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Por Josep Gallifa .

Con el inicio del curso iniciamos una serie de entradas en el blog “Universitas” que se podrán leer separadamente pero también como una serie. Tratarán del hecho religioso en el espacio público. Se incluirán reflexiones muy diversas: sobre aspectos históricos, que servirán como hilo conductor, pero también sobre aspectos religiosos, sociológicos y culturales, legales, educativos o psicológicos. Se tratarán las diversas temáticas de forma bastante general. Seguro que estas temáticas requerirían ser desarrolladas con más extensión, más citas y matices, pues tienen una cierta complejidad y aquí podremos dar sólo un esbozo. Empezamos pues y aprovechamos la ocasión para desear a todos los lectores ¡un buen curso!

La primera cuestión que abordaremos es: de dónde viene esa mentalidad tan arraigada entre nosotros de que la religión debe estar al margen de la esfera pública. Y porque hay países en los que, a pesar de la laicidad del estado, no se hace tanto problema del hecho religioso. Es decir, ¿cómo se entiende en los diversos países la “neutralidad” respecto al hecho religioso en la esfera pública?

Para tratar esta cuestión debemos abordar una cuestión más amplia como es de dónde vienen los modelos de relación Iglesia-Estado en Europa. La relevancia de estas relaciones Iglesia-Estado está en que de ahí deriva la consideración sobre lo público y cómo se sitúa la religión en la esfera pública. Unos autores que lo reflexionan son Madeley, J. y Enyedi, Z. (2003) en una publicación ya clásica “Church and State in contemporary Europe: The chimera of neutrality”.

Para adentrarnos en estas reflexiones debemos situarnos unos siglos atrás, a mediados del Siglo XVII, cuando se acababa la Guerra de los 30 años en Europa y se firmaba en 1648 la Paz de Westfalia. Había sido una guerra fratricida con millones de muertos que acabó por el agotamiento de los combatientes. Una guerra religiosa en la que cada monarquía, reino o principado pasó a ser también, en cierto modo, una Iglesia. La religión de los habitantes de un territorio debía ser la religión de su soberano, como se había establecido en 1555 en la Paz de Ausburgo, cuando en el ámbito protestante los príncipes territoriales pasaban a ser también los Primados de las Iglesias.

Hubo reinos con una única confesión, mono-confesionales, como los del Norte de Europa (Luteranos). Norte Luterano: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia.

O del Sur de Europa (Católicos). Sur Católico: Austria, Bélgica, Eslovenia, España, Francia, Italia, Portugal.

También estaban los países del Este Ortodoxo, que merecerían también un estudio particular.

En estos países había una única religión y por lo general no se toleraban las demás religiones. Las minorías tuvieron que convertirse o emigrar.

Sin embargo, entre el Norte Luterano y el Sur Católico hubo una franja de países multi-confesionales (territorios de la actual Alemania, Holanda, Polonia, Suiza, o del Reino Unido). En esa franja de países había una religión mayoritaria (la del príncipe) pero se toleraba que hubiera minorías. Otra cosa es que las minorías se sintieran cómodas (por ejemplo, los calvinistas de Inglaterra ya a principios del siglo XVII emigraron a la Nueva Inglaterra, como se sabe, fundando Estados Unidos, que acabarían siendo multi-confesionales). Sin embargo, en los países multi-confesionales convivían varias religiones la mayoritaria y las minoritarias y había un cierto clima de tolerancia religiosa.

Pasado el tiempo, las monarquías pasaron a ser estados laicos y entonces se creó un patrón distinto en la relación Iglesias-Estado en países multi o mono-confesionales. En los países de tradición multi-confesional la "neutralidad" del estado se entendió como "no interferir" y aceptar las religiones sin mayor problema como una expresión más de la esfera pública. En los países de tradición mono-confesional, en cambio, se entendió que para garantizar la “neutralidad” del estado debía excluirse la religión de la esfera pública, es decir que, a juicio de Madeley y Enyedi, estos estados conculcaron el principio de neutralidad religiosa privilegiando las creencias seculares por delante de las religiosas, de modo que la religión quedó situada en los márgenes de la vida pública.

En la siguiente entrada reflexionaremos cómo estos patrones diferentes se concretaron y acentuaron en el siglo XIX.

Referencia: Madeley, J. & Enyedi, Z. (2003). Church and State in contemporary Europe: The chimera of neutrality. Londres: Frank Cass Publishers.

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