Pasar al contenido principal
Por Ramon Bassas .
Leo el último número de la revista Espi de Llibertat y me llevo una agradable sorpresa de la que hablaré al final. Quizás es agradable porque antes me encuentro con un artículo de Armand de Fluvià que no me ha gustado nada. El heraldista publica un articulito en el que explica ela su conversión del catolicismo al ateísmo, a finales de los años cincuenta, donde dibuja una religión de la que yo también me haría ateo con mucho más convencimiento y rapidez que él. Explica que hizo un proceso de reflexión personal y cita el día exacto en que decidió "dejar de ser cristiano". Primero fue agnóstico y luego ateo "y luego después de 53 años no he tenido nunca más ninguna duda y me he ido reafirmando en mi ateísmo ". Le felicito porque más bien la mayoría de personas dudamos bastante más.
Hasta aquí, de todos modos, me parece todo perfecto. Lo que no me parece tan bien es que afirme, más adelante, que "la fe religiosa es algo radicalmente opuesto a la razón", como si los que tenemos fuéramos locos, o que "no entiendo la existencia de gays y lesbianas católicos o cristianos practicantes". Fijaos de qué manera llegan a soluciones similares a los sectores católicos más conservadores con algunos ateos pretendidamente progresistas. Si entendiéramos, en primer lugar, que la fe (o el deseo de trascendencia, o la religión, o la espiritualidad o lo que queráis llamarlo) es una dimensión intrínseca a los seres humanos como lo es su dimensión sexual y afectiva, unos y otros aceptamos que haya personas que lo vehiculen a través de la tradición cristiana de la misma manera que hay quien vive su sexualidad desde una determinada tendencia. Y, en segundo lugar, si recurrimos a la base, en las palabras de Jesús, más bien el cristianismo es una propuesta de aceptación, de no exclusión, de universalidad y de amor sin límites que excluye todo tipo de discriminación, por lo que debe ser muy normal que haya gays cristianos, por más lejos que estén de lo que la jerarquía actual piense al respecto.
Mal iremos si la alternativa progresista al clericalismo es otro clericalismo, si la lucha contra unos prejuicios impone otros igualmente castradores, si no aceptamos, como decía, la universalidad de la dimensión religiosa de las personas y la libertad para ejercerla, como si no se pudiera ser del Barça cuando mandaba en Gaspar.
Por eso me gustó, decía al principio, una entrevista al sociólogo Salvador Giner, presidente del Institut d'Estudis Catalans, llena de perlas. Una de ellas, por ejemplo, criticando el movimiento 15-M por la evidente ausencia de proyecto o por la baja exigencia intelectual de quieneslo componen, crítica que encuentro contracorriente a tanto paternalismo como ha habido. Pero lo que más me ha gustado es cuando los entrevistadores le piden que recomiende alguna lectura y Giner espeta "el Evangelio de San Mateo ... Sí hombre sí, allí donde son bendecidos los pobres, los pobres de espíritu, las putas, los desgraciados ... " Cuando los entrevistadores le sugieren que quizá hablade la versión "laica" de Joan-Francesc Mira, Giner vuelve a la propuesta y les clava que "yo creo que este texto es más revolucionario que el Manifiesto comunista ...". Y es que es exactamente así.
Grupos

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.