La sabiduría de los humildes

Comentario al evangelio del domingo 14 durante el año. A.

Un nuevo fragmento del evangelio de Mateo leemos este domingo (Mt 11,25-30). En este texto Jesús afirma que la revelación de Dios ha sido concedida no a la poderosa élite sino a los receptivos «pequeños» marginales y subraya su propia función de revelar y liberar e invita a los cansados y agobiados a encontrar la salvación reconociendo la soberanía de Dios que será establecida sobre todo lo existente.

En el texto, Jesús comienza diciendo: "Os ensalzo Padre, Señor del cielo y de la tierra". La expresión cielo y tierra implica el reconocimiento de que la totalidad de la creación (Gn 1,1) debe estar sometida al reinado de Dios. El verdadero señor del cielo y de la tierra no es el emperador de Roma, sino a Dios. El cielo es el origen del imperio de Dios manifestado en Jesús. La tierra es el escenario donde debe realizarse la voluntad salvífica de Dios y llevar a cabo la realización de este Reino.

"El Padre lo ha puesto todo en mis manos". Esta expresión la encontramos en otros pasajes de la Escritura: Gn 14,20; Ex 5,21; Dt 20,14. Uno de los más relevantes aquél donde David pudiendo matar a Saúl no lo hace (1 Sa 24,5.19). Poner en sus manos indica siempre una situación de poder. Jesús, antes de su muerte, convierte el poder en el acto de servicio de lavar los pies (Jn 13,3). En nuestro texto el poder de Jesús consiste en el poder que Él tiene de revelar el conocimiento que tiene del Padre.

Ante todos los grupos, escuelas y movimientos filosóficos que presumían de tener la sabiduría y el conocimiento y de saber las formas de conseguirlos, Jesús proclama que la revelación de Dios es un conocimiento que permanece escondido a todos estos colectivos presuntuosos. Aquí Mateo sintoniza con Pablo cuando éste critica la sabiduría de este mundo (1Co 2). El tema de la sabiduría escondida a los entendidos lo encontramos ya en el Antiguo Testamento; “Los orgullosos y soberbios son muchos, pero el Señor sólo revela a los humildes sus secretos” (Sir 3,19). “Acercaos a mí, quienes no teneis instrucción, y quedaos en la escuela de la sabiduría. .... Mi proclama es ésta: «Adquirid la sabiduría sin dinero. Doblat el cuello bajo su yugo y recibid su instrucción. Está muy cerca de vosotros para encontrarla”. (Sir 51,23-26). Lo que en realidad se cuece con la diferencia entre sencillos y sabios entendidos está en la aceptación o rechazo de la revelación que Jesús hace de Dios y de paso en la aceptación o rechazo de la persona de Jesús.

“Mi yugo es suave y mi carga ligera” Seguir a Jesús conlleva unas determinadas exigencias, pero Jesús quiere remarcar que estas exigencias son muy diferentes a las derivadas del cumplimiento de la ley. Ya en el mismo evangelio de Mateo se dice que "Los maestros de la Ley y los fariseos... preparan cargas pesadas e insoportables y las ponen en los hombros de los demás, pero ellos no quieren ni moverlas con el dedo". Los rabinos entendían que los mandamientos de la Ley eran un yugo; así consta en algunos tratados de la Misná: “A fin de que cada uno acepte el yugo del reino de los cielos primeramente y después acepte el yugo de los mandamientos” (Berakoth 2,2); “Todo el que acepta sobre sí mismo el yugo de la Torá se verá libre del reino y de las cosas mundanas” (Pirke Avot 3,5).

El yugo de la ley judaica es mejor que el yugo del mundo porque el yugo de la Ley deriva en última instancia de la voluntad de Dios, pero por encima del yugo del mundo y de la Ley está el yugo de Jesús. No es que Jesús proponga que no tengamos ningún yugo, lo que quiere es que aceptemos el suyo. Un yugo bien ajustado distribuye equilibradamente la carga entre ambos animales y esto facilita el trabajo; un yugo que se ajusta al cuerpo de los animales y no duele hace que el trabajo no sea áspero ni duro. Jesús no pide imposibles, su yugo es soportable y si el trabajo pide un reposo él le concede.

Domingo 14 durante el año. 9 de Julio de 2023.