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Por Jordi Llisterri i Boix .

Ya me perdonarán quienes creerán que minimizo los abusos a menores dentro de la Iglesia. Sólo intento explicarme. Y explicar algo no es justificarlo.

No relativizaremos los abusos en la Iglesia porque ahora sabemos que también los hay de muy graves en el mundo del deporte: Veinte años de abusos de un ex entrenador del Barça en una escuela de Barcelona. Pura estadística: si uno de cada cinco menores sufre abusos según afirma el Consejo de Europa, no hay bastante clero para tanto abuso. Es obligado reconocer que el Ara es uno de los pocos que ha abierto el foco fuera de la Iglesia.

Preservando la presunción de inocencia, no puede negarse que destapar un caso con 60 denuncias da una magnitud al tema que no ha tenido hasta ahora ninguno de los casos conocidos en Catalunya. Y, más, cuando después de una primera denuncia pública se suelen conocer otras. El caso Benítez empezó con cinco denuncias y los medios estuvieron presentando nuevos testimonios durante meses.

El patrón de los casos conocidos es siempre el mismo. Puede protagonizarlo un cura, pero también un profesor, un monitor, un entrenador... Y más hoy, cuando las actividades de jóvenes y adolescentes con la Iglesia son una ínfima parte de la de hace unas décadas.

Siempre hablamos de una persona con ascendencia sobre los menores y una posición social que merece un respeto. Por tanto, la posibilidad o facilidad para que se cometa el abuso (espacios privados, confianza de la familia, noches fuera de casa...) y la dificultad de creer al menor si es capaz de verbalizar de alguna manera la agresión frente a otro adulto. Nada de lo que hemos leído sobre el caso del entrenador y profesor de una escuela pública de la Generalitat es un relato muy diferente al resto. Ni cuando algunos padres olieron que allí ocurría algo. Cambiaron de escuela porque nadie les hacía caso o por no tener problemas y nadie fue al juzgado. O cuando algunos alumnos se atrevieron a hablar. “Era un secreto a voces”, también es una frase que hemos escuchado a menudo, pero nadie hacía nada porque era un personaje respetable o con mucho poder.

Uno de los temas que hemos ido aprendiendo sobre cómo afrontar los abusos a menores es la dificultad de las víctimas para verbalizarlos. De pequeños, de ser conscientes de que están sufriendo un abuso, y de mayores para afrontar sus consecuencias que deja de por vida y tener la valentía de entrar en un proceso judicial o denuncia. Así, quizás el calvario mediático que ha sufrido la Iglesia en este tema ayudará a que más víctimas en otros ámbitos tengan el coraje de hacer un paso al frente. Como repite siempre un buen amigo: "Si hemos sido parte del problema, seamos parte de la solución". Hoy pocas instituciones han trabajado y estudiado tanto el tema y sobre todo tienen en marcha tantas medidas de prevención como la Iglesia.

El patrón que no veo tan repetido cuando se ha conocido el caso del entrenador es las culpabilidades. ¿Esto irá en contra el reconocimiento social del Barça o de la escuela pública? ¿Ponemos todos los entrenadores y profesores de gimnasio bajo sospecha? Espero que no. Porque no son pocos los curas que te dicen que ahora evitan cualquier muestra de cariño o situación que pueda generar una sospecha. Curas que siempre dejan la puerta del despacho abierta cuando reciben una visita y que tratan de no quedarse nunca solos con un grupo de niños. Por lo que podrían sospechar.

También hemos vuelto a escuchar eso de “en aquella época estos hechos se veían de otra forma” y que “no podemos juzgarlos con los parámetros de hoy”. "Eran otros tiempos". Son ideas que ahora hemos escuchado ahora para explicar lo ocurrido y que si antes salían de boca de un representante de la Iglesia parecía una marera de justificarse.

Transcribo las primeras declaraciones del presidente del Barça, 24 horas después de que se conociera el caso, pero cambiando el concepto Barça por Iglesia. A ver como suena: “Este señor se ha desvinculado de la Iglesia por razones personales. Nosotros lo que estamos haciendo es recoger toda la información y una vez que la tengamos toda nos pronunciaremos oficialmente. Es obvio que si llegamos a saber todo lo que está saliendo no le hubiéramos ordenado. Pero si que también tenemos claro que quien pretenda involucrar a la Iglesia en toda esta cuestión reaccionaremos con toda la contundencia en defensa de los intereses legítimos de la Iglesia”. Si un obispo hace estas declaraciones ante un caso de abusos, una turba vuelve a salir a la calle a quemar conventos. Luego parece que el Barça pactó un despido amistoso, cuando conoció el tema unos días antes de publicarse, para que el afectado no perdiera su pensión. Muchos están convencidos de que el Barça no sabía nada, cuando había habido ya unas denuncias en México. No he visto la misma presunción de inocencia institucional en otros casos.

He buscado algunos de los titulares publicados cuando salió el caso Benítez hace cinco años. Se tendría que hacer un estudio semántico, pero la mayoría de titular apuntan contra los Maristas, no contra las personas que cometieron los crímenes. "Es imposible que el colegio no supiera nada"... silencio, ocultación, impunidad, obstrucción... son expresiones habituales pidiendo responsabilidades a los titulares actuales de la escuela, aunque se hablara de casos de hace 20, 30 o 40 años. Aquí no valía el "eran otros tiempos".

En la fiesta para exigir responsabilidades también corrieron a unirse dos habituales como el Síndic o la alcaldesa de Barcelona. Recordemos sólo que el Ayuntamiento pidió nada menos que retirar el concierto educativo a los Maristas. Si alguien suma todos los casos de abusos que ha habido en la escuela pública los últimos veinte o treinta años ¿el Ayuntamiento también pedirá que las cierren? Recordemos también titular que decía “Ensenyament revisará los protocolos antiabusos de la escuela concertada”. De la concertada, ¿sólo? Ningún periodista preguntó: ¿Y la pública? Y recordemos este titular de 2016: “El pederasta confeso de los Maristas trabajó dos meses en el Barça en 2002”. No me suena que nadie siguiera mucho esta pista, ni que el club hiciera una investigación. Y quede también para la historia este juicio sumarísimo: "Lobos sueltos en el colegio. Los Maristas han velado más por la imagen de su marca que por la integridad de los niños encomendados a su magisterio”.

Por no seguir con los Maristas, uno de los casos más paradigmáticos de este tratamiento desigual es el llamado caso del profesor de la escuela Vedruna. Ciertamente, al acusado lo detuvieron los Mossos cuando era profesor de la Escola Vedruna, pero la denuncia es de unos abusos que se produjeron en un grupo scout de un equipamiento municipal de Barcelona. Todos los titulares hablan el caso del “profesor de Vedruna” no del “monitor del Cau Mas Guinardó”.

Y, como último ejemplo, en los casos que han afectado a religiosos, siempre se ha reprochado que se hubiesen hecho reconocimientos y homenajes a personas que después se ha sabido que eran delincuentes sexuales. Pues ahora se amplía la lista de las instituciones que tendrán que borrar fotos de sus webs.

Y no hablemos de todo lo que se ha dicho sobre el celibato y la pedofilia.

Asi, aparte del presunto abusador, ¿alguna institución tendrá que asumir responsabilidades por encubrimiento? ¿Se realizará una auditoría y revisión de los protocolos en los centros deportivos? ¿Una causa general?

¿El Síndic abrirá un servicio de atención a las víctimas de las actividades deportivas y publicará un estudio? ¿O cree que es caso aislado?

¿Cuánta gente irá a hacer pintadas en las paredes de la escuela, hacer la foto, y después publicarla?

¿Manifestaciones ante el Departament d’Educació, como se hizo en Montserrat con gran cobertura mediática?

Son sólo una muestra de agravios que se han susurrado en voz baja dentro de la Iglesia porqué podía parecer que se restaba gravedad a que en un entorno religioso o un cura cometiera un abuso. Y decir esto sobre las reacciones al tema, no resta nada al compromiso que debe tener la Iglesia en la protección de los menores. https://www.catalunyareligio.cat/reaccio-eclesial-social-abusos-menors

Saben eso de cuando el sabio señala la luna y muchos se quedan mirando el dedo. Pues seguramente esto es lo que ha pasado con la reacción de algunos frente a los abusos en la Iglesia. Centrarse demasiado en la Iglesia y poco en la pandemia social de los abusos.

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