá de la mente dual, del tiempo y del espacio, y que trasciende la relación sujeto-objeto -dijo- ya hablaron de ella las diversas tradiciones, entre ellas citó la mística cristiana. Hay en los tiempos actuales una apertura a la conciencia. Una aspecto le ha llamado la atención en este sentido: los pacientes manifiestan que la pandemia "les ha abierto el corazón". La OMS por su parte habla de "One Health", de que es necesaria una salud a nivel de personas, animales, plantas, horizontal y vertical. Ve pues como importante el encuentro entre oriente y occidente, entre la sabiduría intemporal de las tradiciones y la ciencia. Tiene esperanza en la psicología de la conciencia, en la meditación, yoga, espiritualidad, en el "haz en tí el cambio que quieres ver en los demás", pues tal vez estamos ante un reto, un salto evolutivo, del "homo sapiens" al "homo espiritual", siempre que no sea el negocio del siglo XXI, dijo el Dr. Almendro; estamos pues ante un cambio de conciencia, un cambio en la forma de la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Recordó Pàniker que hace ya 40 años hablaba de que la incertidumbre es consustancial a la vida, es necesario que la persona se abra a su interior, también que se acompañe a sí misma, que se abra a la conciencia interior. Ha desaparecido la "hipnosis" -dijo- de que viviremos siempre en el mismo momento. La aceptación de la incertidumbre necesita conciencia y hay -dijo- una parte positiva de la incertidumbre.

Con esta última intervención podemos reflexionar como en la pandemia la conciencia y la espiritualidad se abren camino, a veces quizás sin referencia a una tradición. Es lo que se conoce como espiritualidad sin una tradición religiosa. Sin embargo, seguramente esta necesidad detectada de búsqueda de sentido abra unos nuevos tiempos que pueden servir a mucha gente para recuperar y re-conectar con la propia tradición, en nuestro caso la tradición cristiana. Estamos viendo, tal vez, este fenómeno de la necesidad de búsqueda de sentido y de recuperar la propia tradición en las encuestas recientes en nuestro país en las que más gente se identifica como católica. Es el momento sólo un dato pero seguro que hay un dinamismo que lo explica.

Hubo muchos otros aspectos en la mesa redonda propuestos por la moderadora Assumpta Sendra sobre los que nos podríamos extender. Digamos sólo que con esta visión bio-psico-social-espiritual, se dan varias dimensiones de conciencia y formas de proteger y hacer evolucionar la vida. El avance en todas ellas se puede denominar también como desarrollo integral humano. La Covid-19 puede estar ayudando, a pesar de todo, a dar centralidad a este desarrollo.

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