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Catalunya Religió
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Pare Ioasaf.

Aina Argueta –CR El 24 de febrero de 2022 Rusia empezó la invasión de Ucrania y el mundo se volcó con el país atacado. Al día siguiente, desde Catalunya Religió pudimos hablar con un monje ortodoxo ucraniano de un monasterio que se encuentra a 150 kilómetros de Kiev. 365 días después nos explica cómo se vive ahora un conflicto que se ha cobrado miles de vidas, ha destruido bienes y ha dejado un trauma en el país. Asegura que no hay un día que no hayan rogado por la paz y pide que se abogue por la liberación de la ocupación rusa. "Yo soy muy pacífico, pero si llega un momento en que te apuntan y te matan a los niños tú debes defenderte", dice.

Igor Pashenko, conocido como padre Jermonjo Ioasaf, vive en el monasterio de la Anunciación de Nizhyn. Cuando acababa de empezar el conflicto bélico aseguraba que seguirían "haciendo el servicio a Dios" con su vida cotidiana en el monasterio. Lo que no sabía es que la vida cotidiana sería interrumpida a las pocas semanas. La ciudad donde se encuentra el monasterio pertenece a la provincia de Cherníhiv, una de las zonas por las que pasó el ejército ruso en las primeras semanas: "Nosotros estuvimos dentro del territorio invadido, pero los rusos sólo entraban en los pueblos por donde pasaban carreteras", explica. "Sabíamos que estaban aquí cerca, pero yo personalmente no he visto a ningún ruso, gracias a Dios", añade.

¿Vivió las primeras semanas con miedo?

Por supuesto. Tú no sabes qué van a hacer. Pasado el tiempo, te das cuenta de que era mucho peor donde estaban ellos. Hemos ido viendo que los pueblos en los que pasaban los rusos las casas eran destruidas y saqueadas. Me da vergüenza contar lo que cogían. No sólo electrodomésticos, inodoros, tenedores, también la ropa interior de las mujeres. No sé por qué se llevaban estos regalitos a sus casas. Cuando estaban intentando entrando en Kiev mataron a mucha gente civil. Se escuchan historias de violaciones de madres frente a sus hijos. ¿Qué es esto? No hay nombres ni palabras para comprenderlo.

¿Qué querían conseguir las tropas rusas?

Ellos querían separar a Europa en dos bandos. No se esperaban que todo el mundo unánimemente estuviera del lado de la democracia, del respeto por la vida y de la dignidad de las personas. Por eso, se han quedado arrinconados y ahora no saben muy bien cómo salir de todo esto a pesar de saber que la guerra está perdida. Gracias a toda esa unión entre países hemos podido defender los valores que tenemos. La libertad puede tener un precio muy alto.

“LOS RUSOS NO SE FUERON, LOS ECHARON”

Cuando las tropas rusas estaban ocupando su territorio, ¿fue complicado hacer vida normal en el monasterio?

Muy complicado. Necesitábamos recoger a mucha gente que estaba desplazada. Había mucha gente que se apuntaba al ejército de voluntarios. Todas las estructuras que mantienen el orden, como la policía, dejaron de funcionar. Nosotros cocinábamos comida que repartíamos o que la gente venía a buscar. En el monasterio comían 60 personas dos veces al día. Además de los alimentos, repartíamos productos de primera necesidad que recibíamos de los distintos países de Europa. Por otra parte, los sacerdotes que tenían sus parroquias en los pueblos recogían alimentos que pudiéramos repartir. Tuvimos que administrarnos.

Entonces, ¿el monasterio se convirtió en un punto de encuentro?

Exactamente. Se acogía a la gente. Sólo tenían que apuntarse y ya podían venir. Nosotros íbamos controlando la situación que la gente vivía. Había casos de mucha necesidad, con hijos muy pequeños.

En abril las tropas marcharon del noreste y, por tanto, del monasterio.

Se marcharon porque les iban echando. Ellos intentaron invadir todo el país en una semana. Pero al entrar en Kiev todo se volvió. La gente ha hecho una gran resistencia. Toda la maquinaria de los tanques se quedó cortada porque los ucranianos se encargaban de boicotear a su cadena de suministros. Y sin suministros no podían seguir. El pueblo se ha unido de una forma que nadie esperaba. Diría que en el nivel de los partisanos.

Además, era defensa civil porque el ejército estaba más en el Donbas y en Kiev. En nuestra provincia fue el pueblo el que se organizaba, se defendían a través de cócteles molotov y adelante. Con poca cosa, pero con mucho coraje. Ellos fueron claves para que los echaran. Los rusos estaban equivocados con el pueblo ucraniano, ellos pensaban que celebrarían a los más fuertes. La gente lo tenía muy claro. Querían mostrarle al mundo que era Ucrania.

Hace un año nos explicaste que sus armas y barricadas eran el servicio y las oraciones. Se puso al servicio. Pero, ¿ha podido seguir orando?

No hay un día que no lo hagamos. Nuestras oraciones ya incluyen la oración por la paz. Pero no hay nada nuevo. Siempre lo hemos hecho. Se pide a Dios que actúe e ilumine un poco la toma de decisiones. En casi cada oración está la palabra paz. Empecemos "en paz pedimos al señor".

Sin embargo, la vida en el monasterio no ha parado. El reparto se ha añadido, pero el primer servicio que tiene la iglesia es rezar. También detener a la gente abriéndoles la posibilidad de unirse a la vida espiritual, que les mantiene y les da fuerzas, esperanza e, incluso, el sentido de vivir la vida.

"LOS VALORES COMO LA LIBERTAD Y LA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS SE GUÍAN COMPLETAMENTE DESDE LA BASE ESPIRITUAL"

¿Las Iglesias que pertenecen al patriarcado de Moscú, de Constantinopla y de Kiev hacen línea común por la paz como hace un año?

No diría que las iglesias estén muy unidas ahora mismo. Cada una tiene sus problemas y sus intereses. Es muy complicado. La iglesia ortodoxa no tiene una cabeza como la Iglesia católica, entonces entre los patriarcados ortodoxos no existe esa unión tan esquemática que tiene Iglesia católica.

¿Sabes lo que pasa? Quizás la paz no era la palabra. Es abogar por la liberación de la ocupación rusa. Yo soy muy pacífico, pero si llega un momento en que te apuntan y te matan a los niños tú debes defenderte.

¿Ha habido rotura?

Sí. Desde que en 2014 el patriarca de Moscú estuvo dispuesto a aceptar la anexión de Crimea se rompió definitivamente la relación de la Iglesia ortodoxa de Ucrania (Patriarcado de Kiev) y la Iglesia ortodoxa autocéfala ucraniana con Moscú. En 2019 el Patriarcado Encefálico de Constantinopla dio reconocimiento internacional a la Iglesia ortodoxa de Ucrania y desde Moscú no estuvieron de acuerdo.

Yo pertenezco al metropolita de Onufry, que pertenece a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania (Patriarcado de Moscú). Es la más antigua y lleva muchos centenarios con Rusia. Pero a partir de que el patriarca Kiril de Moscú apoyase la invasión de 2022, se rompieron las relaciones entre Onufry y el patriarcado de Moscú y se ha quedado como un patriarcado autónomo.

A pesar de estos conflictos entre diferentes patriarcados, ¿crees que la religión ha contribuido a la unión del pueblo ucraniano?

Seguro que sí. Los valores como la libertad y la dignidad de las personas se guían por completo desde la base espiritual. La libertad es lo que ha proporcionado Cristo al hombre. Con Cristo la persona se ha liberado. Pienso que la gente sabe que la religión no esclaviza, sino que lleva a la libertad absoluta de Dios. Hacia la voluntad absoluta de Dios.

"AHORA NI LOS RUSOS SABEN BIEN PORQUE HA EMPEZADO ESTE DESASTRE"

¿Es una guerra del gobierno ruso contra el pueblo ucraniano?

El Fondo de Opinión Pública (FOM) realizó una encuesta a los rusos con la siguiente pregunta: "El presidente Putin está haciendo bien o mal su trabajo". El 71% contestó "bastante bien". Para mí, les han lavado el cerebro tanto que mucha parte del pueblo apoya al Putin. Todo el mundo pide que se detenga la invasión y ellos siguen.

En el imaginario ruso existe una visión de la persona ucraniana que no es real. Ellos dijeron que los motivos de esta guerra era porque querían la desnazificación de Ucrania, más adelante la desmilitarización... Después de una cadena de fracasos, han ido modificando los argumentos y al final no sabemos el porqué. Ahora ni ellos saben bien porque ha empezado ese desastre. En medio de Europa, en el siglo que estamos. Con toda una experiencia de resolver los conflictos por el camino democrático. Parece que hemos vuelto atrás hacia los tiempos prehistóricos.

¿Rusia ve en Ucrania un peligro?

Para mí, los rusos tienen un complejo de periferia. Sienten que la actualidad del mundo pasa por Europa occidental y esto les genera una necesidad de volver a ser importantes. Ésta es la diferencia entre los rusos y los ucranianos. El pueblo ucraniano lleva ya tiempo intentando conducir sus valores hacia los de la Unión Europea.

¿Por qué no intentan convivir dentro de las reglas del mundo? Nadie les dirá que no. No es su camino. En Rusia nunca han experimentado lo que es vivir libremente. De modo que no entienden estos valores. Es importante que dentro de una sociedad estén esos valores de libertad y convivencia.

Poco a poco parece que se está consiguiendo liberar a los territorios ocupados por las tropas rusas. ¿Hay esperanza?

La guerra terminará. Y ellos la están perdiendo.

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