Pasar al contenido principal

Los primeros versos del capítulo tercero del evangelio de Lucas (Lc 3,1-6) los leemos en este segundo domingo de Adviento. El texto seleccionado como lectura litúrgica presenta tres partes bien distinguibles: 1) El marco histórico con la enumeración de los gobernantes; 2) Por Juan se hace presente la palabra de Dios; 3) Cumplimiento de la profecía de Isaías.
Lucas enumera siete gobernantes, que van del más poderosos al menos. Indiscutiblemente Lucas quiere dejar claro que la palabra de Dios entra de lleno en la historia humana. Al enumerar personajes políticos (sobre todo con la inclusión de paganos) quiere apuntar que el mensaje de que hablará del Evangelio, quiere ir más allá de las fronteras de Israel y llegar hasta ensanchar horizontes que abarcarán la amplitud del imperio romano. La palabra de Dios no llegará al colectivo de estos grandes personajes, sino a Juan, personaje humilde ubicado no en el templo, ni en Roma, ni en Jerusalén -lugares donde por lógica se debería presentarse la Palabra de Dios - sino en el desierto.
Sin desmerecer lo dicho, la enumeración de los gobernantes responde al uso que hace Lucas de un esquema, presente en el Antiguo Testamento y usado para la presentación de la actividad de los profetas. En este mini esquema encontramos las siguientes constantes: 1) La expresión: "La palabra fue comunicada" 2) El nombre del profeta 3) La expresión "Hijo de" seguida del nombre de progenitor 4) El rey o reyes, en muchos casos, que reinan en el tiempo de la actividad del profeta. Un ejemplo claro lo encontramos en la presentación del profeta Oseas. "Palabra del Señor comunicada a Oseas, hijo de Beer, en tiempos de Ozías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, mientras Jeroboam hijo de Joás, era rey de Israel" (Os 1,1). Fijémonos como se enumeran los reyes de todo el territorio de Israel, tanto los del reino del sur, como el del reino del norte. Lucas ha hecho lo mismo; enumeró los gobernantes de todo el territorio de Israel que influirán directa o indirectamente (el emperador) durante el tiempo de la actividad pública de Jesús. Sigue con la frase más importante de todo el texto: "Dios comunicó su palabra". A continuación el nombre del profeta, Juan. Y, tal se dice de los profetas, aquí también se dice de quién es hijo Juan, la antigua usanza de poner el apellido.
La expresión "la Palabra del Señor fue comunicada" traduce una construcción hebrea que, aproximadamente, diría así: "la Palabra del Señor fue hacia" y a continuación vendría el nombre del profeta (Ez 1,3; Os 1,1; Jl 1,1; Am 1,1; Zac 1,1). Nótese que el verbo no es "comunicar", sino "ser" (en hebreo "haya"). Esto quizás quiera decir que la Palabra de Dios empieza a ser, comienza a existir cuando es comunicada al profeta. Este verbo lo encontramos también en Gn 1,3, cuando la luz empieza a ser, a existir, en el momento en que se pone en marcha la creación.
Lucas seguramente quiere decir que en la persona de Juan se inicia un movimiento que pone en marcha la dinámica de la Palabra. Algo nuevo comienza a tomar forma, porque la Palabra de Dios no permite que la perversión humana (simbolizada por los gobernantes) pueda tener la última palabra.
Esta idea de novedad queda reforzada por la mención del desierto. En el desierto es donde comienza la gran novedad del pueblo de Israel, liberado de la opresión de Egipto. Es la novedad del Éxodo. A este refuerzo se une la cita de Isaías. Este profeta se dirige a los exiliados de Babilonia para que se animen a comenzar la gran novedad del retorno. Hay que abrir caminos en medio del desierto para ponerse en marcha.

Domingo 2º de Adviento. 6 de Diciembre de 2015

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.