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La carta de Santiago, como se puede ver por la lectura hecha estos pasados domingos, es un abanico de sentencias, consejos y normas de comportamiento, más que un tratado bien estructurado, dotado de una teología profunda. Entre los temas que frecuentemente aparecen en la carta, sobresale la crítica a la riqueza y la defensa del pobre: ​​1,9-11.27; 2,2-27.15-16; 4,2-3.13-14 y 5,1-6. Este último pasaje es el que leemos en la segunda lectura de este domingo. Si la relación de la fe y las obras, tal como las presenta la carta, provocó el rechazo de las comunidades cristianas surgidas de la reforma protestante, la crítica a la riqueza y, sobre todo, la opresión que los ricos ejercen sobre los pobres ha provocado una gran admiración por este libro bíblico, de tal manera que las comunidades cristianas, más sensibles a los problemas sociales ya las desigualdades entre ricos y pobres, han hecho de el siempre una entusiasta lectura.

En la crítica a los ricos hay un crescendo que va desde escatimar el jornal (v.4) hasta condenar y asesinar al justo. Resulta difícil pensar que dentro de las comunidades cristianas, a las que se dirige la carta de Santiago, hubiera ricos que llegaran al extremo de asesinar. Esto a que pensar que los destinatarios son los ricos en general y que la maldad de su comportamiento no proviene de la transgresión de una norma, sino que la riqueza se ha conseguido a costa de la desgracia de los pobres.

La crítica a la riqueza es un tema presente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. No sabemos qué textos tendría presentes el autor de la carta de Santiago al redactar este pasaje, pero podemos imaginar que a sus lectores judíos les vendría a la memoria el capítulo 15 del libro del Deuteronomio, sobre todo la advertencia de que "no habrá pobres entre los tuyos "(v.4). La riqueza conseguida a costa la miseria de los pobres tiene su eco en los textos del profeta Amós: "Damas de Samaria que oprimis a los débiles y maltratan a los pobres" (Am 4,1-3); "Quienes engullen a los pobres" (8,4-8).
Hay una expresión en el texto de la carta sobre la que vale la pena prestar atención "el grito de los segadores ha llegado a los oídos del Señor de los ejércitos". Al margen de la semejanza con el clamor de los esclavos hebreos oprimidos en Egipto (Ex 2, 25-27), la expresión Señor del universo no traduce fielmente los términos del texto griego donde se habla de "kiriou Sabaoth", Señor de los ejércitos . La traducción suaviza una cierta imagen bélica de Dios pero ensombrece la visión de un Dios que sale a la defensa de los pobres y oprimidos porque está de su parte y su lado. Es este el sentido que tiene en Is 2,12 que presenta al Señor de los ejércitos levantándose por encima los soberbios, los orgullosos y los altivos, sentido que también tiene en Ex 12,41 donde se ve que el ejército del Señor es el que ha liberado a Israel de Egipto.

En cuanto al Nuevo Testamento no cuesta mucho ver que el rico de la parábola de Lázaro de Lucas (12,19-31) es el ejemplo de los ricos que viven una vida de delicias en la tierra (v.5) y que el hombre que guarda el trigo en los graneros y reposa, come, bebe y se divierte, es el calco de los ricos que han acumulado oro y plata sin prever que esta acumulación se les girará en contra (v.3).
En "el día de la matanza" se debe ver una referencia, según Jr 12,3, al juicio que se debe realizar en el futuro. En todo el pasaje las referencias al fin y al juicio son constantes: el uso de verbos en futuro, "caerán", "hará de testigo", "os comerá" y las expresiones "el fin de los tiempos" y "el día de la matanza ". Porque si algo tiene claro el pensamiento bíblico es que Dios es un Dios que pasa cuentas.

Domingo 26 durante el año 27 de septiembre de 2015

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