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Fotografia: Sagrada Família.

CR A caballo entre la pedagogía, la arquitectura y la teología se han publicado tres artículos en la revista Carthaginensia con el título Los lugares de culto como experiencia educativa. La Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, ​​un ejemplo paradigmático de varios autores del Grupo de Investigación en Educación, Didáctica y Aprendizaje (GRADE) y del Grupo de Investigación en Pedagogía, Sociedad e Innovación con el apoyo de las TIC (PSITIC) de la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y el Deporte Blanquerna (URL). Esta reflexión transdisciplinaria será presentada en una sesión singular del Seminario de Patrimonio Sacro de la Fundación Joan Maragall, convocada por la Delegación Diocesana de Pastoral Fe y Cultura del arzobispado de Barcelona, ​​en la basílica de la Sagrada Familia este martes 5 de marzo, contando también con el apoyo de la Fundación Escuela Cristiana de Cataluña (FECC) dada su vertiente educativa. Hablamos con Anna Maria de Monserrat, coautora de los artículos y profesora de la FPCEE Blanquerna (URL), junto con Ángel Jesús Navarro, Xavier Marín, Anna Eva Jarabo y Eloi Aran, y que habla en nombre de todos los autores.

¿Qué reflexión pueden aportar estos artículos a los equipos de titularidad de las escuelas cristianas en un momento en que se cuestionan los espacios de culto escolares o, en algunos casos, se opta por la desacralización para su reconversión, por ejemplo, en espacios de interioridad?

El objetivo final de los tres artículos publicados es sugerir que los centros de culto, en tanto que lugares de reunión y de celebración litúrgica obedecen a una lógica que va más allá de la arquitectura para abrirse a una comprensión antropológica y teológica que contemple también una aportación pedagógica de éstos. La sacralización del espacio que representan a los espacios de culto permite recurrir al simbolismo de la orientación y de la ordenación, como claves de lectura de un itinerario humanizador. Los centros de culto conllevan una dimensión mistagógica e iniciática porque, en su recorrido espacial, trazan itinerarios de sentido, como ámbitos de posibles experiencias compartidas que ayudan a interpretar el mundo. Así, una mirada pedagógica a los centros de culto les percibe como una expresión simbólica de los caminos posibles que el ser humano transita a lo largo de su vida, como una metáfora del proceso educativo de hacerse, deshacerse y reponerse, construyendo una identidad que nos permite expresar ideas y, sobre todo, expresarnos a nosotros mismos permaneciendo abiertos al misterio.

¿Cuál es el valor añadido de estos espacios?

El valor añadido de los espacios de culto en una sociedad secular es que posibilitan el trabajo de la espiritualidad al alumnado, no sólo del aprendizaje del silencio interior sino también de toma de conciencia, de comunión, de celebración, de comunidad, de apertura a lo trascendente, de escucha, de renovación. Urge pues elaborar una paideia de los espacios sagrados como sitios educativos, es decir, como memoria del pasado y modelos de humanidad que den paso al futuro.

Los espacios de culto son "espacios simbólicos". ¿Qué implicación tiene esa concepción para la educación?

El espacio de culto no es un espacio en abstracto, sino un lugar sagrado, un lugar donde vivir y celebrar la fe. Un lugar lleno de identidad por generaciones sucesivas que desempeña el papel de matriz constructiva del espíritu del sitio como conjunto de elementos materiales (lugares, paisajes, construcciones, objetos) e inmateriales (memorias, relatos, ritos, festivales, conocimientos), físicos y espirituales, que dan sentido, valor, emoción y misterio al sitio. Consideramos que los espacios de culto deben convertirse en lo que Luis Duch llama teodicees prácticas, por lo que no se pueden activar exclusivamente mediante los resortes del instinto, sino que requieren imperiosamente la acción de la palabra humana adquirida mediante los procesos de aprendizaje en el seno de las estructuras de acogida –familia, ciudad y religión– que para el ser humano son entidades apalabradoras, implicadas en procesos de traducción.

Es este "espíritu del lugar" el que se quiere transmitir, lo que debe experimentar quien entra en contacto con el espacio de la basílica de la Sagrada Familia haciendo que lo sagrado sea comprensible, favorecer el "descubrir" (desvelar lo que está velado). A través de la interpretación del lenguaje simbólico, metafórico e iconográfico subyacente, se pretende despertar el interés, la sorpresa y la fascinación de tal modo que el espacio de culto, considerado un lugar por excelencia de transmisión y comunicación del conocimiento, se convierta en una experiencia de silencio, contemplación, observación guiada, sorpresa de la interacción con lo sagrado, reinterpretación. Se trata, pues, de convertir el espacio en un lugar de experiencia significativa y contemplativa provoque en el educando la interacción con lo sagrado, despertando interés y desvelando preguntas.

Decía el teólogo Romano Guardini, en su centenaria obra de referencia El espíritu de la liturgia (1918), que "Celebrar la liturgia (...) significa cumplir la palabra del Señor y 'convertirse como niños' (Mt 18, 3), por una vez, renunciar a ser adultos, que por doquier buscan sacar algún provecho, y decidirse a jugar". En un contexto educativo en el que se habla a menudo de gamificación del aprendizaje, ¿qué aporta la vivencia de la liturgia?

La misma palabra "liturgia", como nos recuerda el gran teólogo Romano Guardini, ya nos da una pista muy válida en este sentido. "Liturgia" para los griegos era propiamente un ritual público en el que ciertas personas ofrecían algún tipo de servicio u ofrenda para la comunidad. Este mismo sentido se extendió a las "liturgias públicas romanas" y por extensión encontró correspondencia en el servicio de culto de las primeras iglesias cristianas.... Los niños, cuando juegan practican también "rituales" que enmarcan y avalan un juego concreto: cantan una canción cuando saltan la rayuela a la pata coja, o vocalizan palabras claves mientras mueven el cuerpo en el fregadero pared. Evidentemente que para los niños la "liturgia del juego" es importante, porque permite un uso aseado y ordenado de las acciones; pero lo más importante es pasárselo bien, compartir juntos unos momentos de ocio, y sentirse del grupo, del grupo de niños. Seguir las reglas del juego o su gamificación, entendida como estrategia que traslada el ritual del juego al ámbito educativo, es sin duda importante, porque permite llevar a cabo la herramienta, el juego, para conseguir la finalidad, pasarlo lo bien. El juego es la forma natural en la que los niños aprenden. Pero los propios niños, adaptan esta gamificación a sus circunstancias.... y no gritan ni hacen ruido si juegan en un momento que no conviene, o adaptan los movimientos si algún compañero no los puede seguir en ese otro juego. Así toda liturgia tiene un espacio, un tiempo y unas formas, pero su sentido último nunca puede perderse de vista... es el Señor.... ¡como para los niños, al juego, es la alegría! A los niños nunca se les ocurriría renunciar a la alegría para mantener las reglas de un juego... Estas cosas sólo las hacemos los adultos, que a veces pensamos que el ritual es más importante que el sentido y la finalidad que el mismo ritual esconde.

Por último, la presentación de los artículos se hace en la basílica de la Sagrada Familia. Entendemos que no es casual y nos gustaría que pudieras indicarnos brevemente por qué los artículos ponen este templo como ejemplo paradigmático de experiencia educativa.

El hecho de que la basílica sea un espacio abierto a convertirse en una experiencia crítica y transformadora, significa que es una experiencia con un potencial de aprendizaje importante y potencialmente valioso para todas aquellas personas e instituciones que se involucran, participan y comprometen. Valorar estas experiencias y llegar a todos los ciudadanos, y muy especialmente a las generaciones futuras, da la posibilidad de trascender los espacios explícitamente diseñados para la educación formal. En la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona se ponen en juego todas las dimensiones humanas: corporalmente, a través de la percepción de los sentidos y la disposición del cuerpo para ser más conscientes de lo que ocurre; a través de las emociones, tanto en el ámbito personal (dimensión emocional) como en la interacción con el grupo (dimensión social), ser más conscientes de lo que “nos ocurre”; sin olvidar, ni obviar, lo que “nos traspasa” (dimensión espiritual y trascendente).

Desde el año 2016 existe una estrecha colaboración entre el Servicio de Asesoramiento e Innovación Psicopedagógica (SAIP) de Blanquerna y la basílica de la Sagrada Familia para el apoyo en el diseño, desarrollo y evaluación de su proyecto educativo. En este sentido, a partir de una propuesta concreta y compartida de proyecto educativo, se van planteando propuestas educativas cada vez más innovadoras y que implican a más centros educativos, profesionales de diversos ámbitos y especialmente profesionales del mundo de la educación en su sentido más amplio vinculados a instituciones, lo que implica un proceso transdisciplinario que pone la basílica en la punta de lanza de las experiencias más punteras, a nivel internacional, de instituciones de similares características. Y es precisamente de esa colaboración que emergió la iniciativa de diferentes miembros de los grupos de investigación GREDA y PSITIC de la FPCEE Blanquerna de escribir los tres artículos que, a través de la investigación, reivindican los lugares de culto como experiencia educativa de primera línea, poniendo la basílica de la Sagrada Familia como ejemplo paradigmático de ésta.

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