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Comentario al evangelio del 4º domingo durante el año A.

El texto de las Bienaventuranzas de Mateo es uno de los más conocidos y comentados de toda la Biblia cristiana; lo leemos en el evangelio de este domingo (Mt 5,1-12). Hemos escogido sin motivo especial comentar dos de ellas.

“Dichosos los humildes, ellos poseerán la tierra”. Poseer o heredar la tierra es un tema que tiene fuerte presencia en el Antiguo Testamento. A Abraham Dios le promete la posesión del país (Gn 15,7.18-21). Toda la aventura del Éxodo termina con la posesión del país (Dt 1,8). Con el paso del tiempo la posesión de la tierra deja de ser una realidad material y, por así decirlo, se espiritualiza. "Señor heredad mía" dirá el salmo 16,5. No es de extrañar, pues, que la posesión de la tierra se convierta en un premio por los justos; así lo dice el salmo 37 que parece ser el que inspira esta Bienaventuranza: "Los humildes poseerán la tierra, disfrutarán de una gran paz" (37,11), "Los justos poseerán la tierra, la habitarán para siempre" ( 37,29).

En el Nuevo Testamento la posesión de la tierra se convierte en heredar el Reino de Dios. “Recibid en herencia el Reino” dirá el rey en el capítulo 25 del mismo evangelio de Mateo y la carta de Santiago “Has escogido a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino” (2,5). Se repite a menudo en el Nuevo Testamento la afirmación de que los injustos no poseerán el Reino ( 1 Co 6,9; 15,50; Gl 5,21; Ef 5,5). La idealización llega cuando la herencia se identifica con la vida eterna. "Sois en esperanza herederos de la vida eterna" dirá la carta de Tito (3,7), por eso Jesús dirá a quienes lo han dejado todo que poseerán la vida eterna (19,29) y un hombre ( o un escriba) pregunta a Jesús: qué debo hacer para poseer la vida eterna? (Mc 10,17; Mt 19,29; Lc 10,25; 18,18) . La descripción más especulativa la encontramos en la primera carta de Pedro: “Una heredad incorruptible, inquebrantable, inmarcesible reservada en el cielo por vosotros” (1Pe 1,3-5).Cuando a los humildes se les promete poseer la tierra, no se les promete, pues, una propiedad material sino la auténtica vida, la vida eterna.

Dichosos los humildes. Humildes traduce el término griego “praus” que a su vez traduce el término hebreo “anawim” que la versión de los LXX es el término que usa para designar a los pobres. Con esto se ve cómo la bienaventuranza es un desdoblamiento de la primera. Pobre es un término que en teología bíblica expresa la total disponibilidad a Dios que va unida a la modestia, la benignidad, la compasión, la paciencia activa. Sin embargo, la mejor descripción del humilde es el mismo Jesús que entra en Jerusalén montado en una burra y se presenta benévolo y humilde de corazón (Mt 21,5; 11,29).

"Dichosos los limpios de corazón, ellos verán a Dios". Entre los lectores del evangelio de Mateo había muchos provenientes del judaísmo entendidos en la Ley, la Torá que conocían muy bien las prescripciones rituales que debían cumplirse para conseguir la pureza ritual. Lo que ocurrió es que en las filas sobre todo del fariseísmo la pureza se quedó simplemente en un pureza ritual y exterior. El mismo Mateo critica duramente este comportamiento y reprocha a los fariseos que no purifiquen su interior (Mt 23,25-28).

La Bienaventuranza transforma la pureza ritual en la pureza y limpieza de corazón. Según la antropología bíblica, el corazón es el centro del ser humano en lo que se refiere a la apertura a Dios, lugar de las decisiones, del pensamiento, del comportamiento y orientación moral. La limpieza de corazón será equivalente a la ausencia de pecado. La pureza de corazón pondrá al ser humano en condiciones de poder ver a Dios.

El pueblo de Israel tenía el convencimiento de que ver a Dios era morir (Ex 3,6;19,21). Por eso, cuando a los limpios de corazón se les promete ver a Dios quiere decir que gozarán de un privilegio especialísimo. En los palacios reales de la antigüedad sólo unos pocos privilegiados podían estar cerca del rey y verle la cara. El creyente israelita quería experimentar la proximidad de Dios cuando iba al templo de Jerusalén, la condición el corazón puro. “¿Quién puede subir a la montaña del Señor? ¿Quién puede estar en su templo santo? El que tiene el corazón sincero y las manos sin culpa” (Sal 24,3-4). Los limpios de corazón podrán satisfacer el deseo de ver a Dios que significa entrar en su intimidad, formar parte de sus preferidos, disfrutar del don de la vida.

Domingo 4º durante el año. 29 de Enero de 2023.

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