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Catalunya Religió
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Roger Vilaclara –CR Imagina que eres el capitán de un barco y sabes que debes virar a la izquierda, pero alguien te obliga a hacerlo hacia la derecha. Así es el abuso de poder que puede ejercer una persona sobre ti. Y lo que es peor es en el caso del de conciencia: giras el barco hacia la derecha, pero no sabes por qué lo haces y piensas que es lo correcto. Con este ejemplo explica la religiosa dominica de la presentación Gemma Morató qué son este tipo de abusos que, aunque no acostumbren a tratarse, también se dan en la vida religiosa. "Una realidad a acompañar", explica la teóloga y periodista. Y por este motivo, junto a un grupo de religiosos y religiosas, se han propuesto organizar una serie de actividades para ayudar a "recuperar la alegría de la vocación" después de vivir una situación de ese estilo en una comunidad religiosa.

Los abusos de poder y de conciencia existen en la vida religiosa como existen "en cualquier ámbito de nuestra vida", explica Gemma Morató. Si estas actitudes, por sí solas, ya son intolerables; en el caso de la vida religiosa, para Morató, suponen "un agravio". "Si somos gente de fe, ¿por qué deben obligarme a hacer algo que no debería hacer o por qué abusan de un poder que debería ser una misión de servicio?", se pregunta la autora del monográfico de la revista Vida Religiosa Caminos para sanar toda situación de abuso. Vida Consagrada del siglo XXI publicado en 2022.

Cuando se da una situación como ésta se abre "una herida". Una herida en muchos ámbitos, pero también en el de la vocación y confianza en la comunidad de religiosos. El trabajo de este grupo de religiosos y de Gemma Morató va precisamente en esta línea: curar la herida y acompañar a las víctimas de estos abusos.

"LAS CONGREGACIONES DEBEN TRABAJAR LA COMUNICACIÓN Y LA ESCUCHA ACTIVA PARA AFRONTAR ESTOS ABUSOS"

Morató explica que, cuando se ha vivido una situación de este tipo, lo importante es siempre "tomar distancia y buscar un momento de reflexión". Habla de hacer un receso, pedir un tiempo a otro sitio, buscar acompañamiento espiritual y, sobre todo, explicar lo que has sufrido. La mayoría de congregaciones tienen un protocolo establecido en estos casos y, de lo contrario, los religiosos pueden dirigirse a la delegación de vida consagrada de su obispado.

En este sentido, para Gemma Morató, un camino que deben realizar las congregaciones es trabajar la comunicación y "la escucha activa" en sus comunidades. "La gente debe poder hablar y comunicarse", dice. Algo que a veces es complicado por miedo a abrirse, a lo que se va a pensar, a los prejuicios de edad, entre otros. "Si queremos hacer verdaderas comunidades, debemos hacer camino escuchándonos", añade.

"NOSOTROS NO QUEREMOS PISAR LAS CUESTIONES JURÍDICAS O MÉDICAS, NUESTRO ÁMBITO ES EL ESPIRITUAL"

A menudo cuesta encontrar a alguien que escuche, pero otro peligro después de vivir abusos es la "revictimización". Se da cuando a la persona que explica, se queja o denuncia una situación se le señala en lugar de acompañarla con discreción. "Yo siempre pido discreción, rapidez y eficacia teniendo en cuenta a todas las partes", dice Morató. Y es que la revictimización también puede darse debido a los procesos de acompañamiento y aclaración lentos que provocan revivir la situación una y otra vez.

Sin embargo, hay que trabajar para acompañar a las víctimas de abusos de poder y de conciencia, especialmente porque "son abusos más difíciles de demostrar". Gemma Morató no se olvida de quien ha cometido el abuso, como tampoco lo hace el papa Francisco. "Una vez el abusador se ha demostrado que es abusador, también debe acompañarse", parafrasea la religiosa.

Otra línea de trabajo en las congregaciones y órdenes en este aspecto es el del buen liderazgo. Una tarea que algunas comunidades, a instancias de la Unión Internacional de Superiores Generales (UISG), han empezado a realizar abriendo debates como el referente al término "superior o superiora". "Algunas congregaciones plantean un cambio de nombre para evitar la cuestión de superioridad y hablar de 'el primero entre iguales'", destaca la teóloga y periodista.

“EN EL ABUSO DE CONCIENCIA, LA VÍCTIMA PIERDE LAS RIENDAS DE SU VIDA SIN SIQUIERA SABERLO”

Morató diferencia claramente el abuso de poder del de conciencia. El primero de ellos se refiere a aquél en el que una persona obliga a hacer una cosa a otra mientras ésta es consciente de ello. "Hablo de algo que supera el ámbito del voto de obediencia", explica Morató.

El de conciencia, por el contrario, es más “sutil”. "La persona que sufre un abuso de este tipo, durante mucho tiempo, no se da cuenta", explica Morató. La religiosa lo concreta con ejemplos que podrían ser un mal acompañamiento espiritual o que el superior o superior de una comunidad se ponga el lugar de Dios para conseguir algo. “Durante mucho tiempo, la víctima pierde las riendas de su vida sin siquiera saberlo”, dice Gemma Morató.

"Seguir dando respuesta al sí a Dios"

Para luchar contra todo esto, un pequeño grupo de religiosos se ha puesto en marcha para preparar una serie de actividades para “recuperar la alegría de la vocación” cuando algún miembro de las congregaciones ha sufrido abusos, principalmente de poder o de conciencia . Gemma Morató explica que existen mecanismos ante estas situaciones que ya funcionan: acudir al superior mayor, al obispado o tener apoyo psicológico, entre otros. Pero más allá de estas herramientas, el grupo busca que estas malas acciones que "afectan al andar de un religioso" no permita perder "la llamada de Dios".

En este sentido, aseguran que no quieren "pisar el campo de nadie ni entrar en cuestiones jurídicas, psicológicas o médicas". "Nuestro ámbito es el espiritual y el de la vocación religiosa", añade Morató. Para ella, se trata de "seguir dando respuesta al sí a Dios después de haber sufrido en la comunidad".

El grupo lo forman Gemma Morató; la religiosa del Sagrado Corazón y miembro del Consejo Directivo de la Pontificia Academia para la Vida Margarita Bofarul ; el delegado de Vida Consagrada del arzobispado de Barcelona, ​​Joan Josep Moré; la religiosa Conchi García; y el salesiano Jordi Latorre.

La primera actividad que se plantea este grupo de religiosos es un remanso de vida consagrada. Será el 3 de febrero en el 'Proyecto María, Reina de la Paz' de las Dominicas de la Presentación y contará con una charla de Latorre y otra de la propia Gemma Morató. Durante el receso, que cuenta con la colaboración de la delegación para la Vida Consagrada del arzobispado de Barcelona y de la Unión de Religiosos de Cataluña (URC), también se ofrecerán muchos espacios de silencio, reflexión y oración.

Tras el receso, el grupo se plantea que, en caso de que funcione, seguirá ampliando la oferta de actividades, sean en formato de grupo o de acompañamiento personal.

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