(Claret) El padre Claret llegó a Tarragona durante el mes de enero de 1846, cuando tenía 38 años, como cura del obispado de Vic y con el título de misionero apostólico concedido por Roma. Desde ese momento la congregación claretiana ha conservado siempre una relación constante con la ciudad tarraconense; los vínculos siempre se han mantenido vivos a través de la presencia de misioneros claretianos, con una comunidad muy activa en la ciudad.
Esta presencia como congregación en Tarragona data del año 1883, cuando se fundó una comunidad sobre todo para la formación espiritual y académica del Seminario diocesano, que en 1897 fue promovido a Universidad Pontificia.
Esta enseñanza quedó frenada durante la guerra civil, para ser reanudada después del conflicto. Sin embargo, la nueva comunidad claretiana al servicio de la Iglesia Tarraconense, tal y como la conocemos hoy en día, no inicia su misión hasta el año 1951, ya que durante ese año la Compañía de Jesús tuvo que suprimir algunas comunidades, entre ellas la de Tarragona. Fue entonces cuando el cardenal Arriba i Castro les confió la iglesia de San Agustín, ubicada en la Rambla Vella, para que ofrecieran el servicio pastoral.
Hasta este mes de septiembre la comunidad claretiana de Tarragona contaba con tres claretianos, los padres Bru Cañigueral, Miquel Bonjoch, y Pere Codinachs. Ellos tres, así como los claretianos que han ido formando parte de esta comunidad, han llevado a cabo una relevante labor pastoral ofreciendo un servicio continuado y generoso de celebraciones eucarísticas y de confesiones. También desde esta comunidad se ha aportado un servicio cualificado de predicaciones, docencia en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de St. Fructuós y responsabilidades diocesanas en el ámbito de la vida consagrada y de los tribunales eclesiásticos.
Durante estos años la congregación claretiana ha procurado llevar a cabo diferentes reformas de mantenimiento y renovación de la iglesia de San Agustín. La obra más significativa entre todas las que se han llevado a cabo, ha sido el cambio del antiguo presbiterio por la actual. También se han construido seis altares laterales dedicados a la Virgen de Fátima, la Inmaculada, el Santo Cristo, el Arcángel San Miguel, San Antonio M. Claret y el Corazón de María, la patrona de la Congregación. Además de estas reformas en el interior del templo, se han llevado a cabo otras mejoras como, por ejemplo, pavimentar toda la nave, colocar nuevos confesionarios, adaptar la iglesia para personas con problemas de movilidad o restaurar el techo para evitar las filtraciones de la lluvia.
Tal y como comenta el Provincial de los Claretianos de Cataluña, Máximo Muñoz, "Es una pena cerrar una comunidad con una ejemplar trayectoria de cerca de 130 años. Nos obliga la falta de vocaciones y la necesidad de atender debidamente a las personas. Hay que dar gracias a Dios por haber podido realizar esta misión al servicio de la ciudad y del Arzobispado de Tarragona, que tanto nos ha amado. Hay unos lazos que no se rompen nunca. Por otra parte, nuestra presencia en el Arzobispado continúa en Valls, en el colegio y la Parroquia del Lledó y llega también a través de otros servicios propios de nuestro carisma, como la Editorial y Librería Claret y los medios digitales".
De los 130 mártires claretianos de Cataluña asesinados en 1936, cuatro pertenecían a esta comunidad de Tarragona (los padres Joan Blanch, superior, Frederic Vila y Jaime Mir y el hermano Antonio Vilamassana), y tres eran de la comunidad de la Selva del Camp. La beatificación de estos siete mártires está prevista para el próximo 27 de octubre de 2013.
El domingo 9 de septiembre tendrá lugar la Eucaristía de despedida que estará presidida por el arzobispo de Tarragona Jaume Pujol y concelebrada, entre otros, por el Provincial de los Misioneros Claretianos de Cataluña, Máxim Muñoz. Todo el que lo desee está invitado a participar y unirse a esta celebración.
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