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Comentario al evangelio del 6.º domingo durante el año. B

Después de narrar lo que se conoce como la jornada de Cafarnaún el evangelio de Marcos (Mc 1,19-29) sigue con el episodio de la curación del leproso. Es el texto que leemos al evangelio de este domingo (Mc 1,40-45).

La lectura empieza diciendo: “Acude a él un leproso” Los leprosos tenían que vivir separados de la gente normal, apartados de las poblaciones, a menudo vivían en grupos de leprosos en descampados o en cuevas. Con los trajes rasgados y los cabellos soltados iban gritando: “Impuro, impuro”. Los leprosos eran un tipo de muertos en vida, ya lo dice el libro de Job: “La peor enfermedad, hija de la muerte”, (Jb 18,13). El leproso que va hacia Jesús es valiente y osado. Ha de tomar la decisión de dejar el grupo de leprosos a fin de dejar una vida de marginado y ninguneado. Seguramente tendrá que esquivar al grupo que rodea Jesús que con toda probabilidad intentará dificultar el encuentro. La única posibilidad que se le ofrece de abandonar su mundo de muerte es dirigirse a Jesús. Se arriesga a que si la jugada sale mal se vea abocado a una situación peor de la que está ahora. Es, pues, valiendo y osado.

El leproso no pide ser curado (físicamente), sino ser limpiado (espiritualmente y socialmente). En esta historia no hay referencia a la sanidad, pero sí que hay cuatro referencias a la limpieza. Fijémonos que el verbo usado es “katharizô” que quiere decir purificar y no el verbo “therapeuô” que es el que quiere decir curar. Sin embargo, uno no puede estar limpio sin estar también libre de la enfermedad, así que este hombre está pidiendo ser completamente restaurado a una vida normal en todas sus dimensiones. La súplica de este hombre por la purificación, más que por la sanidad, sugiere que valora la restauración de su estatus espiritual y social mucho más que su salud física.

Jesús se compadeció del leproso. La mayoría de los manuscritos antiguos dicen que Jesús estaba lleno de piedad o compasión (en griego “splagchnizomai”), pero otros dicen que estaba lleno de enojo (en griego “orgizo”). La compasión no deja de tener sentido en este contexto, y muchos manuscritos usan “splangchnizomai”. Este verbo traduce el verbo hebreo “raham” que hace referencia al seno materno, por extensión “raham” querrá decir el amor maternal y entrañable. Cuando Dios es el sujeto el término expresará el amor protector de Dios que se preocupa por los desvalidos y desprotegidos. Según el texto es este tipo de amor el que Jesús siente por el leproso.

A pesar de todo, también hay varias razones para leer enojo (“orgizo”) en este pasaje. Anteriormente al pasaje que leemos Marcos ha informado que Jesús curaba muchos enfermos (v34) y que se extendía su fama (v.28). Movido por todo esto el leproso ha ido a Jesús en busca de una curación que le había de procurar su integración social. Jesús siente que el leproso le está pidiendo una cosa que hará que su ministerio se desvíe. La prioridad de la predicación del Reino puede quedar debilitada por la actividad sanadora. Una situación incómoda para Jesús que explicaría sobradamente su enojo.

Jesús dice al leproso que se presente al sacerdote y que haga la ofrenda que prescribe la ley. A que viene este interés en cumplir lo que prescribe la ley cuando, tanto el leproso como Jesús, se han saltado la normativa legal en cuanto a la lepra?. Las propuestas de interpretación son muchas.

A). La curación no es auténtica si no tiene el reconocimiento oficial del sacerdote, su pronunciamiento es la garantía de que la curación es un hecho auténtico y real y permite la reintegración social.

B) La comunidad cristiana de Marcos que invoca a Jesús no quiere romper con el cumplimiento de la ley.

C) Si el leproso lo que quiere es la reintegración social y la aceptación de la gente de su entorno, Jesús le viene a decir: si esto es lo que quieres, ve, preséntate al sacerdote y quédate con sus leyes, instituciones y las consecuentes servidumbres y quédate con quienes tú quieres estar.

D) Jesús fuerza al sacerdote, representante de las instituciones y los poderes religiosos de Israel, a reconocer el poder de Dios que ha actuado en Jesús haciendo desaparecer la lepra y el pecado que, según los rabinos, es su causa. El sacerdote hará la declaración pero no aceptará que el poder de Dios haya actuado en Jesús. Poniendo en entredicho el papel del sacerdote, Jesús ya no podrá entrar abiertamente en los poblados compartiendo desde este momento la situación de los marginados.

Domingo 6.º durante el año. 11 de Febrero de 2024

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