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Domingo 1º de Cuaresma. Ciclo A
Barcelona, ​​9 de marzo de 2014

Los cristianos de la primera generación se interesaron muy pronto por las tentaciones de Jesús.
No querían olvidar el tipo de conflictos y de luchas que tuvo que superar para mantenerse fiel a Dios.
Los ayudaba a no desviarse de la única tarea importante: construir un mundo más humano siguiendo los pasos de Jesús.
El relato es sobrecogedor. En el desierto se puede escuchar la voz de Dios, pero también se puede experimentar la atracción de las fuerzas oscuras y turbias que nos alejan. Las fuerzas malignas.
El diablo tienta a Jesús empleando la Palabra de Dios y fundamentándose en salmos que se rezan en Israel.
¿Qué significa esto?
Que incluso en el interior de la religión se puede esconder la tentación de distanciarnos de Dios.

En la primera tentación, Jesús se resiste a utilizar a Dios para convertir las piedras en panes.
Lo primero que necesita una persona, además de tejado y vestidos es ... comer, pero el hombre no vive sólo de pan. El anhelo del ser humano no se apaga alimentando su cuerpo. Necesita mucho más.
Precisamente para liberar de la miseria, del hambre y de la muerte aquellos que no tienen pan, debemos despertar la sed de justicia y de amor en nuestro mundo deshumanizado de los satisfechos y hartos.

Arriba de todo del Templo, el diablo le sugiere que busque la seguridad en Dios. Podrá vivir tranquilo, "sostenidat para las palmas de sus manos" y caminar sin tropiezos ni riesgos de ningún tipo.
Jesús reacciona diciendo: "No tentarás al Señor tu Dios."
Es diabólico organizar la religión como un sistema de creencias y prácticas que dan seguridad.
No se construye un mundo más humano refugiándonos cada uno en nuestra propia religión. A veces, hay que asumir compromisos arriesgados y peligrosos, confiando en Dios como Jesús.

La última escena es francamente impresionante.
Jesús está mirando el mundo desde una montaña alta. A sus pies se le presentan "todos los reinos" con sus conflictos, guerras, barbaridades e injusticias.
Él quiere introducir el reino de la paz y la justicia deDios.
El diablo, en cambio, le ofrece poder y esplendor si la adora.
La reacción de Jesús es inmediata: "Al Señor tu Dios."
El mundo no se humaniza con la fuerza del poder. No es posible imponer el poder sobre los demás sin servir al diablo.
Aquellos que pretenden seguir a Jesús pero, a la vez, buscan gloria yesplendor viven arrodillados ante el diablo.
No adoran al verdadero Dios.

Es hora de preguntarnos:
Nosotros, ¿quién o qué adoramos?
– ¿adoramos a Dios y ayudemos a los hermanos?
– ¿o bien adoramos nuestra cuenta corriente y nos desentendemos de los que nos necesitan?

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