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Catalunya Religió
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Josep Gordi –CR Dentro del centro histórico de la ciudad de Terrassa se localiza uno de los santuarios urbanos más especiales de Cataluña: La Seu d'Ègara. A finales del XIX y principios del XX se inicia un largo proceso de excavación y restauración del conjunto monumental que finaliza el 2009 con la reapertura del espacio, bajo el cobijo del Museo de Terrassa, que tiene tres joyas en los tres edificios religiosos: la basílica de Santa María, el Baptisterio y la iglesia parroquial de San Pedro que sigue funcionando como parroquia. Ésta es una entrega más de la serie de artículos 'Santuarios urbanos' de Catalunya Religió que recoge rincones de paz y recogimiento en espacios urbanos.

La Seu d'Ègara es un espacio donde, a lo largo de más de tres mil años, se ha documentado presencia humana y, en consecuencia, se han levantado casas e iglesias, se han hecho entierros y ha habido centros de culto, entre otros. Esta presencia de pobladores se inicia en el Neolítico, sabemos que continúa por el descubrimiento de silos de almacenamiento de un asentamiento ibérico, restos decorativos de una casa romana, iglesias cristianas levantadas a lo largo del siglo IV momento en el que el conjunto arquitectónico se convirtió en la sede del obispado de Égara. A lo largo del siglo XII, con el establecimiento de la comunidad monástica de San Rufo, los diferentes edificios religiosos se transformaron siguiendo los cánones decorativos del románico.

EN LA SEU D'ÈGARA PREDOMINA LA CALMA Y LA TRANQUILIDAD, A PESAR DE ESTAR EN EL CORAZÓN DE UNA GRAN CIUDAD

Otro rasgo característico de este espacio es que se sitúa en el interfluvio entre el torrente de Santa Maria y el de Vallparadís. Al mismo tiempo es un istmo elevado sobre los dos cursos fluviales al que se accede por dos puentes y por el casco histórico del antiguo municipio de Sant Pere de Terrassa. Esta situación hace que la Seu d'Ègara esté rodeada de árboles, caminos y arroyos. La calma que favorece este marco se ve reforzada por el hecho de que la plaza delante de las iglesias y las calles cercanas son peatonales.

Podemos concluir que nos encontramos en un lugar en el que predomina la calma y la tranquilidad, a pesar de estar situado en el corazón de una gran ciudad.

Egosa, una tierra de hace 2.000 años

Para llegar a la Seu d'Ègara tenemos dos opciones: el transporte público y el coche privado. En el primer caso hay una línea de Cercanías de Renfe que tiene una parada a poca distancia. Lo mismo ocurre con los Ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña que tienen en la estación del norte de Terrassa una oportunidad para continuar a pie hasta las iglesias de Sant Pere. Si tomamos el coche privado nos conviene tomar, tanto si venimos de la autopista C-58 como de la B-40, la Avenida del Vallès que circula paralelamente a la riera de las Arenas y donde ya encontraremos indicaciones para llegar a la Seu d'Ègara. Recordemos que al tratarse de un espacio museizado y que depende del Museo de Terrassa sólo se puede visitar, a excepción de la iglesia parroquial de Sant Pere, de martes a sábado de 10 a 13:30 h y de 16 a 19 h . Los domingos de 11 a 14 h.

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Como tenemos a nuestra disposición, a partir de la web del Ayuntamiento de Terrassa o en el espacio de información que hay en la Seu d'Ègara, mucha información sobre el valor patrimonial de los diferentes edificios o del conjunto monumental nos centraremos en entender su marco ambiental. Para conseguirlo, podemos subirnos al mirador que hay en el edificio por donde se entra en el recinto. Una vez en el mirador, además de admirar la belleza de las iglesias y el baptisterio, podremos comprender su valor estratégico. Imaginándonos que somos el geógrafo romano Claudi Ptolomeu, que en el siglo II aC visitó este espacio y documentó en sus escritos el topónimo Egosa, el cual hacía referencia al poblado ibérico que había existido en ese lugar. ¿Cómo sería ese espacio dos mil años atrás? Seguramente este istmo era un espacio rodeado de árboles, bosques, algún campo de cultivo y una espléndida vista sobre los valles vallesanos. Hasta mediados del siglo XIX el importante término municipal de Sant Pere de Terrassa tenía un núcleo urbano en torno a las iglesias y un paisaje de campos de cultivos y masías.

Un espacio considerado un paraíso por la orografía

Hoy en día, rodeados de ciudad por los cuatro lados, cuesta valorar el peso estratégico de este espacio. Ahora bien, lo que sí está en nuestra mano es darnos cuenta de que son los árboles los que rodean la actual Seu d'Ègara. Los torrentes se han convertido en brazos del parque de Vallparadís que a lo largo de unos tres kilómetros llenan de verde la ciudad de Terrassa. Destacamos el nombre del parque que proviene del castillo de Vallparadís, del que se tienen noticias desde el siglo XII. En 1345 Blanca de Centelles cedió su dominio de Vallparadis a la orden religiosa de los cartujos y al cabo de unos años el castillo se convirtió en una cartuja y tomó el nombre de Cartuja de Sant Jaume de Vallparadís. Los cartujos la abandonaron en el siglo XV para trasladarse a la nueva cartuja de Montalegre en Tiana, que actualmente sigue siendo ocupada por padres cartujanos y es la única de Cataluña.

Antes de bajar del mirador hablamos brevemente del topónimo Vallparadís. Joan Corominas en su Onomasticon Cataloniae escribe de este vocablo: “Fondal dentro del casco urbano de Terrassa junto a las antiguas basílicas visigóticas en el que se hizo después un monasterio cartujano”. A continuación se refiere a otras localidades donde aparece este topónimo y concluye que se trata de lugares sagrados escogidos por instituciones monásticas para ser parajes recogidos, como valles u hondos estrechos.

Así pues, estamos ante un espacio peculiar, sagrado y monumental que en algún momento histórico fue considerado un paraíso porque la orografía favorecía el recogimiento y la oración. Con todas estas consideraciones visitaremos el conjunto monumental de la Seu d'Ègara y podremos adentrarnos por los torrentes que hay debajo y forman parte del parque de Vallparadís. La vivencia de la monumentalidad y el verdor nos harán entender y gozar de este santuario urbano.

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