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Fotografia: Vatican News.

¿Qué ha cambiado en los diez años del papa Francisco?

MANUEL MANONELLES –CR Es sabido que el interés por las periferias, la vocación ecuménica e interreligiosa, así como el compromiso con la paz, los refugiados y la agenda ambiental son cuatro de los ámbitos más definitorios del pontificado del papa Francisco. Eso sí, por detrás de su apuesta por una Iglesia más social y abierta, cercana a las personas y necesidades de la sociedad. Una visión de la Iglesia inherente a su personalidad y a la trayectoria que él ya marcó durante los quince años que ejerció como arzobispo metropolitano de Buenos Aires, en su Argentina natal. Algo que, además, se ve reflejado en el gran número de viajes, visitas apostólicas en la terminología vaticana, de carácter internacional que ha llevado a cabo en esta última década como pontífice.

Un papa viajero y comprometido

El papa Francisco ha sido especialmente viajero, aunque a priori no lo tengamos como tal. De hecho, su ritmo de viajes ha sido incluso ligeramente superior al del gran papa viajero, Juan Pablo II, quien en sus veinticinco años de pontificado llevó a cabo 104 viajes internacionales. Francisco, por su parte, en ocho años -el año y medio más duro de la pandemia de COVID la agenda de viajes se congeló por motivos obvios- ha realizado 40 viajes internacionales. Los 32 primeros fueron antes de la pandemia, de 2013 a 2019, reanudándose éstos en marzo de 2021 con el viaje a Irak. Ha visitado 59 países de 4 continentes, nunca habiendo pisado ningún país de la Oceanía aunque lo tenía inicialmente previsto para el 2022. Además, hoy por hoy, hay anunciados dos nuevos viajes: el primero en Hungría -previsto para abril de este año- y el siguiente en agosto en Portugal con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.

De los viajes ya llevados a cabo destacan, o incluso sorprenden, los siguientes aspectos o características, si bien en la mayoría de casos se mezclan varios de ellos según cuál sea el viaje:

El interés por las periferias del catolicismo e, incluso, del cristianismo: De los 59 países visitados, 34 -es decir más de la mitad- no eran países donde el catolicismo fuera mayoritario o relevante, es más, en muchos casos ni tan sólo eran de mayoría cristiana, lo que no deja de ser significativo.

LA AGENDA INTERNACIONAL DEL ACTUAL PAPA PASA POR EL COMPROMISO CON LA PAZ, LOS MIGRANTES Y LOS REFUGIADOS

La vocación ecuménica e interreligiosa: Igualmente, uno de los elementos que más destacan dentro de la agenda de los viajes del papa Francisco es una clara vocación ecuménica e interreligiosa. En este sentido, vemos cómo el segundo viaje de Francisco fue a Tierra Santa, con una peregrinación conjunta con el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, a quien visitó de nuevo unos meses después en Estambul. Hay que tener en cuenta, también, que el mencionado patriarca asistió a la misa de inicio de pontificado de Francisco donde se produjo el histórico abrazo entre ambos, cosa que llevaba más de mil años sin darse.

Igualmente en clave ecuménica cabe destacar la visita en 2016 a Suecia en el marco de los 500 años de Lutero, el encuentro en Egipto con el líder espiritual de los cristianos coptos, el papa Teodoro II, en 2017, o la visita que hizo en 2018 a Ginebra, Suiza, en el marco del 70 aniversario del Consejo Mundial de las Iglesias, institución que agrupa a la mayoría de las iglesias cristianas ortodoxas y orientales, así como las reformadas. Algo que se hace extensivo a los encuentros con los líderes de las diversas iglesias ortodoxas cada vez que ha visitado un país de Europa oriental y Cáucaso, o los diversos encuentros que ha llevado a cabo con otros patriarcas de iglesias orientales.

En la dimensión interreligiosa destaca la participación en diversos foros y congresos de alto nivel (Emiratos en 2019, Kazajistán y Bahréin ambos en 2022), así como varios encuentros y diálogos tanto con líderes musulmanes como budistas en sus visitas a Sri Lanka en 2015, en Bangladesh y Myanmar en 2017, Tailandia y Japón en 2019 e Irak el mismo año, siendo el primer pontífice de la historia en visitar el país, como lo ha sido en las diversas ocasiones que lo ha hecho en la península arábiga.

El compromiso con la paz y los refugiados: Otro de los ejes que definen la agenda internacional del actual Papa es el compromiso con la paz, así como con los migrantes y refugiados. Es también desde esta perspectiva que se llevó a cabo el viaje de Francisco, ya comentado, al inicio de su pontificado en Tierra Santa en 2014; así como el de Bosnia Herzegovina del año siguiente. Lo mismo marcó la visita en dos tiempos a Armenia, Georgia y Azerbaiyán en 2016 con la voluntad explícita de actuar de mediador en el conflicto sobre el Nagorno-Karabaj. La visita en 2017 a Colombia también estuvo definida por el apoyo del pontífice al complejo proceso de paz que vive ese país; así como también el viaje del mismo año a Bangladesh y Myanmar, trabajando por un cambio de actitud del gobierno birmano respecto a los Rohingya. Particularmente elocuente ha sido su último viaje, en la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, dos países que hace años sufren los estragos de la guerra. Como lo fue el conmovedor acto con varias víctimas de la guerra que se hizo en Kinshasa, la capital de la RD del Congo, ante la imposibilidad de viajar -por cuestiones de seguridad- al este de ese país tal y como era la voluntad de Francisco.

La preocupación del Papa respecto a la crisis humanitaria que se vive en el Mediterráneo por la cuestión migratoria se ha hecho especialmente visible en muchos discursos y gestos del pontífice, particularmente en Italia, pero en clave internacional han sido particularmente visibles las dos visitas a la isla de Lesbos en 2016 y 2021 y, más recientemente, en la visita a la isla de Malta.

Participación en los grandes encuentros de la Iglesia católica: Como es lógico y evidente, siguiendo el rastro de sus predecesores, una parte de la agenda internacional del papa se ha dedicado a la participación en los grandes encuentros mundiales que organiza la propia Iglesia . Así vemos cómo su primer viaje como pontífice fue en 2013 a Brasil para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud, algo que repitió en 2016 en Polonia (Cracovia) o en Panamá en 2019. En 2014 participó también en la Jornada Asiática de Juventud en Corea del Sur, como lo hizo en los Encuentros Mundiales de las Familias en 2015 en Estados Unidos y en 2018 en Irlanda. De hecho, se le espera este verano en Lisboa para participar de nuevo en las Jornadas Mundiales de la Juventud que se han tenido que ir posponiendo a causa de la pandemia de Covid.

El reconocimiento, la reparación y el perdón: Por último, en relación con los viajes, aunque por número no son los más relevantes, hay que indicar como significativos para el pontificado de Francisco aquellos viajes llevados a cabo con la voluntad principal de reconocer los errores que durante la historia han sido cometidos o han contado con la aquiescencia de la Iglesia católica en lugares y contextos particulares. Unos viajes que, además, se han realizado con la voluntad de contribuir a la reparación y el perdón. En este caso destaca la visita del pasado año a Canadá, en referencia a los abusos sufridos por indígenas en internados. Igualmente, el viaje efectuado en 2015 a Ecuador, Bolivia y Paraguay, fue marcado también por un sentido discurso de disculpa del Papa por los crímenes ocurridos durante la conquista colonial de América Latina, realizada en el nombre de la cruz.

El ecumenismo y el diálogo interreligioso: signos de los tiempos

Igualmente, la apuesta por el ecumenismo, así como por el diálogo interreligioso, es uno de los elementos clave del pontificado del papa Francisco. Hay que recordar aquí sus palabras del pasado verano definiendo el "diálogo interreligioso como un signo de los tiempos". Algo que también entra en total consonancia con la praxis de Francisco como arzobispo de Buenos Aires, donde era conocido por sus buenas relaciones con las demás confesiones religiosas presentes en su diócesis.

El diálogo con las iglesias ortodoxas y el ecumenismo de sangre: Para Francisco el ecumenismo en general es “una prioridad” y si en algún ámbito esto ha destacado especialmente es con las relaciones con las iglesias ortodoxas. Se ha encontrado, como ya se ha mencionado, en reiteradas ocasiones con algunos de sus principales líderes, incluyendo también el encuentro entre Francisco y el patriarca Cirilo de Moscú en La Habana en 2016, y se han firmado múltiples declaraciones conjuntas. Incluso, el 28 de abril de 2017, Francisco participó en un servicio ecuménico en El Cairo, Egipto, conjuntamente con los ya mencionados patriarca de Constantinopla Bartolomé I y el de Alejandría, el papa copto ortodoxo, Teodoro II, un encuentro inédito a tres bandas desde el Gran Cisma de Oriente.

Esta intensa actividad responde también a la idea del ecumenismo de sangre, concepto que ha sido expresado en varias ocasiones por Francisco y que predetermina desde hace años gran parte de la política exterior de la Santa Sede. En un contexto de persecución de los cristianos en partes de Oriente cercano y medio, pero también en varias partes de África, en 2015 el papa Francisco afirmó de forma muy desgarradora: “Hoy tenemos un ecumenismo de sangre. En algunos países asesinan a cristianos porque llevan una cruz o tienen una biblia, y antes de matarlos no les preguntan si son Anglicanos, Luteranos, Católicos u Ortodoxos, la sangre está mezclada”.

OTRO ASPECTO A DESTACAR, EN ESTE CASO EN RELACIÓN AL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, ES LA REANUDACIÓN DE LAS RELACIONES ENTRE EL VATICANO Y EL ISLAM

Por tanto, esta tarea conjunta en defensa de los cristianos perseguidos ha sido promovida intensamente en el pontificado de Francisco, lo que en paralelo ha comportado un importante acercamiento de la Iglesia católica en el trabajo conjunto en este ámbito con varias de las iglesias ortodoxas presentes directa o indirectamente en el terreno. Es en esta clave, por ejemplo, que debe entenderse la posición de Francisco en contra de una intervención occidental en la guerra de Siria, lo que se planteó seriamente en el verano de 2013, después del uso de armamento químico por parte del régimen de Al Asad.

Sin embargo, esta proximidad fruto del trabajo conjunto se ha visto gravemente afectada, sobre todo en el caso de las relaciones con la Iglesia Ortodoxa Rusa, por la invasión y consecuente guerra en Ucrania.

Las relaciones con el Islam: Otro aspecto a destacar, en este caso en relación con el diálogo interreligioso, es la reanudación de las relaciones entre el Vaticano y el Islam; unas relaciones que habían quedado muy tocadas a raíz de la polémicas desatadas –y en parte interesadas- durante el pontificado de su predecesor, Benedicto XVI. En este sentido, subrayar como uno de los elementos más significativos los diversos encuentros del Papa con el Gran Imam de Al-Azhar, el egipcio Ahmed el-Tayeb, el principal líder espiritual de la rama suní del Islam, quien había roto las relaciones con la Santa Sede en 2011.

De hecho, la apuesta de Francisco por promover las relaciones con el Islam, como había hecho en su día Juan Pablo II y Benedicto XVI al inicio de su pontificado, no le ha ahorrado críticas o polémicas como las que hubo en Francia en 2016 a raíz de las declaraciones del Papa desvinculando Islam y violencia tras el asesinato de un presbítero católico en Normandía por parte de dos afiliados al ISIS; algo que no fue bien recibido en aquellos momentos por una parte importante de la sociedad francesa.

El judaísmo y otras confesiones religiosas: El papa Francisco, y también el obispo Bergoglio, ha tenido igualmente especial cuidado en sus relaciones con el judaísmo. Cabe recordar que como arzobispo ya había firmado conjuntamente con el párroco del Seminario Rabínico de Buenos Aires un libro con el título “Sobre el cielo y la tierra”. También es muy significativa de la forma de hacer del actual papa la relación establecida con el periodista israelí Henrique Cymerman, de la que surgió la idea de la “oración por la paz” que reunió a los líderes de Israel y Palestina (Shimon Peres y Mahmud Abbas) en los jardines del Vaticano; así como otros encuentros y gestos de Francisco hacia esta confesión religiosa.

Por último destacar, en esta primavera del ecumenismo y del diálogo interreligioso que está viviendo la Iglesia católica con el papa Francisco, el diálogo mantenido también con la Iglesia católica Vella y con las diversas ramas de las iglesias reformadas, incluyendo citada participación en la conmemoración de los 500 años de la reforma que realizó en el viaje en 2016 a Suecia y la visita al Consejo Mundial de las Iglesias; o el hecho de que se trate del primer papa que se haya encontrado con los líderes de los Mormones (Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días).

Igualmente, como también se ha mencionado, Francisco ha mantenido contactos con varios líderes del budismo, si bien el papa declinó en 2014 recibir a Tenzin Gyasto, el 14º Dalai Lama, por miedo a que esto afectara a las negociaciones que en ese momento mantenía el Vaticano con la República Popular China; negociaciones, pero que se convirtieron en infructuosas.

La pandemia y la guerra en Ucrania

La pandemia y la guerra en Ucrania son dos de los principales elementos que han comportado cambios copernicanos en las agendas internacionales y ecuménico-interreligiosa del papa.

Por un lado, la pandemia, y el subsecuente Gran Confinamiento, frenó de repente la agenda de viajes internacionales del papa, que no se reanudaron hasta marzo de 2021, con el primer viaje de un pontífice de la era moderna en Irak. Una agenda que en el futuro estará condicionada a la salud y movilidad de Francisco, que cuenta ya con 86 años.

Igualmente, la invasión rusa de Ucrania, el conflicto que ha desatado y las consecuencias que se han derivado a nivel global, ha supuesto un giro importante en la acción diplomática de la Santa Sede. Desde el principio el papa Francisco se ha involucrado en profundidad, prueba clara es la visita inesperada que realizó en la sede de la embajada Rusa cerca de la Santa Sede a pocos días del inicio de la invasión, como el viaje inmediato de dos cardenales como enviados personales suyos a la zona y tantas otras acciones, llamadas o gestos.

LAS CONDICIONES PARA UNAS NEGOCIACIONES ENTRE RUSIA Y UCRANIA NO EXISTEN TODAVÍA, GENERANDO LA FRUSTRACIÓN VISIBLE Y PÚBLICA DEL PAPA

Al inicio de la guerra todo indicaba que el Vaticano podía tener un papel clave en la mediación del conflicto, dada la percepción generalizada de neutralidad del mismo. La buena relación, que ya he indicado, del Vaticano con el Patriarcado de Moscú, así como las características propias de Francisco -el primer papa no europeo de la historia moderna, latinoamericano y poco cercano a Washington- se suponía que le daban una credibilidad especial frente al Kremlin. En paralelo, desde el principio el gobierno ucraniano demostró muy buena predisposición al potencial papel del Papa en la mediación e incluso Zelenski hizo reiteradas llamadas públicas a que Francisco visitara su país. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que las condiciones para unas negociaciones no existen todavía, generando una frustración visible del papa que ha hecho visible y pública, entre otros, su decepción por el seguidismo del patriarca Cirilo respecto al Kremlin hasta el punto de que las relaciones entre ambos, y respectivas instituciones, se ha degradado muy notablemente.

Ahora bien, todo lo que realmente ha hecho, y no ha hecho, el Vaticano y el papa Francisco en clave de mediación y diplomacia en este conflicto en estos momentos no está del todo claro y seguramente no lo conoceremos hasta dentro de muchos años, ya que precisamente si destaca por algo la diplomacia vaticana es por su discreción.

Manuel Manonelles, politólogo y profesor asociado en la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna.

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