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Comentario a la primera lectura de la misa del día de la Festividad de la Natividad del Señor

La primera lectura de la misa del día de la festividad de la Natividad del Señor nos da la oportunidad de leer un bonito texto del libro del Segundo Isaías (Is 52,7-10). Es la tercera de un conjunto de profecías (las otras dos son: Is 52,1-2 y 52,3-6) que anuncian el fin del exilio y el retorno del Señor a Jerusalén.

El autor es el Segundo Isaías, que escribió los capítulos 40-55 para dar esperanza en al pueblo de Judea, un pueblo que estuvo derrotado y vió destruida su querida ciudad de Jerusalén y muchos de sus conciudadanos muertos por la espada. Algunos supervivientes permanecieron en el país otros sufrieron un largo exilio en Babilonia.

Todo esto llevó a una crisis de fe. Los exiliados se preguntaban si el Señor los había abandonado, o si los dioses babilonios eran más fuertes que el Señor. El mismo Segundo Isaías solo empezar su libro explica el exilio como una consecuencia del pecado: “Ha sido perdonada la culpa porque ha recibido del Señor doble paga por todos sus pecados” (40,2). Han pecado y el exilio es su castigo.

Pero el Señor no ha abandonado a los exiliados, al contrario, prepara su redención. El Señor ha utilizado los babilonios para castigar a los exiliados y también para prepararlos para su redención. Ahora, el final de esta fase de su historia se acerca. El Señor se ha valido de Ciro rey de Persia para derrotar a los babilonios y asumir el dominio del mundo (Isaías 45:1). Ciro demolerá la opresión de los babilonios y permitirá que el pueblo de Judea vuelva a su patria y reconstruya la ciudad de Jerusalén y su templo. Sin embargo, no es Ciro quien los salva, sino el Señor.

Lo que hemos expuesto es el marco histórico de una liberación, redención, salvación circunstancial y política. Este acontecimiento, pero, se convierte en imagen, como lo es la liberación de Egipto, de una salvación y redención más profundas.

Judá y Jerusalén serán liberadas de su pecado y este pecado es la infidelidad al Señor demostrada con los cultos idolátricos. Ahora les serán perdonados sus pecados y olvidadas sus culpas y así el Señor llevará a cabo una redención radical porque lo que ponía resistencia a la redención del Señor es el pecado y la rebeldía de Judá y Jerusalén.

La salvación y la redención de Dios es una realidad que va más allá de la liberación que supone el retorno del exilio de Babilonia. Si el exilio es consecuencia del pecado, el retorno del exilio es fundamentalmente liberación del pecado.

El ruego del orante que pide a Dios que lo salve está muy presente en la Escritura “Levántate, Señor, sálvame, Dios mío” (Sl 3,8); “Salva a tu pueblo! Bendice a tu heredad!” (Sl 28,9). Cómo este, son numerosísimos los pasajes que invocan la salvación de Dios, pero de entre ellos tienen un particular interés aquellos que piden al Señor que los libere de la muerte: “Señor, me has arrancado de la tierra de los muertos; cuando ya me hundía, me has vuelto a la vida” (Sl 30,4, también 6,5-6; 116,18). La muerte es la situación de desgracia extrema, es todo el contrario de la vida, el sheol, el país de los muertos, representa la total ausencia de Dios y la imposible relación del ser humano con Dios: “Quién puede alabarte en la tierra de los muertos?” (Sl 6,6, también 30,10; 88,11).

También la salvación está encaminada a que el fiel al Señor pueda cumplir los mandamientos, es decir, poner en práctica la Ley, la Torà: “Yo te invoco: sálvame y guardaré tu pacto” dirá el salmo 119,146.

La salvación de que habla el Antiguo Testamento llegará a su plenitud con la venida liberadora de Jesús, con su muerte y su resurrección. Curiosamente en el texto que nos ocupa aparece el término “mebaser” que quiere decir el que trae buenas noticias. La traducción de los LXX lo tradujo por “evangelista”. El evangelio y los evangelistas serán, por lo tanto, quienes llevan la buena noticia que representa la venida de Jesús.

Festividad de la Natividad del Señor. Misa del día. 25 de Diciembre de 2023.

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