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En la segunda mitad del capítulo 4 de la primera carta a los tesalonicenses, Pablo quiere tranquilizar aquellos miembros de la comunidad preocupados por los que han muerto antes de la esperada venida de Jesús. Los muertos en Cristo se levantarán primero y nosotros, los que quedamos vivos, seremos llevados junto con ellos. Ahora en el capítulo quinto, del que leemos el primeros versículos en la segunda lectura de este domingo (1 Ts 5,1-6) sigue con el tema de la segunda venida de Jesús, pero centrándose en el momento en que ésta se producirá. Si antes era saber el cómo, ahora se trata del cuándo.

Para acertar bien en la comprensión de la lectura, vale la pena atender al lenguaje y los conceptos que usa Pablo. Dice el apóstol: "No hace falta que os escriba". Seguramente Pablo considera que los tesalonicenses tienen información suficiente con respecto el tema del retorno de Jesús, por eso no es necesario que ahora por escrito vuelva a tratar el tema. De todos modos, es cierto que la instrucción escrita permite que sea mejor comprendida que no cuando se hace verbalmente, i permite que se exponga con más exactitud y que no sea olvidada fácilmente. Cuanto más detallada se quiera la instrucción, más fácil será si se hace por escrito.

"El día del Señor" en el lenguaje de los profetas designaba la intervención espectacular y terrorífica de Dios que debía provocar el juicio de los culpables y la liberación de los justos. Así lo veía el profeta Malaquías: "Ya llega ese día que abrasa como un horno. De todos los insolentes y los que hacen el mal ... no quedará ni una brizna. En cambio para vosotros que teméis mi nombre, brillará el sol de la salvación "(4,19-20). Las comunidades cristianas de los primeros tiempos tomaron esta expresión-concepto para designar el día del regreso de Jesús que conlleva también una dimensión de juicio y de liberación.

La terminología y las imágenes para describir el día del Señor que usa Pablo son similares a las que usan los sinópticos. El elemento sorpresa es expresado con la imagen de la venida de un ladrón por la noche (Mt 24,43). Que será un tiempo espeluznante lo corrobora lo mal que lo pasará la gente, como es el caso de las embarazadas (Mt 24,29; Mc 13,17; Lc 21,23). "Cuando la gente se piense que todo está tranquilo y en paz" además de ser una crítica a las engañosas promesas de la paz imperial impuesta con mano de hierro, es una alusión a los días de Noé cuando todo el mundo iba comiendo y bebiendo y de repente sobrevino el diluvio (Mt 24,39.49-50; Lc 21,34).

La luz y la oscuridad se utilizan tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento como una metáfora del bien y del mal, del orden y del caos, de la alegría y la tristeza, de la verdad y la mentira , de la vida y la muerte, de la salvación y la condena. Pablo recuerda a los tesalonicenses que nada tienen que temer porque son hijos de la luz y no viven en la oscuridad. Fijémonos en la fuerza del verbo ser (eimi), hace referencia a la identidad de la persona, al núcleo de su ser. El verbo "eimi" tiene que ver con el "ser quienes somos" y ser de la luz es totalmente incompatible con ser de la oscuridad. La imagen es muy poderosa porque la luz no puede coexistir con la oscuridad. La luz por pequeña que sea, disipa la oscuridad de una gran sala. En un conflicto entre luz y oscuridad siempre ganará la luz.

La advertencia de no dormir debe entenderse también metafóricamente. La imagen del dormir tiene un rico simbolismo, pero aquí debe entenderse a la luz de la contraposición velar- dormir. Aquí significa todo lo contrario de lo que representa velar que significa tener la mente clara, no embutida por los efectos de la embriaguez (vivir sobriamente), disponibilidad total para seguir a Jesús y firmeza para no caer en el desfallecimiento.

Domingo 33 durante el año. 19 de Noviembre de 2017

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