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JESÚS EN CAMPO CONTRARIO
Elegidos los primeros discípulos, Jesús entra inmediatamente en acción y lo hace en la sinagoga de Cafarnaúm. Lo describe el pasaje que leemos este domingo (Mc 1,21-28). La actuación de Jesús se inscribe en unas coordenadas de espacio y tiempo dotadas por Marcos de un agudo significado. Jesús podría haber comenzado su misión en una de las grandes ciudades del entorno de Galilea: Tiro, Tiberias, Séforis, pero escoge Cafarnaún, una población de campesinos, artesanos y pescadores y descarta las grandes ciudades, dominadas por el paganismo y poco propicias a la aceptación de su mensaje. Jesús prefiere ir a la sinagoga, eje local de la religiosidad de Israel, lugar de oración, estudio y catalizador de la vida social. Desaparecido el culto en el templo de Jerusalén, la sinagoga tomó un gran protagonismo y la enseñanza que allí se hacía estaba controlada por los escribas. La enseñanza de Jesús se muestra como la contraposición de la enseñanza de estos escribas.
El día que Jesús se presenta en la sinagoga de Cafarnaún es sábado. Es el tiempo de Dios. Es el séptimo día después de los seis días en que Dios ha sido iniciando la creación en beneficio del hombre. Es el día del descanso de Dios, el día gratuito del que el hombre no puede sacar ningún beneficio material. Es el día que Dios ya no hace, sino que es simple y pura existencia. Al recordar la santidad de Dios se convierte en el día de la gran pureza y, curiosamente en un día así, Jesús se encuentra el hombre poseído por un espíritu impuro o maligno dentro del baluarte (la sinagoga) que pretende ser el garante de la pureza ritual.
El hombre de espíritu impuro es representativo de todo el colectivo de personas a las que la sinagoga oprime con una enseñanza, que, a los ojos de Jesús, es el causante de un estado de impureza, que la sinagoga es incapaz de reconocer . Si lo hubiera reconocido lo habría expulsado de la sinagoga. Cuando el espíritu impuro empieza a hablar y se enfrenta con Jesús se rompe la calma de una sinagoga, que piensa que todo le va bien hasta el momento en que Jesús pone de manifiesto sus contradicciones.
"¿Qué tenemos nosotros contigo?". La expresión en griego "ti êmin kai soi" (literalmente "que entre nosotros y tú") la encontramos en la traducción griega del Antiguo Testamento (versión de los LXX) en Jue 11,12 cuando Jefté dice al rey de los amonitas: "¿Qué te he hecho yo para que vengas contra mí a hacer la guerra en mi propio país?". Vista así la expresión pone claramente de manifiesto que el espíritu maligno considera que Jesús se ha entrometido en su territorio y que el antagonismo entre el espíritu maligno y Jesús es total. Jesús posee la santidad de Dios, es decir, la pureza de Dios, esa pureza que el espíritu maligno no tiene.
Jesús no espera como Juan que la gente vaya hacia él, sino que se dirige allí donde está el espíritu maligno. Este dice una certeza sobre Jesús, pero Jesús le ordena callar porque Jesús no admite a los que saben muy bien la teoría, dominan las formulaciones teológicas, pero su comportamiento es contrario a lo que alardean de saber. Jesús libera al hombre de la enseñanza de la sinagoga que lo tiene dominado. Lo hace con autoridad, con "exousia", una palabra griega que significa también libertad; porque él tiene la libertad que no tienen los escribas que enseñan lo que les han indicado los rabinos. Jesús tiene la libertad que le ha dado el Espíritu que viene de Dios recibido en el Jordán.
Domingo IV durante el año 1 de febrero de 2015

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