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La primera lectura de este domingo presenta la narración del ritual de la alianza (Ex 24,3-8). "Berit" es una palabra hebrea muy rica de significado que puede decir: "constitución, ordenanza, alianza, pacto, acuerdo, promesa". Puede designar el acuerdo entre iguales, pactos internacionales o las condiciones que los vencedores imponían a los vencidos y que éstos, a cambio de protección, debían respetar. En la Biblia se ha convertido en un término clásico para referirse a las relaciones de Dios con su pueblo de Israel y las de éste con su Señor.
Sellar una alianza solía ir acompañado de varios actos rituales y simbólicos encaminados a mostrar la solidez del vínculo que se establecía. Nuestra lectura, aunque breve y sobriamente, no hace más que describir los rituales, que demuestran la solidez de la alianza del Señor con el pueblo de Israel.
A semejanza de los tratados de vasallaje, que los asirios iban imponiendo a los pueblos que invadían, en la alianza de Dios con Israel, la iniciativa arranca de Dios que está en una situación de superioridad y de dominio total sobre Israel. Es él quien ha elegido Israel (Dt 7,6.7)
La palabra en los tratados juega un papel decisivo y determinante. Es el texto lo que especifica las cláusulas que hay que cumplir, obligaciones de los vasallos, derechos o ventajas que se obtienen con el cumplimiento y consecuencias que puede conllevar el incumplimiento. El texto que nos ocupa dice: "Moisés fue a comunicar al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y ordenado" (v.3), "escribió las palabras de Señor" (v.4); "Leyó al pueblo el documento de la alianza" (v.7). Se deduce aquí que este documento de la alianza se refiere al decálogo y el código de la alianza (Ex 20-23) que el libro del Éxodo ha introducido entre la teofanía del Sinaí el relato del ritual de la alianza. Cuando el lector lee documento de la alianza, ya sabe, pues, exactamente cuál es el contenido de este documento. El texto enriquece el ritual a fin que no sea un sin sentido y el ritual otorga una sacralidad al texto que de otro modo no tendría.
No suele faltar en el ritual una invocación a las divinidades, que se las considera testigos y avaladoras del pacto y se les pide que hagan de protectoras, a fin de que lo pactado se pueda cumplir. En la lectura de hoy vemos como las palabras (términos de pacto) provienen del Señor; a él se le ofrecen holocaustos y se le inmolan terneros (v.5) y por dos veces el pueblo dice: "Cumpliremos todo lo que nos ha dicho el Señor" (vv. 3.7).
El altar (v. 4) es símbolo de la presencia de Dios autor y aval del pacto. Pero, a la vez, adquiere la función de señal y recordatorio del pacto para la posteridad. La solidez de la piedra se aviene con el deseo de perdurabilidad de la alianza. Las doce piedras son una clara referencia a las doce tribus de Israel. La alianza afecta a la totalidad del pueblo.
La sangre simboliza la vida (vv.6-8). La misma sangre aspergida sobre el altar, símbolo de Dios, se asperge sobre el pueblo y así se establece una comunión de vida entre Dios y su pueblo. La vida de Dios (la sangre le pertenece porque se le ha ofrecido) se derrama sobre el pueblo, que responde con el juramento de cumplir lo que el Señor ha dicho.
Seguramente las primeras comunidades cristianas utilizaron esta imagen de la sangre, que es vida para el pueblo para interpretar la inexplicable muerte de Jesús y ver en ella la realidad de la alianza. Tanto es así, que ahora la única alianza es la de Jesús en la cruz.

Festividad de los Cuerpo y la Sangre de Cristo. 7 de Junio ​​de 2015

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