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Catalunya Religió
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Fotografia: Bisbat de Girona.

CR El 21 de abril fray Octavi Vilà recibirá la ordenación episcopal en la catedral de Girona. Un cambio, de abad de Poblet a obispo de Girona que no comportará, sin embargo, dejar su condición temprana y vocacional a un lado, ser monje cisterciense. Catalunya Religió ha entrevistado a fray Octavi Vilà en el podcast La Rebotiga y ha conversado con él sobre cómo fue el proceso de nombramiento, el equilibrio entre la vida de oración y estudio y sobre cómo está conociendo la diócesis gerundense estas últimas semanas.

"Sé lo que he sido, que es monje y abad, y sé lo que seré a partir del 21 de abril, obispo, pero no sé qué soy ahora", explica Vilà al inicio de la conversación. Lo que no deja de ser, afirma, es monje, “que lo seguiré siendo, aunque desorienta un poco aquí al obispado de Girona de cómo deben decirme exactamente a partir de ahora”. Le gustará, dice, "conservar al fray Octavio como han hecho otras personas, como el abad general y también el cardenal Amigo de Sevilla".

El obispo electo de Girona relató cómo la noche del 5 de febrero tenía dos llamadas perdidas en su móvil de un número no registrado. "No suelo devolver llamadas de números que no conozco por si son cosas comerciales". A las cuatro y media el móvil sonó como despertador, un poco antes de que toque la campana que despierta la comunidad, y se encontró un correo electrónico que, en apariencia, venía del Nuncio. Lo abrió y tenía un documento adjunto. “En el cuerpo de correo decía que me habían intentado llamar por móvil. Abrí el adjunto y creo que no pasé de la cuarta raya. Fui a Matines, a Laudes y después me lo leí con calma”. Parecía fiable y se le indicaba el teléfono del Nuncio que coincidía con las llamadas perdidas. "Hablé a lo largo de la mañana".

Vilà afirma con simpatía que de esta anécdota se podría deducir un gran titular: "Es inútil que no conteste al teléfono, lo intentarán por otros medios", refiriéndose al nombramiento episcopal. Un nombramiento que ha tardado para la diócesis de Girona dos años. Vilà afirma que no sabe el motivo de tardar tanto, pero sí cree que se ha hecho notar el exceso de tiempo por la muerte del obispo predecesor. “Si hubiera estado bien de salud él hubiera continuado, como sé que ocurre en otras diócesis”. Ahora, Vilà reconoce que se encuentra “sin una referencia de alguien a quien poder preguntar cosas, como sí hacía con su abad emérito de Poblet, Josep Alegre”.  

Lo que sí ha podido empezar a hacer es visitar la diócesis de Girona y empezar a hacer entrevistas a diversos medios de comunicación. Vilà, conocedor y defensor de que la Iglesia tenga una presencia activa en los medios de comunicación, lo ve como una oportunidad. “Creo que es bueno estar presente en los medios de comunicación. La Iglesia no domina el mundo de la comunicación, comunica mal, y esto afecta de algún modo a la transmisión del mensaje”.

En la entrevista también ha hablado de la situación actual de la comunidad de Poblet, y de cómo espera formar parte de la Conferencia Episcopal Tarraconense, junto al resto de obispos catalanes.  

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