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EL BANQUETE DE LA MULTIPLICACIÓN
En el evangelio de la Festividad del Cuerpo y la Sangre del Señor (ciclo C), leemos el relato de Lucas de la multiplicación de los panes y los peces (Lc 9,11b-17). El texto de Lucas se inspira en el primer relato de Marcos de la multiplicación que redactó en posterioridad al otro, que aparece en Mc 8,1-10. Al igual que Marcos, Lucas sitúa el acontecimiento de la multiplicación inmediatamente después del regreso de los apóstoles de la misión que Jesús les había encomendado: anunciar el Reino, sacar demonios, curar enfermedades, curar enfermos (Lc 9,2). Los doce cumplen el mandato no del todo satisfactoriamente. Para darse cuenta de ello sólo hay que establecer una comparación con el regreso de los setenta y dos (Lc 10,17). El retorno de estos está presidido por un clima de alegría y éxito de la misión: los demonios se sometían al poder del nombre de Jesús.

Antes de la multiplicación de los panes, Jesús se llevó los 12 solos hacia un pueblo llamado Betsaida. Algunos comentaristas dicen que los llevó a descansar. Marcos sí lo dice (6,31), pero no Lucas. Jesús se los lleva porque desea enseñarles cómo hay que entender el Reino de Dios. Los doce han predicado un Reino de Dios entendido como una perpetuación del reino de David. Un Reino de Dios de tipo político, marcado por el prestigio, el poder, excluyente en cuanto a la integración de los no judíos y violento porque se quiere desembarazarse del dominio de los romanos. Seguramente era el reino que esperaban los habitantes de las aldeas y pueblos donde los doce predicaron.
Jesús aparta los doce de las multitudes, es decir, los aparta de esta manera de entender el Reino y les dice que sean ellos quienes den comida. Hay que entender comida en el sentido figurado. Comer es la enseñanza. "No sólo de pan vive el hombre ..." (Dt 8,3; Mt 4,4). Los apóstoles deben aprender a hablar del el mismo sentido que habla Jesús. Dar la misma comida de la enseñanza que da Jesús.

Como dirá más adelante Lucas: "Feliz el que se sienta en la mesa del Reino" (14,15). Con la multiplicación de los panes comienza realizarse el banquete de Reino, es una señal del advenimiento del Reino. El Reino de Dios, presentado como un banquete, debe entenderse en sintonía con los textos que muestran la salvación de Dios como un banquete (Is 25,6; Sal 23,5). El banquete de la multiplicación se caracteriza por compartir y servir, distintivo de las comunidades de Jesús y por la abundancia (Is 60,6; 66,11; Mt 5,6; Jn 2,6), señal inequívoca del advenimiento del Reino. Es esto lo que tendrán que aprender.

Jesús pide a los apóstoles que hagan grupos de cincuenta. No es fácil determinar el simbolismo de cincuenta a la Biblia. Por una parte hace referencia al profetismo: Grupos de 50 profetas se esconden de Jezabel (1 Re 18,4.13). Por otra parte 50 se relaciona con el don del Espíritu: los discípulos reciben el Espíritu 50 días después de Pascua. Más allá del simbolismo del 50, el hecho de agrupar la gente debería entenderse en el sentido de que los apóstoles son enviados a crear comunidades. Hay que crear comunidades para darles la comida de la enseñanza. Comunidades que -rescatando el simbolismo del 50 - estén marcadas por el profetismo y receptivas al don del Espíritu.

La similitud de las palabras de Jesús con las de la última cena (Lc 22,19) otorga al gesto de Jesús un tono marcadamente eucarístico. Las comunidades que entienden el Reino con las categorías del compartir y el servir, celebran la eucaristía para ser receptivas al don del Espíritu para coger el empuje profético con el fin de que los valores del Reino sean asumidos por mujeres y hombres de toda tipo y de todo tiempo.

Festividad del Cuerpo y la Sangre del Señor. 29 de Mayo de 2016

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