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Continuamos este domingo con la lectura de la carta de Santiago. El texto de la segunda lectura de hoy recoge los últimos versículos del capítulo tercero y los primeros del cuarto (St 3,16 - 4,3). Si tenemos en cuenta que los destinatarios de la carta son judíos cristianos bien familiarizados con el habla y la cultura griega, no es de extrañar que el tema de la sabiduría ocupe en la carta un lugar importante. Esta preeminencia se ve clara en el texto que hoy nos ocupa.
"La sabiduría que viene de arriba" (v.17); es que hay alguna sabiduría que no venga de arriba? Sí, y eso es lo que la carta ha expuesto en el contexto anterior. Hay una sabiduría que viene de la tierra, de las pasiones y de los demonios (v15). Los poseedores de esta sabiduría son los que lo demuestran con sus obras, los que demuestran tener un corazón lleno de celos, rivalidades, afanes de gloriarse y mentiras. La carta de Santiago entiende la sabiduría no como una capacidad intelectual de conocer y saber, sino que la sabiduría es sobre todo resultado de la experiencia. La sabiduría se demuestra en las obras y en el comportamiento, al igual que antes lo ha dicho de la fe. El comportamiento cristiano ocupa también un lugar preeminente en la carta de Santiago.

Además del valor que el pensamiento de los filósofos griegos daba a la sabiduría, ésta tiene también sus raíces en el Antiguo Testamento. En el capítulo tercero del libro de los Proverbios (3,13-26) encontramos una gran elogio de la sabiduría en tanto que asegura la felicidad y la vida; en él se dice: "La sabiduría es más lucrativa que la plata, sacarás más provecho que del oro; Dichoso el que se aferra a la sabiduría: se aferra al árbol de la vida! "(vv. 14 y 18). En sintonía con estos enaltecimientos, la carta de Santiago también nos presenta una lista de elogios de la sabiduría. Nos detendremos en algunos de ellos. La sabiduría es pura. El adjetivo "hágnos" no hace referencia a la pureza legal y ritual, tal como la entendía el judaísmo, sino a ser limpio en la manera de comportarse, es el mismo sentido que tiene en 1 Pe 3,2 cuando habla del comportamiento casto. La sabiduría es pacífica "eirenikos"; es el término que la traducción griega del Antiguo Testamento usaba para traducir la palabra hebrea "shalom" que no significa sólo ausencia de guerra sino salud, prosperidad, bienestar; la sabiduría pacífica es la que busca las relaciones correctas entre personas. También es amable "epieikes"; en 1 Tm 3,3 es la cualidad que, en el catálogo de virtudes que se pide para un obispo, éste debe tener tanto en el ejercicio de su autoridad pública como en su vida privada. La verdadera sabiduría es dócil, "eupeithés", cualidad que tiene el que no es testarudo y no impone sus opiniones y sabe escuchar y respetar a los demás.

El texto sigue con unos temas que muestran el vínculo de la carta de Santiago con los sinópticos y más concretamente con el sermón de la montaña de Mateo. Veamos: la misericordia liga con el pasaje del amor a los enemigos (Mt 5,43-47); la exigencia de dar buenos frutos también está presente en el sermón de la montaña: "Todo árbol bueno da frutos buenos" (7,17-18) igualmente insta a dar fruto la parábola del sembrador (13). Los que trabajan por la paz es un colectivo que encontramos en las bienaventuranzas (5,9). El texto de la lectura de hoy termina con una crítica a los que no saben pedir porque lo hacen mal y piden cosas con fines desencaminados. También Mateo en el sermón de la montaña dedica un buen espacio a enseñar a pedir correctamente lo que hace falta a Dios. "Sabe el Padre que os hace falta" (6,8); el Padrenuestro, la oración que más acierta en lo que hay que pedir (6,9-13) e insta a confiar en Dios que atiende nuestras necesidades (6,25-34).

Domingo 25 durante el año. 20 de Septiembre de 2015

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