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Por Oriol Domingo .
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1. El cristiano Jordi Pujol se reconoce pecador. Se ha definido en el pasado como "creyente, imperfectamente creyendo". También: "Yo soy un hombre católico. Vengo de una familia con un padre no creyente y una madre religiosa tradicional ". Y en su famosa confesión pública (25 de julio) utiliza expresiones significativas. "Mi error original". "El único responsable". "Mucho dolor". "Pido perdón". "Que esta declaración sea reparadora en lo posible del mal y de expiación para mí mismo".

2. Las instancias tributarias, judiciales y políticas tienen tareas especificas a realizar en este asunto. Pero su misión no es dilucidar sobre la condición pecadora de nadie. Ni de Pujol. Este juicio corresponde a su conciencia y al Dios de Jesús en que cree. Este Dios es el mismo del de san Agustín, autor de las "Confesiones".

3. Sobre este libro de san Agustín, Benedicto XVI explica: "Ya de por sí el título, 'Confesiones', indica el carácter específico de la biografía de Agustín. Esta palabra 'confesiones' en el latín cristiano desarrollado por la tradición de los Salmos tiene dos significados, que se entrecruzan. 'Confesiones' indica, en primer lugar, la confesión de las propias debilidades, de la miseria de los pecados. Pero, al mismo tiempo, 'confesiones' significa alabanza a Dios, reconocimiento de Dios. Ver la propia miseria a la luz de Dios se convierte en alabanza de Dios y en acción de gracias, porque Dios nos ama y nos acepta, nos transforma y nos eleva hacia sí mismo". Es decir, la confesión auténtica implica la transformación de uno mismo y en relación con los otros y con el Dios en que se cree.

4. Por eso es legítimo discrepar del respetable periodista Arturo San Agustín. Este cronista afirma que la expiación solicitada por Pujol "es insultar a los verdaderos católicos". Hay que replicarle que hay personas que intentan ser cristianas y que ahora, según él, serán falsos católicos porque no se consideran insultados por el perdón pedido por Pujol que se reconoce pecador. En este sentido, la defensa del Pujol pecador es justa. Esta defensa es compatible con el hecho de reclamar que las instancias tributarias, judiciales y políticas cumplan sus tareas. La postura cristiana puede sintetizarse en cuatro palabras: justicia, sí; venganza, no.

5. Arturo San Agustín también recalca que, a diferencia de otros, él no fue "periodista súbdito" de Pujol cuando éste mandaba y que "nunca me he fiado de ningún patriota". Cabe replicarle que hay periodistas, cristianos o no, tan honorables como él que nunca han sido súbditos de nadie, ni de ningún dueño empresarial, ni tampoco del antipujolismo. El ciudadano San Agustín tiene el derecho de no fiarse de ningún patriota. Otros ciudadanos tienen el derecho y el deber de amar la propia patria, de respetar la de los demás y de no fiarse de los apátridas aparentemente cosmopolitas. Estos supuestos apátridas suelen pertenecer a la lengua, la cultura y el poder político dominantes en un Estado.

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