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Separado de cualquier referencia, el texto de la segunda lectura de este domingo (1 Co 7,29-31) quiere liberar a los corintios de las ataduras que atenazan al cristiano, cuando éste vive asido a las preocupaciones que conlleva la vida de cada día. Casualmente encaja también con el texto del Evangelio, que leemos hoy (Mc 1,14-20). La expresión de Pablo "El tiempo se acaba" (v. 29) se ajusta a las palabras de Jesús "Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios está cerca". Ambas frases tienen el perfume de la acusada sensibilidad de las primeras comunidades cristianas cara el inminente regreso de Jesús. Esto es válido, pero estos versículos permiten ser leídos en el conjunto de todo el capítulo séptimo de 1 Cor.
En la comunidad de Corinto habían surgido una suma de situaciones a las que Pablo quería dar respuesta: Es necesario que los que han optado por Cristo dejen de tener relaciones matrimoniales? Los que no están casados, deben seguir en este estado? ¿Qué pasa cuando en una pareja hay uno que es creyente y el otro no?, deben separarse? Hay que disimular la circuncisión o bien hay que circuncidarse antes de ser cristiano? Se puede ser cristiano siendo esclavo?.
A lo largo del capítulo, Pablo abordará y responderá a estas diversas situaciones. Las relaciones matrimoniales evitan comportamientos inmorales, por lo tanto es mejor no abstenerse de ellas. Considera que el celibato es un don de Dios y que a él le ha ido bien para el ejercicio de su misión, pero entiende que no todo el mundo recibe este don. Pablo establece un principio: "Que cada uno siga viviendo en la misma condición que el Señor le había asignado, aquella en la que se encontraba cuando Dios lo llamó". (7,17). Esto es aplicable a los circuncisos, los esclavos, los casados o solteros. Hay que cambiar una vez se ha hecho la opción por Jesús ?. Para Pablo ser creyente es compatible con cualquier condición de vida en que la persona se encuentre.
Y añade un argumento. Y aquí es donde entra en juego el texto de nuestra lectura litúrgica. El tiempo se acaba, por tanto poco importa la situación en que se uno se encuentra, cuando se ha hecho la opción por Jesús y se está a la espera de su regreso, que se considera inminente. En vistas a este futuro, que está al caer, estar casado o soltero, ser célibe o no, circunciso o incircunciso, esclavo o libre son situaciones menores, que no tienen importancia. El convencimiento de un fin cercano despertaba un sentido de provisionalidad que relativizaba las situaciones de vida más diversas porque adquirían un carácter pasajero. No hay nada definitivo. Lo único que es definitivo es el regreso de Jesús, en consecuencia el cristiano no puede instalarse en este mundo. Pablo no predica una apatía al estilo del estoicismo, doctrina filosófica muy extendida en la cultura greco-romana del tiempo de Pablo. Su eslogan "soporta y abstente" pretende conseguir que la realidad del mundo no afecte a la persona a fin de poder conseguir la felicidad. El cristiano no se desentiende del mundo, sólo que considera que hay un valor que lo sobrepasa y es el haber encontrado a Jesús.
El desprendimiento que propone Pablo no está lejos del estilo de vida de los predicadores ambulantes, muy presentes en los primeros tiempos del cristianismo. Un desprendimiento que encontramos recomendado y descrito en los sinópticos: "No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero y no os llevéis dos túnicas" (Lc 9,3); "No se preocupe por su vida pensando que comer y qué beber" (Mt6,25). Es una manera de estar en el mundo muy parecida a la que Pablo pide, cuando pide vivir llorando pero sin llorar o estar contento sin estarlo, comprar sin tener o usar de las cosas del mundo sin aprovecharse. Domingo durante el año
25 de Enero de 2015

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