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Para mostrar que Jesús tiene un rango sacerdotal igual o superior a los sumos sacerdotes de Israel, el autor de la carta a los Hebreos se vale de dos citas de los salmos 2 y 110, que enlazan los rasgos mesiánicos, reales y sacerdotales de Jesús, siendo así que se puede ver en su muerte un sacrificio y una ofrenda por el perdón de los pecados. Es el nuevo comentario de Josep M. Solà para las lecturas de este domingo.

ACREDITACIÓN SACERDOTAL

La lectura del texto de la carta a los Hebreos (5,1-6), que leemos este domingo empieza con una referencia a la elección del sumo sacerdote de Israel para indicar que la condición sacerdotal no la poseía por sí mismo, sino que le venía dada desde fuera. En tiempo de Jesús eran los Herodes y los procuradores romanos, quienes escogían entre unas pocas familias la persona, que más favoreciera sus intereses para ejercer dicho cargo.

Los dones y sacrificios de que habla el texto hacen referencia a una de las prerrogativas específicas en materia de culto que tenía el sumo sacerdote. Él era el único que, el día del Yom Kippur,el día de la expiación, ejecutaba el sacrificio del chivo expiatorio y podía entrar tres veces en el Santo de los Santos. Esta triple entrada significaba la entrada a la beneficiosa presencia de Dios y era allí donde estaba honrado recibiendo manifestaciones especiales de Dios.

La segunda parte de la lectura (vv.5-6) ​​establece la correspondencia del sacerdocio de Jesús con el del sumo sacerdote judío plo que hace al tema de la elección. Si el sumo sacerdote accedía al cargo por designación, también Jesús accedía la condición sacerdotal por favor y la voluntad del Padre. Para mostrarlo, se vale de la cita del salmo 2 y también del 110. Ambos son considerados por los comentaristas salmos típicamente mesiánicos. La cita del salmo 2 pone el acento en la condición mesiánica de Jesús, en tanto que hijo amado del Padre. Los evangelios sinópticos se valen también de este salmo en los textos, que hablan del bautismo, el momento en que se muestra que Jesús posee la condición mesiánica para ejercer su ministerio y el texto de la transfiguración donde se tiene que ver entronización mesiánica de Jesús. También Lucas hace que Pablo se valga de este salmo para mostrar que Jesús resucitado es el mesías (Hch 13,13).

La segunda cita, la del salmo 110, proviene también de un salmo mesiánico, pero en este caso establece la relación entre mesianismo y sacerdocio. El personaje, que aparece en la cita no es ni Aarón ni Sadoc, como sería de esperar, pues destacan en el Antiguo Testamento por sus funciones sacerdotales, sino Melquisedec, un enigmático personaje, que el libro del Génesis presenta ofreciendo pan y vino (Gn 14,17-24). Atención, sin embargo, que Melquisedec es rey y sacerdote tal como se encuentran unidas en el reino de Israel: sacerdocio y monarquía.

En las dos citas de los salmos se encuentran entrelazadas tres cualidades del rango sacerdotal: la mesiánica y la sacerdoteal, que intrínsecamente unidas y la sacerdotal. Las tres básicas, según el autor de la carta a los Hebreos, cara la efectividad y el valor de la ofrenda de los sacrificios. Estas cualidades se daban en los grandes sacerdotes del tiempo de Jesús. Desaparecida la monarquía, el sumo sacerdote era la máxima autoridad de Israel en materia religiosa y política. En la medida que los opresores romanos le permitían, ejercía una pequeña función real. Podemos considerar que la calidad mesiánica del adquiría en la ceremonia de investidura, dado que era ungido (Mesías significa ungido) para poder ejercer el cargo y no se puede descartar que algún grupo centrara las esperanzas mesiánicas en el estamento sacerdotal. La función sacerdotal la ejercía sobre todo, como ya hemos dicho, el día dee la expiación con el sacrificio del chivo expiatorio y la triple entrada en el Santo de los Santos.

Las citas de los salmos quieren mostrar que las condiciones que se daban en los grandes sacerdotes se dan también en Jesús. La exaltación real-mesiánica de Jesús lo capacita para la función sacerdotal. La comparación tiene su densidad, pero debe hacerse sin poner a los sumos sacerdotes y Jesús en el mismo nivel. Los Herodes o Pilatos, electores de grandes sacerdotes, no tienen parangón con quien elige a Jesús, Dios mismo.

Domingo 30 durante el año

26 de Octubre de 2012

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