(Ángel Asurmendi. Provincial de los Salesianos de la Inspectoría de Barcelona) La noticia era esperada en estos días, pero nos ha cogido un poco por sorpresa.
Cuando hemos sabido que el nuevo Papa había elegido el nombre de Francisco y era Jorge Mario Bergoglio, jesuita y arzobispo de Buenos Aires, la sorpresa se ha trasformado también en expectación. Sobre todo ello se hablará abundantemente estos días.
Ahora los medios intentan trasladarnos su perfil humano y religioso, su actuar diario, sus relaciones con la gente y los políticos… todo lo que pueden encontrar para dar una primera información sobre su persona. De sus virtudes y carencias también oiremos hablar largamente.
De quien lo conoce directamente, nos llega el testimonio de que es una persona auténtica y sencilla, que vive con austeridad y normalidad. De entrada son rasgos importantes para un pastor, para un buen pastor. Demos gracias a Dios por haber inspirado a través de su Espíritu esta elección.
Nos sumamos a la alegría de la Iglesia que ya tiene un nuevo pastor. Y unimos nuestra oración a la que realiza el resto de los cristianos pidiéndole al Espíritu que lo asista y acompañe en el empeño de la nueva Evangelización y para que, según sus propias palabras, podamos trabajar juntos unidos en fraternidad, amor y confianza recíproca.
Le aseguramos que, por nuestra parte, no va a quedar. Tiene ya asegurada nuestra confianza, pues sabemos que Dios está detrás de su elección.
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