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Comentario al evangelio del domingo 2o del tiempo ordinario. B

Son pocas las oportunidades que la liturgia nos ofrece de poder leer fragmentos del evangelio de Juan. Este domingo es uno y leemos el episodio donde discípulos de Juan Bautista conocen a Jesús y empiezan a ser discípulos suyos.

Durante muchos años se consideró que el cuarto evangelio era la obra de Juan, uno de los hijos de Zebedeo que formó parte del colectivo de los doce discípulos, a la vez se identificó este Juan con la persona del discípulo amado que aparece en evangelio de Juan. Estudios especializados descartaron esta hipótesis. También parece poco probable que el autor de la obra joánica fuera el anciano que aparece a 2 i 3Jn. Lo más probable, pues, es que Juan hijo de Zebedeo, el discípulo amado y el anciano de la 2ª i 3.ª carta de Juan sean personas diferentes.

Quién es pues el autor de cuarto evangelio? La hipótesis considerada como más probable se puede sintetizar de la manera siguiente: el nombre de «discípulo amado» corresponde a un discípulo de Jesús que no formaba parte del grupo de los Doce. Habría nacido en Judea, posiblemente de clase social acomodada, seguidor muy próximo a Jesús; este discípulo llegó a ser , después de la muerte y resurrección del Señor, el iniciador de una predicación y de una interpretación originales y muy profundas de la vida y la obra de Jesús. Desde Palestina pasó a Asia Menor, en Éfeso, donde fundó un movimiento de evangelización y llegó a ser el líder de la llamada escuela joánica, durante muchos de años. Un miembro de esta escuela sería el autor del evangelio, las cartas y el Apocalipsis de Juan. Los seguidores del “discípulo amado” serían los que le dieron el apelativo de «discípulo amado», e hicieron que apareciera como personaje muy próximo a Jesús en la última redacción del Evangelio.

Los versículos 35-42 que leemos hoy otorgan varios títulos a Jesús, fruto de una desarrollada Cristología. Juan el Bautista denomina a Jesús el cordero de Dios (vv. 29, 36). Los discípulos de Juan denominan Jesús Rabí (v. 38). Andrés lo llaman el Mesías (v. 41).

El cordero de Dios, nos hace pensar en el cordero pascual, la sangre del cual salvó a los israelitas de la muerte y preparó el camino para su liberación de Egipto (Éxodo. 12). Una de las ideas más importantes del Evangelio de Juan es el motivo de la Pascua que tiene un peso teológico en todo el Evangelio. El cordero pascual estaría en la mente del evangelista mientras escribe esto. En el judaísmo, el cordero pascual no se veía como un sacrificio por el pecado, pero la temprana iglesia pronto lo interpretó así. (1 Cor 5,7-8). Además, en el cuarto Evangelio la crucifixión de Jesús está conectada con la matanza del cordero de la Pascua. El mediodía, la hora sexta, cuando Jesús es crucificado, era la hora que en el templo se mataban los corderos por el sacrificio de Pascua (Jn 19,14). El evangelista relaciona las piernas de Jesús, sin romperse durante la crucifixión, (19:33) con Éxodo 12:46, que dice que no se tiene que romper ningún hueso al cordero Pasqual.

También hay que pensar en el cordero proporcionado a Abraham para ser sacrificado en lugar de Isaac (Gn 22:8-13). Y también con el Sirviente del Señor que en los cantos del segundo libro de Isaías es comparado a un cordero que lo llevan a matar (Is 53,7).

Dos discípulos llaman a Jesús “Rabí”. El evangelista nos da la traducción “maestro” indicando en qué sentido hay que interpretar el término. Los rabinos eran los expertos en la Ley y la comunidad joánica que había sido expulsada de la sinagoga (Jn 9,22) no tendría demasiado buenas relaciones con los rabinos. Los rabinos, pero, tenían sus grupos de discípulos y por eso eran maestros. Sus alumnos les llamaban “mi grande” que es la traducción exacta de “Rabino”. Jesús en cuanto que tiene un grupo de seguidores y discípulos y los enseña se deja llamar “Rabino” (1,49; 3,2; 4,31; 6,25; 9,2; 11,8).

El evangelio de Juan proclama la mesianidad de Jesús desde el comienzo de su evangelio. No como Marcos que, aparte del título, esconde la condición mesiánica de Jesús hasta la proclamación solemne ante el Sanedrín (Mc 14,62). Juan lo hace ya en prólogo y ahora Andrés y Simón lo llaman Mesías. La esperanza mesiánica que el autor del evangelio describe acertadamente en 7,41-42: “Ès el mesías?” queda confirmada desde el comienzo de su evangelio. Jesús es el Mesías esperado que tenía que venir al mundo.

Domingo 2.º durante el año. 14 de Enero de 2024

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