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Catalunya Religió
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Fotografia: ACN.
Galeria d'imatges

Glòria Barrete -CR En 1950 Salvador Dalí visita el monasterio carmelita de la Encarnación, en Ávila. El padre Bruno Froissart le muestra entonces un pequeño dibujo de un Cristo crucificado, conservado en un relicario, y realizado por san Juan de la Cruz. El dibujo representaba a Cristo desde una perspectiva inusual, visto desde arriba en ángulo oblicuo. Será a partir de esta imagen, y de los sueños posteriores de Dalí, que el artista pintará una de sus obras maestras, 'Cristo', conocida también como 'Cristo de San Juan de la Cruz'. Hasta el 30 de abril de este año se puede ver expuesto en Figueres, en la Fundación Dalí, en la exposición 'El Cristo de Portlligat'.

"Esta es una representación de Cristo, estéticamente, de las más bonitas que se han hecho", afirma Mònica Santín, especialista en patrimonio cultural de la Iglesia y profesora del seminario sobre iconografía en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona. Un Cristo, el de Dalí, que rompe con la iconografía que se había hecho hasta ahora de Jesucristo y que le muestra desde una perspectiva distinta hasta el momento. "El Cristo de Dalí no sabemos si está vivo o muerto, es un escorzo; su cabeza la vemos desde arriba, y no sabemos si está así porque está muerto o porque está contemplando la vista que tiene en los pies", detalla Santín.

También es un Cristo que no tiene sangre, "aparece flotando", y con las manos y los pies "sin ninguna herida visible". Su cabello es corto, un detalle que puede parecer menor, pero que le hace especial también, ya que "hay pocos Cristos con el cabello corto", reconoce Santín. Un Cristo, en definitiva, "muy distinto de lo que se había hecho hasta el momento", explica.

“NUNCA SE HABÍA HECHO UN CRISTO ASÍ, COMO EL DE DALÍ; NI SIQUIERA EL DE SAN JUAN DE LA CRUZ, EN EL QUE SE INSPIRA”

La primera representación de Jesucristo en la cruz conocida es un Jesucristo con cara de asno. Un grafito descubierto en los escombros del Mont Palatí es la prueba. En ese grafito aparece una cruz, el cuerpo de un hombre crucificado, pero con la cabeza de un asno. Al lado hay un hombre que le mira y debajo pone 'Alexamenos adora a su Dios'. Esta representación es de antes de que el cristianismo fuera oficial, siglo I o siglo II. "Una prueba de que la cruz era una humillación tal que no se representaba a Jesucristo en la cruz, era un verdadero castigo", reconoce Santín.

Se empezará, pues, a representar a Jesús en cruz con la oficialidad del cristianismo, a través de la cruz gloriosa, o en forma de majestad de batlló, que se conserva en el MNAC, y donde aparece Jesucristo en cruz sin ningún sufrimiento y vestido como emperador bizantino. "La representación de Cristo en la cruz ha evolucionado mucho", afirma Santín. No será hasta el siglo XIII-XIV, y después en el Barroco que será muy exagerado, cuando ya empieza a mostrarse el dolor y el sufrimiento, "pero tendrá que pasar mucho tiempo", recuerda. Sin embargo, cada período, y por razones determinadas, representa a Jesús en la cruz de maneras diferentes. Y aparece Dalí, y rompe esquemas; "rompe con la iconografía anterior, porque nunca se había hecho un Cristo así, ni siquiera el de San Juan de la Cruz, en el que se inspira".

El Cristo de San Juan de la Cruz, inspiración de Dalí, es un Cristo que también se ve en escorzo, "también como si fuera la mirada de Dios desde arriba, pero diferente porque así como Dalí lo plantea en un plano absolutamente cenital, san Juan de la Cruz lo hace lateral y diferente, porque las rodillas están dobladas y tiene los pies planos por el clavo que se muestra". Este Cristo de San Juan de la Cruz es una miniatura, de unos 5x6 cms. Dalí al verla queda impactado. Pero, de hecho, Dalí ya estaba impactado en ese momento, no sólo por el dibujo, sino que toda la humanidad está impactada, por la bomba atómica. "Toda esta etapa de Dalí, la que se conoce como el período místico y espiritual de Dalí, viene después de la bomba nuclear".

Coincide también en el regreso de Dalí a España, después de estar ocho años en Estados Unidos. Cuando regresa, España se encuentra bajo la dictadura franquista, y es cuando Dalí se proclama "católico, apostólico y romano, e inicia su período de pintura religiosa, la época mística nuclear de Dalí que deja atrás la época atómica de la artista", explica la profesora Santín.

Un Cristo daliniano, también con enigmas

No podemos olvidar tampoco que Salvador Dalí a su regreso a Madrid conoce a Velázquez. Y Velázquez tiene un Cristo que sí fue un antes y un después también. "Velázquez hace un Cristo, que se expone actualmente en el Museo del Prado, que es pintura tenebrista. Tiene un fondo absolutamente negro, como en el de Dalí, es similar, pero el cuerpo de Jesucristo es blanco, es luz". Es de un virtuosismo abrumador el Cristo de Velázquez, reconoce Santín, "y evidentemente Dalí lo conoce".

"El Cristo de Dalí es todo él belleza", declara Santín. Para Cristo, Dalí busca un modelo real; un actor no demasiado musculado ni excesivamente delgado, un cuerpo hermoso, normativo en el momento. "La belleza es un camino que lleva a Dios, y la Iglesia católica en cuanto a imágenes lo ha explorado mucho", afirma Santín.

Otra cosa curiosa de la obra, destaca Santín, es la estructura triangular que podemos dibujar en Cristo de Dalí. Entre los brazos y pies, o entre los brazos y el final de la cruz. En medio de este triángulo se encuentra un círculo, que es la cabeza. "Eso en principio a Dalí podía sugerirle la estructura del átomo, pero al mismo tiempo el triángulo es la trinidad". Un Cristo donde no hay ninguna herida y donde tampoco aparece el INRI sobre la cruz, la acusación concreta por crucificarlo.

Aparece, eso sí, un papel doblado, en blanco, "muy daliniano, siempre él y sus enigmas". Lo que sí sabemos, porque así lo expresó el artista, es que Dalí con Cristo quería expresar "la belleza metafísica de Cristo-Dios". Dos iconos que casan a la perfección con toda esa época de Dalí.

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