Pasar al contenido principal

El libro de los salmos es un conjunto de 150 piezas de extensión irregular. Posiblemente colecciones más pequeñas y más antiguas fueron agrupadas y distribuidas en 5 conjuntos en correspondencia con los 5 libros de la Torá. Casi la mitad se han atribuido a David, un par a Salomón y los restantes a otros autores, pero no es seguro que ni David ni Salomón fueran sus autores. El lenguaje de los salmos sorprende por su sencillez y expresa las realidades más íntimas y profundas mediante imágenes y comparaciones que sorprenden a nuestra mentalidad occidental.

Comentamos hoy el salmo 91, propio del 1er domingo de Cuaresma del ciclo C (Sal 91,1-2.10-15). No se lee entero, se omiten los versículos del 3 al 9. El salmo comienza con invitación a la proclamación de la confianza en Dios (vv.1-2); sigue un poema descriptivo de los peligros que se pueden evitar si se pone la confianza en Dios (vv. 3-13) y termina (vv. 14-16) con la respuesta de Dios prometiendo la protección y respondiendo así a la invocación del principio del salmo.

Quién es el que habla y quién es el que se dirige a Dios en el comienzo del salmo ?. Es difícil de precisarlo por los pocos datos que aporta el texto. Es coherente pensar que el primero que habla sea una persona que ha vivido en el ámbito de la protección de Dios. Este ámbito sería el templo de Jerusalén. La sombra del Omnipotente sería una alusión a la sombra de las alas de los querubines que había en el Santo de los Santos. Esta persona piadosa que ha experimentado con gratitud el poder salvífico del Señor quiere instruir y guiar otra persona, la que invoca a Dios. Cuando el interpelado se dirige al Señor diciéndole: "Refugio mío" significa que es consciente de que ha entrado en el ámbito de la protección de Dios.

La segunda parte (vv. 3-13) ilustra el poder salvífico del Señor que favorece al que busca refugio en su protección. De esta parte leemos los versículos del 9 al 13 con la clara intención de apoyar el texto del evangelio de Lucas (4,1-13) que leemos hoy; en él el diablo, en la tercera tentación, se vale de las palabras de este salmo: "Los ángeles te llevarán a las palmas de las manos para que tu pie no tropiece en ninguna piedra". Por medio de los ángeles el Señor puede ejercer su poder protector fuera del ámbito resguardado de su residencia, el templo.

El Señor es el refugio y la protección del que se ve perseguido por todo tipo de peligros. Este se siente seguro cerca del Altísimo y por eso no le dañará ni tendrá miedo de ningún tipo de desgracia. El habitáculo de Dios permanece inmune al peligro o desgracias que pueden perjudicar al indefenso.

En los versículos 14-16 se ve la intervención de Dios para garantizar la proclama que decía: "Eres la muralla donde me amparo" (v.2). El que confía en Señor no está libre de contratiempos, pero Él está dispuesto a responder al clamor y los ruegos de quienes ponen el Él su confianza. Es la respuesta de Dios a la declaración de fe de los vv. 1-2.

El mensaje del salmo es atemporal. Le hubiera servido bien a Israel durante el reinado de David, cuando Israel fue acosado por muchos enemigos. Debería haber servido bien durante el exilio babilónico, cuando, rodeados de enemigos, sólo los ojos de la fe podían ver la posibilidad de que volverían a ver a Jerusalén. Quien se constituye en huésped del Señor, pernocta y se aloja en la sombra de su tienda, es decir, que se abandona a Dios con un espíritu de completa confianza encontrará en él refugio contra las adversidades de la vida.

Domingo 1º de Cuaresma. 10 de Marzo de 2019

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.