Pasar al contenido principal

Dos milagros: la mujer que sufría pérdidas de sangre y el retorno a la vida de la hija de Jairo, presentan a Jesús como Señor de la vida y de la muerte (Mc 5,21-43). Los leemos en el evangelio de hoy.
Jairo es uno de los jefes de la sinagoga. Es un hombre importante, dirige la oración de la sinagoga, se encarga de escoger los lectores, vela por las instalaciones de la sinagoga y cuida de su administración. Acostumbrado a conceder favores, no le resulta fácil cuando los tiene que pedir. Seguramente se ha tragado su orgullo, para pedir a Jesús la curación de su hija enferma. Se postra a los pies de Jesús y le pide que imponga las manos a su hija, gesto utilizado por los curanderos, pero también el gesto utilizado para conceder autoridad, porque ahora Jairo reconoce autoridad y poder en el que hasta ahora consideraba un curandero de baja estopa. La curación de la hija comienza con la curación-conversión del padre. "No temas, ten sólo fe" (v.36). Es lo mismo que Jesús pidió a los discípulos en el episodio de la tempestad calmada (Mc 4,35-41): coraje y fe. El hombre capaz de mantener en vida la sinagoga, no sabe mantener en vida a su hija, cuando, al llegar a la edad adulta (12 años), se derrumba la sobreprotección de la pureza de Israel. El cambio se producirá cuando entre en la casa con Jesús, Pedro, Juan y Santiago. Lo hará no como jefe de la sinagoga, sino como padre. Con la madre, se integra en la comunidad de Jesús portadora de vida, muy diferente, en este sentido, de la comunidad de la sinagoga.
La mujer que sufre hemorragias se encuentra en un estado de impureza ritual permanente. Se encuentra aislada de todo contacto humano porque convierte en impura cualquier cosa que toque. La cama donde duerme, la silla donde se sienta, el plato donde come transmiten también la impureza. Es lógico pensar, que vive sola, sin marido, no puede trabajar y no puede asistir a la sinagoga. Vive una situación parecida a la de los leprosos. A la marginación de ser mujer se añade la marginación de su impureza. Su aislamiento deviene insoportable, pero es un razonamiento lo que le provoca el giro hacia Jesús. La ley que debería ser para ella dadora de vida, la condena a vivir encarcelada en su soledad. La comunidad sinagogal no ha movido un dedo por ella, los médicos sí lo han hecho, pero no lo han conseguido. Intuye que si la impureza se extiende y se encomienda, tal vez la pureza de Jesús también se contagia y se esparce y puede curarla porque si la impureza contagia, también la pureza que sale de Jesús tiene su fuerza de irradiación y contrarresta el embate de la impureza. La mujer hace caso de su razonamiento y eso la salva, por eso Jesús le puede decir: "Tu fe te ha salvado" (V.34) y en vez de pedirle que no lo cuente a nadie, como es el caso del leproso (1,44), provoca que la mujer cuente toda la verdad.
Debe hablar de la verdad de Jesús que cura y libera. La mujer toma la palabra y su voz tiene fuerza dentro de un colectivo de hombres que hasta entonces la habían silenciada. Puede explicar la verdad, la que las normas y leyes que dictaminan el estado de impureza quieren silenciar. Entre los oyentes que escuchan la mujer que cuenta la verdad, está el jefe de la sinagoga. Jesús pide a Jairo que haga lo mismo que la mujer que padecía hemorragias: creer. La mujer ha creído en Jesús y, a partir de aquí, se ha comenzado a producir su curación. Jairo tiene que empezar a hacer lo mismo: creer que Jesús puede dar la vida a su hija, porque la comunidad creyente, formada por Jesús, los discípulos, el jefe de la sinagoga convertido en padre y la madre, es capaz de liberar de las ataduras que imposibilitan que la vida crezca y que, a la corta o la larga conducen a una muerte ineludible. Cuando la sociedad que la rodea cambia, la chica retoma la dignidad de mujer libre y viva.
Domingo 13 durante el año. 28 de Junio ​​de 2015

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.