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La semana pasada la comunidad paquistaní de Barcelona del Camí de la Pau invitó a la sociedad catalana a celebrar, en el oratori de la calle de Erasmo Janer, la fiesta del 25 de diciembre, fecha en la cual se conmemora el nacimiento de Jesús y de Muhammad Ali Jinnah fundador del Pakistán. Esta fiesta, que empieza a ser una tradición, contó con la participación de la delegada del Gobierno del Estado en Catalunya, del Director General de Asuntos Religiosos, el cónsul del Pakistà, el rector de la parroquia católica del Carme y un representante de la comunidad cristiana pakistaní en Barcelona.

El cristiano paquistaní destacó que este acto, que reunía en un oratorio musulmán a cristianos y musulmanes, era imposible imaginarlo en Pakistán. Esta iniciativa mostraba el alto grado de normalidad en la vivencia de la diversidad religiosa en Catalunya. Hecho que fortalece la dimensión cívica de la sociedad catalana y demuestra el alto respeto que hay entre las diferentes tradiciones religiosas. El acto de la comunidad paquistaní enseña y educa en la convivencia. Es un valor que hay que transmitir, tanto al interior de la nuestra sociedad como en la propia sociedad paquistaní del Pakistán donde el conflicto religioso divide todavía duramente la sociedad.

Dentro de pocos días hará un año de la muerte de Salman Tasir, gobernador del Punjab asesinado por un fundamentalista musulmán por haber defendido a Asia Bibi, la mujer condenada a muerte por blasfemia. Por eso el acto de la comunidad musulmana pakistaní del Camí de la Pau en Barcelona es una invitación a la concordia de las religiones. Porque, tal como dijo Mohammed Iqbal, dirigente de la esta entidad, tanto cristianos como musulmanes son seguidores de un Dios que es paz, esperanza y hermandad.

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