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El relato del nacimiento de Jesús y sus circunstancias transmitido por Lucas (2,1-14) en su evangelio se lee en la misa de la nochebuena del día de Navidad. La lectura de este relato suele estar muy influenciada por las imágenes populares, iconográficas y teatrales, de tal modo que el mensaje de Lucas puede quedar desdibujado.
En el texto, tal como lo presenta la liturgia se pueden distinguir tres partes: 1) El censo de Quirino, pretexto del viaje hacia Belén (vv.1-5); 2) El nacimiento de Jesús (vv.6-7); y 3) El anuncio del ángel a los pastores (vv.8-14). El texto presenta serias dificultades si se quiere hacer una lectura histórica. No hay constancia de un censo hecho en todo el imperio en tiempos de Augusto. En cuanto al censo de Quirino, se limitó en la provincia de Judá y se hizo el año 6 después de la destitución de Herodes Arquelao a fin de delimitar los bienes sobre los que debía establecer el impuesto. Quirino fue uno de los hombres que adquirió más prestigio en el imperio cuando fue gobernador de Siria. Lucas menciona Augusto y Quirino, dos grandes personajes, para enfatizar, por contraste, la sencillez del nacimiento de Jesús. Lucas conoce el censo hecho por Quirino pero lo transforma a favor de su proyecto narrativo y teológico consistente en llevar José y María de Nazaret a la ciudad mesiánica de Belén. Además de eso, le interesa situar el nacimiento de Jesús en una fecha histórica, como después lo hará con la predicación de Juan (3,1-2).
El nacimiento en Belén responde más a un propósito teológico que a la transmisión de un dato histórico. Fundamentada en una profecía de Miqueas (5,1-4, leída este pasado 4º domingo de Adviento) existía un convencimiento generalizado de que el Mesías debía nacer en Belén, que era la población donde había nacido David (1 Sm 17,12) . El Mesías debía ser descendiente de David (Lc 20,41). El propósito de Lucas, introduciendo estas referencias en el texto, no quiere hacer otra cosa que hacer coherente la descendencia davídica de Jesús y su condición de Mesías.
No se puede pasar por alto la importancia que da Lucas a que Jesús era un primogénito. Ser primogénito implicaba una predilección por parte de Dios. "Conságrame tu primogénito" dirá el libro del Éxodo (22,28). Y cuando el mismo libro del Éxodo dice: "Israel es mi primogénito" (4,22) se pone de manifiesto la predilección de Dios por Israel. Había que rescatar lo que pertenece a Dios, por eso Lucas introduce en su evangelio el pasaje donde se rescata Jesús el primogénito (2,22-38). Ser primogénito también está relacionado con el mesianismo que desciende de David (Sal 89,28).
Muchos comentaristas se han entretenido en averiguar cómo sería el tipo de vivienda donde nació Jesús ("katalymati", en griego). Hay que retener tan sólo que era un lugar pobre y humilde. La sencillez del nacimiento de Jesús Lucas la contrasta con la grandiosidad de los grandes personajes que inician el relato -Augusto y Quirino- y la pone en sintonía con la marginación de los pastores que intervendrán a continuación.
En el imperio romano se anunciaba el nacimiento del heredero de un personaje importante y se proclamaban los beneficios que reportaría para el pueblo este nacimiento. Lucas construye un símil con la escena del anuncio a los pastores efectuado por el ángel del Señor. La presencia de ángeles marca el carácter teológico del texto en detrimento de las pretensiones históricas. Dios se encarga de revelar la identidad del recién nacido, no a los grandes personajes del imperio, sino a unos pastores ritualmente impuros por el hecho de mantenerse en contacto con los animales y, en consecuencia, marginados por la tiniebla de Israel, que quedará disipada por la luz de la gloria del Señor.
Navidad del Señor. Misa de la noche. 25 de Diciembre de 2015

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